Daniel Santana
@OscarSantana10

Hoy se cumplen 37 años, 21 de agosto, de la “ Batalla de los Pequeños Gigantes”, así bautizaron al choque entre los noqueadores Salvador Sánchez, mexicano de la ciudad de Tianguistenco y Wilfredo “Bazooka” Gómez nacido en Santurce, Puerto Rico.
Gómez era en ese momento el campeón mundial del peso supergallo del Consejo Mundial de Boxeo (WBC) y aspiraba al cinturón que poseía Sánchez en la categoría de los plumas del mismo organismo.
Gómez era favorito en las apuestas por su fama de “matamexicanos” y porque de los 33 combates que había disputado como profesional en 32 de ellos, incluidos las trece defensas de su título, los jueces se ahorraron las puntuaciones, ya que ninguno de sus rivales llegaron al final.
Salvador Sánchez le arrebató la corona del peso pluma al estadounidense Danny “Coloradito” López, que por aquel entonces sembraba el terror en las 126 libras, ganando por KOT en el asalto número 13, en febrero del año 1980.

El combate levantó mucha expectación, primero por la rivalidad entre ambos países en el terreno boxístico y segundo por las declaraciones previas donde el boricua decía que iba a noquear a Sánchez antes del octavo asalto y le aconsejaba hacerse una foto antes del duelo para que se pudiera reconocer luego.
Sal, como se le conocía , simplemente asentía y decía que el hablaba encima del ring, no debajo.
El combate tuvo lugar en Las Vegas en el Caesars Palace, con invitados de lujo como Sylvester Stallone, Sophia Loren y los legendarios Joe Louis y Sonny Liston.

Tras los prolegómenos iniciales y con las gradas polarizadas a favor de uno y otro boxeador dio comienzo el combate. En el primer intercambio, al minuto y medio del inicio, cayo Gómez, los compatriotas de Wilfredo mantuvieron la respiración, Bazooka se incorporó entre lastimado y sorprendido, y consiguió llegar al final del asalto. Los asaltos fueron pasando con ambos guerreros dando lo mejor de sí, pero la peor parte se la estaba llevando Gómez que estaba sangrando, tenía roto el pómulo derecho y ambos ojos cerrados.

Wilfredo, que es de esos que no giran la cara, tuvo un buen séptimo asalto donde demostró su voluntad de querer ganar.
Octavo y último asalto, el mexicano se encontraba en plenitud, siempre con su tranquilidad pasmosa, en cambio el puertorriqueño estaba exhausto , con el rostro tumefacto, irreconocible. El final llegó a los dos minutos y nueve segundos, tras una despiadada ráfaga de golpes por parte de Sánchez que provocaron que Gómez cayera nuevamente obligando a intervenir al tercer hombre, el filipino Carlos Padilla que paró las acciones, Gómez quería continuar, pero no había caso, su única opción era noquear.

Wilfredo tuvo problemas para dar el peso, con carreras matutinas y saunas consiguió cumplir con la báscula. Se especulaba que pasaría en una revancha con un Wilfredo Gómez bien entrenado. El mundo del boxeo se quedó con la duda al fallecer Sal Sánchez en un trágico accidente automovilístico el 12 de agosto del año 1982 a la temprana edad de 23 años.

Han pasado 36 años de su muerte y su recuerdo perdura indeleble en su nación y en los aficionados al noble arte en general, siempre en la parte alta de las listas de los mejores boxeadores del país azteca.