Darío Pérez
@Ringsider2020
Fotos: Scott Kirkland/FOX Sports

El T-Mobile Arena de Las Vegas, Estados Unidos, fue sede de una de las veladas más esperadas del año. Su organizador fue Al Haymon, por medio de su empresa Premier Boxing Champions.

El filipino Manny Pacquiao (62-8-2, 39 KO) y el cubano Yordenis Ugás (27-4, 12 KO) disputaron una pelea con morbo por todo lo que había pasado en el último año con el mundial WBA wélter, de mano en mano como un cromo de La Liga a mediados de agosto.

Se iniciaron las hostilidades con los contendientes más preocupados de puntuar que de noquear, sabiendo ambos que sería una pelea larga y de desgaste. Hasta los últimos compases del tercer capítulo no se vio lo mejor de los dos veteranos que habitaban la lona en esta noche americana, con trueques de golpes de cierta enjundia. Eran, con la mayor honestidad posible, parciales complicados de puntuar, bastante faltos de dinamismo en ambos casos, quizá notando el efecto del tiempo o la inactividad, por lo que se llegaba a la mitad, incluso más allá de esta, de los doce asaltos reglamentarios con relativa igualdad, viendo a cualquiera de los dos venciendo según el usuario de redes sociales que opinase, incluidos prestigiosos cronistas.

Nada se veía de una supuesta grave lesión del cubano en sus extremidades superiores, como se dedujo de fotos previas al envite, porque este parecía mostrarse ágil y contundente con ambos brazos, a un nivel similar o incluso ligeramente superior al tagalo. Ugás siguió conectando los golpes más claros de la pelea y dominando el centro del ring, acentuando su dominio hasta los últimos tres minutos donde Pacquiao, quizá ya sin combustible en el depósito, lanzó manos erráticas que el cubano esquivó sin muchos apuros, mientras conectaba las suyas. Los jueces tenían su voz y así la mostraron, 115-113, 116-112 y 116-112 para Yordenis Ugás, una decisión razonable y que, probablemente, mande a Manny Pacquiao a dedicarse enteramente a su carrera política.

En el duelo coestelar, a diez capítulos y en el límite de los wélter, Víctor Ortiz (32-6-3, 25 KO), tras más de tres años inactivo, se puso de nuevo los guantes para enfrentarse a Robert Guerrero (36-6-1, 20 KO), en una pelea de calidad técnica limitada, pero mucho corazón. Así se vio en el último minuto del segundo asalto la primera ocasión donde ambos intentaron recuperar la gloria pasada y destapar el tarro de las esencias con un vibrante intercambio. Sin embargo, las piernas se fueron volviendo pesadas, los brazos no se levantaban con la misma facilidad y las ideas de quedaron en los guanteos previos, porque los asaltos posteriores no resultaron muy entretenidos, sobre todo para el sufrido espectador europeo (por el horario y por el carisma de los púgiles que siempre se pierde en el Atlántico). Así, sin demasiada acción y con el ojo del «Fantasma» Guerrero más cerrado que una hora antes, terminó la contienda, no demasiado atractiva. Los jueces tuvieron que intervenir, con triple 96-94 para Guerrero, al que habrá que ver en esta nueva andanza en las dieciséis cuerdas.

Ortiz-Guerrero

En el peso pluma y a doce asaltos, el filipino Mark Magsayo (23-0, 16 KO) lanzó ya a la lona a Julio Ceja (32-5-1, 28 KO) en el primer asalto, pero el Pollito mostró aguante, encaje y ganas de vencer para dar mucha guerra al Magnífico. Las enseñanzas de Ismael Salas en la esquina fueron más que útiles para que Ceja pudiera no solo sobrevivir, sino plantar cara a Magsayo en los rounds venideros. Así hasta el quinto asalto, donde Ceja castigó arriba y abajo (a veces, demasiado, sin consecuencias) al filipino, que se olvidó de salir de las cuerdas, hasta derribarlo en los últimos segundos con una mano curva sin apenas recorrido, pero dañina.

Ceja-Magsayo

Magsayo se pudo reponer, pero recibía muchos golpes al cuerpo y la iniciativa la llevaba el mexicano, aun viéndose más golpes claros del asiático. En el décimo episodio de los doce pactados, y tras prepararse con un par de combinaciones previas, Magsayo hizo honor a su sobrenombre con un tremendo KO propinado a Ceja (que llevaba la iniciativa en las tres cartulinas) en dos partes, un recto que ya era para finalizar el combate por el medio de la guardia, rematado con otra acertada puñalada según volvía de las cuerdas el mexicano. Gran aprendizaje para un Magsayo que se acerca irremediablemente al título mundial del peso pluma en múltiples organismos.

También en la categoría pluma, a diez rounds y con un título intermedio WBC en liza, el estadounidense nacido en México Carlos Castro (27-0, 12 KO) derrotó por KOT en el décimo asalto a Óscar Escandón (26-6, 18 KO), colombiano exaspirante al título del mundo, al que dominaba por puntos antes de derribarle en dos ocasiones, con parciales de 88-83, 87-84 y 87-84, en un entretenido combate. Castro fue de menos a más y dominó con claridad en los últimos asaltos del combate,