Daniel Pi
@BastionBoxeo

Que la creación de las World Boxing Super Series es la mejor idea que ha habido recientemente para renovar el boxeo y combatir una de sus principales lacras, la falta de enfrentamientos entre los mejores boxeadores de la división, no nos debe impedir ver el hecho de que este torneo ha pasado en los últimos meses por una situación crítica y que en su segunda temporada han habido una serie de problemas que han causado un importante daño a la iniciativa, para algunos incluso hasta el descrédito.

Parte de estos apuros escapan, en cierto modo, al control de los organizadores, ya que la retirada súbita de uno de los principales inversores (algunos piensan que dicho movimiento fue forzado mediante un pago realizado por alguien insigne de la industria boxística para boicotear al torneo) dejó a las WBSS en una situación económica muy grave, tanto que hubo retrasos en parte de los pagos a los boxeadores (de los extras por victoria y de los adelantos de preparación acordados) y en algunos casos incluso de las bolsas en su totalidad.

Además, aunque a estas alturas deberíamos estar esperando a las finales, de nuevo, el torneo ha sufrido un atraso drástico que ha mantenido a los púgiles sumidos en la incertidumbre y pendientes de las noticias, prolongando indefinidamente campamentos de entrenamiento, con los costes que ellos conllevan, sin saber ni siquiera si las semifinales iban a seguir adelante.

Todo ello llevó a que varios boxeadores amenazasen con retirarse del torneo, siendo el que se lo tomó más en serio Ivan Baranchyk, cuyo mánager anunció incluso el abandono definitivo e irrevocable de éste, a lo que un comunicado oficial de las WBSS contestó con una amenaza con acciones judiciales que, de forma no demasiado velada, expresaba simplemente el hecho de que tenían a todos los púgiles del torneo atados y cogidos por el cuello por los contratos firmados y que si osaban contradecirlos les esperaban demandas millonarias. Finalmente, Baranchyk y su equipo cedieron, pero las razones de su descontento y las formas mostradas por las WBSS, cuyo dirigente principal se pasea con un Rolls Royce que de ser vendido podría permitir afrontar los pagos de muchos adelantos, han hecho mucho daño al torneo.

Además, toda la desorganización mostrada en la segunda temporada en cuanto a fechas y sedes y la falta de estabilidad económica y de planes de contingencia ante emergencias, sólo han hecho que recordar agravadamente los apuros y el drama que se vivieron antes de las disputas de las finales de la primera temporada entre Usyk y Gassiev y entre Groves y Smith, con varios cambios de sede por diversas ofertas de magnates, amenaza de retiradas del torneo, rumores de modificación de participantes en la final y otros problemas.

Por si esto fuera poco, resultados controvertidos, de los cuales el peor ha sido el del Briedis-Gevor, que ahora muchos comprenden por el hecho de que el letón podía compensar parte de los problemas económicos de las WBSS llenando el Arena Riga, cosa que el armenio-alemán (con su falta de seguidores) no podía hacer, y hechos desafortunados como las lesiones de Burnett y Tete, que han dejado despoblada la rama del peso gallo, han terminado por reducir el crédito del proceso eliminatorio a mínimos.

Pese a todo esto, y aunque muchos creen que las WBSS tendrán enormes problemas para firmar boxeadores de relieve para una eventual tercera temporada, la segunda edición del torneo sigue adelante con dos semifinales este sábado en el Cajundome de Lafayette (Estados Unidos).

La pelea estelar del evento estará protagonizada por un boxeador nacido en el estado en que se desarrollará la pugna, un Regis Prograis (23-0, 19 KO) que tratará de arrancarse la etiqueta de gran promesa del peso superligero y ponerse la de campeón mundial arrebatándole el cinturón WBA al bielorruso Kiryl Relikh (23-2, 19 KO), enfrentamiento en el que se da esa circunstancia poco habitual de que el aspirante será favorito en las apuestas, incluso por un margen bastante mayor de lo que suele suceder en dichas circunstancias.

Y es que “Rougarou” Prograis es un boxeador más rápido, más ordenado, con mejor uso de las piernas, más técnico, más completo, más explosivo y, en definitiva, superior en casi cada ámbito boxístico, siendo las únicas dudas si la presión de la ocasión podrá disminuir su efectividad y si Relikh, que ya dejó actuaciones por encima de las expectativas ante Burns y Barthelemy, volverá a tirar de toda su tenacidad para obligar a trabajar duramente al local.

Sea como sea, dado que boxeando Relikh no tendría posibilidades ante un púgil mucho más hábil combatiendo con espacios, quizás éste intente arriesgarse a todo o nada cargando una vez más al ataque, si bien Prograis, que se ha mostrado imparable pugnando en la media-corta ante Joel Díaz, Julius Indongo y Juan José Velasco, podría mermarlo hasta un punto de no retorno relativamente pronto aceptando descarnados intercambios.

Así, para muchos lo que se prolongue el combate dependerá de qué versión de Prograis veamos, si el destructor que se olvida de su defensa para dañar y aplastar o el que, como ante Flanagan, pugna con técnica y frialdad, incógnita para la que ni siquiera el propio boxeador dice tener la respuesta todavía:

“No lo sé, veremos a ver qué tengo ganas de hacer. Depende de lo que tenga ganas de hacer. Si tengo ganas de arrollarlo e ir a la guerra con él, quizás haga eso, o si tengo ganas de boxearle y que no me toque, entonces puedo hacer eso. Para mí todo depende de lo que veo en el primer round y de lo que tengo ganas de hacer”.

La victoria de Prograis se paga a 1,12 € por euro apostado, mientras que la de Relikh a 5,50 €. Además hay opciones para apostar a múltiples resultados del combate.
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El Prograis-Relikh, junto a la pelea de semifinales del peso gallo Donaire-Young (Zolani Tete ha quedado fuera del torneo por lesión), serán retransmitidos por Eurosport 2 y Eurosport Player desde las 3:00 de la madrugada del sábado al domingo.