Sergio «Maravilla» Martínez (53-3-2, 30 KO) hará este sábado en la Plaza de Toros de Valdemoro (Madrid) su tercera pelea tras reaparecer a mediados del año pasado.

Después de sus citas ante Fandiño y Koivula, el nivel es mayor, pues Brian Rose es un púgil con varios títulos importantes en su carrera y que llegó a pelear por el campeonato mundial ante Demetrius Andrade. Con 46 años de Martínez y 36 de Rose, ambos reconocieron que la derrota implicaría la retirada de manera casi tajante hace unas semanas en su cara a cara virtual que vivimos también aquí en ESPABOX.

Hoy, Sergio Martínez nos recibe de nuevo.
«Físicamente estoy bárbaro», relata Maravilla, «es una etapa maravillosa en la que disfruto de cada entrenamiento, notando la evolución física, bien preparado y muy fuerte. Con mi preparador físico, David Navarro, hacemos un trabajo espectacular porque lo que saca de mí es el nivel más alto que he tenido, ni cuando era campeón del mundo. A nivel anímico, también estupendamente. Tengo una ilusión tremenda en un combate difícil, aunque para un hombre de 46 años hasta levantarse por la mañana es un combate complicado», dice con el buen humor que le caracteriza.

«Rose es un rival que me motiva, me ayuda a activarme y cada día me levanto con muchas ganas, porque me acerca a mis objetivos: uno de ellos es ganarle a Brian Rose, pero es parte de una escalera de planes que me mantienen con una ilusión maravillosa». El nivel de Rose, según reconoce Martínez, es la gran piedra de toque desde su retorno: «Yo necesito una evolución lógica, y el problema sería haber tenido mucha prisa, querer disputar un mundial nada más volver habría sido un gran error. También llevo nueve meses apartado desde enfrentarme a Koivula, y se pierden cosas; iba a haber combatido en abril, luego en mayo… Y al final la inactividad se nota, se pierden ciertas facultades».

Le preguntamos por la situación del peso medio, donde pelea, y su idea de llegar al mundial. Nombramos a gente como Golovkin o Murata, campeones del mundo en la categoría que llevan mucho tiempo inactivos y sin citas anunciadas. «Yo voy a por todas, Golovkin, Murata, Eubank, me da igual, porque todos van a tener muchas dificultades, son muy buenos… Pero que se cuiden, que este viejito todavía puede. Sé que si me mido a ellos sería una prueba dura, ir por la cuerda floja, con los ojos vendados y los puñales esperando a mi caída, pero eso me gusta. El mundial sigue siendo el objetivo, estoy el número 3 de la WBA, que fue quien me abrió las puertas en mi vuelta, y le soy fiel, pero charlaremos si sale cualquier otra posibilidad».

Inevitable nos resulta hablarle de sus rodillas, que nos define como «en perfecto estado, espectaculares», y de los recuerdos de verle tan mermado ante Miguel Cotto en el Madison Square Garden neoyorquino: «Son cosas que pasan y realidades que uno tiene que afrontar, y esa era la mía en ese momento, donde también tuve que enfrentarme a fantasmas y miserias internas que me decían que había que combatir y ganar a toda costa, a cualquier precio. No era así, y ahora lo estoy gestionando mucho mejor». Tampoco estaba bien cuando peleó contra Martin Murray en Argentina, bajo un copioso aguacero en el estadio de Vélez Sarsfield, porque «me había fisurado la rótula en vertical, mi cuerpo no iba bien y fue un combate muy duro. Cuatro días antes me rompí la clavícula, pero no podía suspenderse el evento bajo ningún concepto en la última semana. Me costó mucho sacarlo adelante, no sé cómo, pero fue una experiencia de vida fantástica».

Otro gran recuerdo en la retina del aficionado español fue su pleito ante Julio César Chávez Jr, que pudo seguirse en abierto por Marca TV y congregó a millones de aficionados en directo y su redifusión, horas después. El duodécimo asalto, donde Martínez fue derribado y todos le pedíamos desde casa que se agarrase, no se nos va de la cabeza: «Si hubiera hecho ese agarre, si hubiera forzado el clinch, habría perdido. Habría ganado el combate, pero internamente sería perdedor. Ese día fue de los cinturones más importantes que gané por ese gesto que tuve en un momento en el que todo se tambaleó, y creo que hice lo que tenía que hacer, manejarme con inteligencia emocional e instinto. Por suerte, salió de la mejor manera posible. Cada día, y han pasado nueve años, estoy más convencido de que esa noche no me equivoqué».

Incluso yendo más atrás, le recordamos su duelo contra Margarito hace más de dos décadas, y lo rememora calificándolo como «fantástico el hecho de estar en la cartelera del Barrera-Morales I, uno de los mejores combates de la historia. Pero siempre nos quedará la duda de si Margarito tenía yeso en las manos», haciendo alusión a las posteriores trampas del mexicano.

«Durante muchos años estuve convencido de que no, hasta que aprendí de vendajes, y empecé a entender cómo funcionaba eso, porque recordé que me chocaba un coche con cada golpe; acabé con fracturas, fisuras, en la nariz, el rostro, el esternón… Y es raro, te digo con toda honestidad, acabar así en solo siete asaltos siendo un pibe joven y fuerte. A Cotto, a Kyvelos, a Cintron, que era fortísimo, qué raro que a todos les destrozó Margarito».

El sábado, el que intentará tirar los golpes más duros, siempre dentro de la legalidad, será el argentino.