Darío Pérez
@Ringsider2020

Román González (50-2, 41 KO) e Israel González (25-4, 11 KO) se jugaban el cinturón WBA supermosca en manos del primero. Tras un entretenido primer asalto, en el segundo empezaron las hostilidades reales, con un Chocolatito buscando imponer su experiencia y un Israel González grande, fuerte y sin miedo al intercambio.

El volumen de golpes del campeón, Román González, aumentaba según iban pasando los asaltos, pero Jiga no se echaba atrás y, a la vez que asimilaba los golpes de Román, clavaba algunas manos importantes que hacían retroceder al nicaragüense.

Hacia la mitad de la pelea, Chocolatito no bajaba el ritmo ante el paulatino cansancio de su rival, que escuchaba la campana del fin de cada asalto como si de música celestial se tratase. La misma tónica siguió hasta que la campana sonó por última vez, con un Román González satisfecho: había lanzado más golpes y más precisos que Israel González, un rival que nunca se asustó por estar fajándose con un mito de este deporte.

Los jueces decidieron que Román González merecía seguir siendo campeón mundial: 118-110, 116-112 y 117-111 con unas razonables puntuaciones a favor de Chocolatito, que mantenía el título supermosca de la Asociación Mundial de Boxeo.