José Manuel Moreno
@josemorenoco

Se han dicho lindezas propias del boxeo antediluviano como «es una nena» o «está acabado». Me refiero a los pesos pesados el ucraniano Wladimir Klitschko (62-3, 52 KO) y el búlgaro Kubrat Pulev (20-0, 11 KO), que se jugarán mañana solo una de las coronas que ostenta el primero, la de la IBF. El menor de los hermanos ucranianos (Vitali, ya retirado, es político en su país) aún recuerda y le escuece la derrota ante el norteamericano Lamon Brewster de 2004. «Voy a estar agradecido de Lamon Brewster hasta la tumba. Fue una gran experiencia. Yo no cambiaría nada. La pelea fue fantástica. Por cuatro asaltos estaba ganando fácilmente y lo que pasó no importa. Pero fue una experiencia fantástica. Cuando miro esta pelea me da esa motivación y frescura» ha asegurado en las vísperas de su enésima defensas, el heredero de la llamada «tiranía de los Klitschko».

Desde aquel lejano 10 de abril de 2004 en Las Vegas, veinte victorias al hilo, algunas brillantes y últimamente con menos fulgor, y es que la edad también pasa para este fenomenal atleta de 38 años y 1,98 metros de estatura, siete centímetros más «pequeño» que su hermano Vitali. Kubrat Pulev, de 33 añosy 1,94 metros, lleva solo en el boxeo profesional desde 2009, ha sido campeón europeo, mas nunca jamás de los jamases se enfrentó a alguien de la experiencia, potencia y determinación que posee a espuertas su rival mañana en el O2 World Arena Altona de Hamburgo (Alemania). Curiosamente, en una maniobra inexplicable, el equipo de Pulev no pagó los porcentajes reglamentarios ni a la WBO ni a la WBA para que sancionaran el combate, por lo que solo estará en disputa el título de la IBF. Incomprensible. Pulev dio en la báscula 111,990 kg. y el actual campeón 111,490 kg. En las casas de apuestas, devuelven 1,16 euros por euro apostado por la previsible victoria del ucraniano, mientras que por el triunfo a la búlgara, dan nada menos que 5 euros del ala por euro apostado. Como para arriesgar. Al fin y al cabo, nadie es invencible. Ni siquiera Wladimir Klitschko, como le enseñó hace ya una década un tal Lamon Brewster.