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Javier Díaz, “Jabitxin”, se despidió del boxeo el pasado viernes 4 de diciembre en el Frontón Riazor de La Coruña con un gran combate cerrado hace semanas. El rival del pequeño guerrero bilbaíno fue el zurdo bielorruso afincado en Galicia, Valery Yanchy, que le venció por puntos en seis asaltos. (En la foto, Díaz a la izquierda en el pesaje)

Yanchy, un rival de primer nivel

Jabitxin puso colofón a su carrera, después del combate que ganara a Luis Espinosa recientemente en Gallarta, ante un oponente de primer nivel, como Yanchy, campeón de Europa del peso mosca.
Para el de Bilbao (37 años, 1,59 metros) fue el adiós a casi tres años de carrera en el boxeo profesional que arrancó en febrero de 2013 en el Palacio de los Deportes de Gijón ante Geisler Iglesias. Después han llegado 17 pleitos con 4 victorias, 11 derrotas y un nulo.

Díaz siempre ha estado listo para pleitear en cualquier lugar ante el rival que fuera, con frecuencia cediendo peso. Jamás ha acudido al ring con el combate perdido, siempre se ha atado los guantes convencido de que ganaría. Y, fuera quien fuera su oponente, le ha dado la noche, al margen de la decisión de los jueces. Nunca ha perdido por KO.

Díaz, un boxeador con mayúsculas

Bravo, combativo, convencido de sus opciones, Javier Díaz ha sido y será BOXEADOR, con mayúsculas. Se ha ganado la consideración y el respeto de rivales y público. Eso vale tanto como el récord.
“Siempre tiro para adelante, soy rápido y bastante duro, soy fajador”, se describe a si mismo. Como amateur fue campeón de Bizkaia y de Euskadi en su peso, “En amateur y en neo he peleado con lo mejorcito, hasta con cinco campeones de España, siempre fuera de casa y siempre presentando batalla. Estoy contento por eso, más que por los resultados”.

Dice que en el boxeo de pago “pelear fuera de casa siempre es un hándicap y hay que decir que alguna que otra decisión fue más que dudosa”. Confiesa que “este oficio es muy duro y los años no ayudan”.

Por eso de dedicará a su otra profesión: la carpintería. Y a su familia. Pero es seguro que seguirá acudiendo al gimnasio, donde es uno de los más queridos.

El 4 de diciembre y ante un oponente de primer nivel, dejó el deporte de las 16 cuerdas un boxeador enorme de menos de 1,60 de altura. Un peso gallo con un corazón capaz de mover a un peso crucero: Javier Díaz.