Christian Teruel
@Chris_Le_Gabach

No voy a ir de digno ni de “panenkita” (necesito trabajar en un adjetivo adaptado al noble arte, rollo “ringmagazista” o algo así) diciendo que no me causa tanta expectación el Gervonta Davis vs. Ryan García como el Haney vs. Lomachenko. Me interesa y mucho ver la evolución de uno de los mayores talentos de esta generación como es Tank. Y más allá de filias o fobias y aunque no termino de creerme, por mucho que nos lo vendan así, que García está en ese escalón, quiero comprobar si su punto fuerte, el gancho de izquierda, (precisamente el golpe que se suele comer Davis con más frecuencia por su vicio de no subir la mano) es la verdadera kriptonita del de Baltimore. Y por qué no, también ver si la nueva esquina del Ryan, con ese viejo zorro con piel de denim que es Joe Goosen al mando, es capaz de salvar la kilométrica distancia boxística entre ambos peleadores.

Lo que sí me hace reflexionar sobre el panorama que plantean estos pleitos en peso ligero (aunque el Davis vs. García sea en peso pactado ambos se han movido en el peso ligero regularmente, 135 libras) es la diferencia en la forma de verlos y venderlos. Una pelea entre dos boxeadores por solventar una rivalidad juvenil y mucha pasta se está llevando la atención de medio mundo. Sin embargo, una pelea en la cumbre entre dos prodigios técnicos, el campeón invicto y unificado contra un excampeón y ex top 3 libra por libra, doble oro olímpico, etc. apenas pasa de puntillas.

Este hecho no deja de ser ni malo ni bueno. Es más, no somos pocos los que cada vez damos menos importancia a los mundiales, ya sea por los pirateos de los organismos y lo mal que se lo montan los campeones y/o sus promotores. Pero sí es relevante ver como lo que se supone que es el súmmun deportivo queda ensombrecido por el “marketiniano” gracias al buen hacer en la creación de carreras, narrativa y personajes. Si a esto le aderezamos que los estilos llaman más a la masa casual (valga la redundancia) y una fama cimentada en KO vistosos y en títulos regulares, nada pueden hacer campeones y esgrimistas como Haney y Loma. Si es que estos últimos ni siquiera tienen de lado a los publicistas, que los promocionan en un póster simulando una partida de ajedrez. Y ojo, que a mí me gustan tanto el cartel como ambos púgiles, pero con esa declaración de intenciones, a poco aficionado menos habitual y acostumbrado a la sangre octagonal enganchará.

No estoy escribiendo esto para provocar un debate de cual pelea es mejor. Sería una tontería esa discusión habida cuenta de que vamos a poder disfrutar ambas. Sí que me gustaría saber si esto sentará precedente y si el otrora prestigio de campeonar quedará relegado a un segundo plano por los combates del dinero. Como romántico que soy, no es el escenario más idóneo pero la aplicación de la justicia poética a organismos por su codicia y mala praxis es un pequeño placer que no me disgustaría experimentar.