Carlos Utrilla
@CJBoxing

Valery Yanchy  (25-5-2) no ha podido ganar por segunda vez el campeonato de Europa del peso mosca, cayendo derrotado a los puntos ante Vincent Legrand (24-0), en combate celebrado el sábado noche en la localidad francesa de Bolougne-sur-mer.

El bielorruso afincado en A Coruña, que una vez más portó bandera española sobre el ring, ofreció un amplio despliegue de coraje ante un rival superior físicamente, más veloz y más técnico.

Un rival de mayor dificultad

Yanchy debería haber peleado con Thomas Masson, verdugo anteriormente de Silvio Olteanu y Angel Moreno. Sin embargo, una lesión de éste posibilitó el reemplazo por su compañero de entrenamiento, Vincent Legrand, pasando el título a estar vacante y ser ambos coaspirantes.

A diferencia de Masson, un hombre más de intercambio y choque, Legrand es un púgil que se caracteriza por su tremenda altura para la división y el correcto uso de esta condición. Un hombre que ha tenido una evolución espectacular desde su etapa amateur y su tibio paso por las World Series of Boxing.

La pelea comenzó como se esperaba, con Legrand usando constantemente el jab para tener alejado a Yanchy y sacando la izquierda cuando tenía oportunidad. El coruñés avisaba en este primer parcial con un par de volados de zurda sobre esa mano derecha del francés, frecuentemente demasiado baja (uno de sus puntos débiles, junto a la falta de instinto “killer”). También en ese primer round se produjo una acción clave: un choque de cabezas accidental se traducía en un corte profundo en la ceja izquierda del gallego, que no dejó de sangrar.

Vincent Legrand pronto cogió el ritmo a la pelea, basándose en ese jab y en combinaciones de dos, tres o cuatro golpes. Por su parte, Yanchy sólo acertaba a llegar de manera aislada con manos que parecían ser bien encajadas por su oponente.

Paso a la épica

A partir del sexto round, el coruñés intentó dar un giro al combate. Se tornó más ofensivo e intentó desesperar al galo bajando las manos o incitándole a que se lanzara a por él. Sin embargo, el local se mostró impasible y frío y siguió con su plan de pelea: desgastar a su rival poco a poco, mantenerlo a distancia con el jab y, cuando encontraba algún hueco, llegar con varias manos.

A pesar de que su esquina animaba a Yanchy a principios del octavo (“Combina un poco más. Mete presión que está cansado”), lo cierto es que la diferencia entre ambos era amplia y parecía que la mayor aspiración del buen púgil gallego podía ser acabar en pie los doce episodios. A punto estuvo de no hacerlo, ya que el árbitro reclamó la atención del médico en un par de ocasiones: en el décimo y, tras otro choque de cabezas, en el undécimo.

A pesar de lo aparatoso de los cortes, en ambas se dejó seguir, algo solicitado con insistencia por un bravísimo Yanchy, que pudo acabar el combate con la cabeza alta. Los tres jueces fallaron a favor del púgil francés, decisión unánime.