Raúl Sanz

El boxeo es un deporte que actualmente goza de mucha trascendencia e inserción social en el panorama nacional. Pero no siempre ha sido así, sus orígenes se sitúan cerca del año 1875, cuando un profesor llamado Bergé trasladó a Barcelona los conocimientos que había adquirido en la localidad pitiusa de Maó, donde un tripulante de un barco inglés le descubrió esta disciplina. Desde ese momento la Ciudad Condal estableció un fuerte vínculo con dicha disciplina deportiva, ofreciéndonos grandes nombres propios y hechos destacables como es el caso de Lorenzo Vitrià (VITRIÀ BARRERA, Lorenzo. Barcelona, 2.II.1908-Gusen (Austria), 18.VI.1941). Un ganador nato y un espíritu incansable que tuvo que sobreponerse a muchas situaciones de superación personal.

Vitrià nació en Barcelona el 2 de febrero de 1908. La supervivencia en la capital catalana era complicada y el espíritu luchador del incipiente boxeador lo convirtió progresivamente en una persona muy resistente e incansable. Hay que recordar que el boxeo estuvo prohibido por el gobierno en 1911, situación que no pudo evitar que se celebrasen combates no oficiales con la supervisión de las autoridades estatales.
La pasión que despertaba este deporte forzó su legalización en agosto de 1922, un hecho que fue posibilitado también por la pasión que profesaban los inmigrantes recién llegados al territorio. Esta veneración por el boxeo se ha prolongado hasta nuestros días y dispone de una gran aceptación social, con combates que se disputan casi diariamente en el escaparate internacional.

Si visualizamos el calendario, percibimos por ejemplo un enfrentamiento que tendrá lugar el próximo 15 de diciembre, donde Christian Hammer y Alexander Povetkin se verán las caras. Un duelo donde Hammer parte ligeramente como favorito si analizamos las cuotas de la casa de apuestas BetStars. Las variedades existentes en cuanto a competiciones de boxeo explicitan su buena salud, un hecho que no habría sido posible sin la existencia de personajes como Vitrià y su pasión por el mismo.

Su predilección por el boxeo se materializó por primera vez cuando tenía 15 años. Es en ese momento cuando se convirtió en campeón de Cataluña tras superar varias eliminatorias. Con 16 años se coronó en uno de los primeros campeonatos de España en relación al boxeo amateur, concretamente en el año 1924. Lo hizo en la categoría de peso mosca. Las crónicas de la época destacan su buen juego de pies y la contundencia de sus golpes, una técnica que maravilló al respetable por su eficiencia y su celeridad.

Vitrià fue categorizado como atleta prodigio y uno de los hechos más importantes de su vida consiguió materializarse gracias a esta carta de presentación: participar en los Juegos Olímpicos de París de 1924. El catalán tuvo que hacer frente a Jock MacGregor, un canadiense que lo doblaba en tamaño. A pesar de que la situación era desfavorable para los intereses del boxeador barcelonés, Vitrià realizó una exhibición sobre el ring. El público quedó maravillado en relación a su técnica, un hecho que no puedo evitar su derrota final. La gente que se agrupaba alrededor del cuadrilátero protestó enérgicamente en relación al resultado, considerando que se trataba de una victoria inmerecida y un trato de favor arbitral hacia su rival.

Después de brillar con luz propia en los Juegos Olímpicos, Vitrià se convirtió en profesional. A pesar de ello su rendimiento entró en una espiral negativa que le llevó a perder varios combates de gran trascendencia, como es el caso del Campeonato de Europa ante el italiano Bernasconi o el campeonato de España de peso gallo de 1932 ante Carlos Flix . Con 26 años abandonó el boxeo de manera activa, su último combate fue ante Eugenio Arlandis, un enfrentamiento muy discutido donde Vitrià consiguió rehacerse hasta tres veces después de recibir los golpes de su rival.

La situación en España a partir de 1936 hizo que el boxeador abandonase el territorio nacional con destino a París. Vitrià se preparaba para participar en la Olimpiada Popular de Barcelona, un evento que se contraponía a los Juegos Olímpicos de Berlín, evento que finalmente fue suspendido.