Darío Pérez
@Ringsider2020

El AT&T Stadium en Arlington (Texas) abrió sus puertas al mundo para ver cómo decenas de miles de personas se unían para presenciar un espectáculo de boxeo, algo que, durante unas horas, borró de nuestra mente el coronavirus, las mascarillas, el distanciamiento social y el Estado de Alarma que justo hoy terminaba en el territorio español.

El mundial minimosca WBO enfrentó a Elwin Soto (19-1, 12 KO), actual campeón, contra Katsunari Takayama (32-9, 12 KO). Soto arrolló al aspirante en el primer asalto de principio a fin (y tras el desenlace, porque Soto golpeó tras la campana final), porque el japonés, quizás acusando la veteranía, se quedaba en el sitio tras intentar golpear. Soto estaba aprovechando la oportunidad de su vida, pues un peso tan ligero no suele figurar como combate coestelar de una pelea como la que esta noche nos ocupaba, y el oriental, que se limitó a aguantar en el primer tercio del combate, se fue viniendo arriba poco a poco hasta intentar igualar la contienda cuando llevábamos la mitad del tiempo.

Así, terminó a duras penas en pie el sexto asalto, muy maltratado por Soto, pese a que continuó con la segunda parte a las órdenes de quien pidiera guerra. Elwin Soto había intentado todo, se había exprimido al máximo, pero no había podido noquear a Takayama, así que optó por un punto conservador en los capítulos finales de la pelea. A pesar de ello, el árbitro paró las acciones y se apiadó de un japonés que no tiraba golpes y recibía demasiados. En el noveno asalto, decidía frenar el combate, cada vez más desnivelado, con victoria para Soto antes del límite.

Los combates anteriores, muy atractivos, comenzaron en el peso pesado. El cubano Frank Sánchez (18-0, 13 KO) se enfrentó al estadounidense Nagy Aguilera (21-11, 14 KO). Sánchez se mostró ambicioso desde el principio, con combinaciones agresivas para intentar eliminar a su rival antes del límite, pero sin precipitarse. Casi en la mitad de los diez asaltos acordados, en el sexto, una mano de Sánchez rozó la parte trasera de la cabeza de Aguilera, sin impacto claro, pero hizo que este se rebozase en el piso, intentando provocar la descalificación del insular, con un histrionismo más propio de otras artes escénicas que del boxeo. Se fue a las cartulinas por orden del árbitro, con triple 60-54 para Sánchez, siendo indignante la actuación de Aguilera.

En el peso superwélter, Kieron Conway (16-2-1, 3 KO) y Souleymane Cissokho (13-0, 8 KO) querían filtrar al buen boxeador de la futura estrella mundial con un combate muy competido, aunque se pecó demasiado de cautela entre los contendientes. Fue una contienda plana, con poca iniciativa por parte de ambos, y los rounds escapándose inofensivos, con un par de combinaciones interesantes que le servían al francés para anotarse más asaltos que Conway. En el inicio del noveno y penúltimo asalto, Conway derribó al medallista olímpico con una serie de golpes extraña, aunque no estaba el galo dañado, y terminó los diez rounds acordados. Las puntuaciones de los jueces fueron un intolerable 97-92 para Conway, 96-93 para Cissokho y 95-94 para el francés, por lo que Souleymane Cissokho se hizo con el triunfo.

En la parte no televisada de la velada, abrió las hostilidades el triunfo de Kelvin Davis (2-0, 1 KO) ante el trotamundos checo Jan Marsalek (8-3, 7 KO) en el peso superligero, con puntuaciones de 38-37 por parte de los tres jueces. El mayor de los Davis, que iba controlando la pelea, sufrió una caída tras un tremebundo croché en la mandíbula que complicó mucho sus opciones en el último asalto (y al que pocos habrían sobrevivido).

En la categoría wélter, el mexicano Christian Alan Gómez (20-2-1, 18 KO) venció en el segundo asalto al texano Xavier Wilson (11-3-1, 1 KO), con un extraordinario croché del que Wilson se levantó relativamente bien, aunque el árbitro decidió (quizá con precipitación) parar las acciones.

En el peso ligero, Keyshawn Davis (2-0, 2 KO) se midió al mexicano José Antonio Meza (7-4, 2 KO) a seis asaltos, un auténtico monólogo para el pequeño del clan Davis. Venció por decisión unánime con cartulinas de triple 60-54, dando una estupenda imagen.

Finalmente, el también muy prometedor Marc Castro (3-0, 3 KO) desbarató al joven mexicano Irving Macías (9-2, 6 KO), tiñéndole la cara de sangre ya en el primer asalto con golpes muy precisos, a la par que contundentes. Tras unos segundo y tercer parciales por el mismo camino, y ante la perspectiva de que la pelea se tornase paliza en los seis rounds convenidos, el árbitro decretó la inferioridad de Macías que todos veíamos, evitando un innecesario y prolongado castigo a manos de Castro.