German García
@grmanu

Cuando Floyd Mayweather anunció su retiro después de vencer por decisión unánime a André Berto el 12 de septiembre de 2015, todavía tenía 38 años, ningún síntoma de declive, en la cima de la galaxia era el rey del mundo, con un récord perfecto de 49 victorias sin derrotas. Dijo no más porque había llegado a la cúspide y no poseía otro sueño para luchar: multimillonario, mejor libra por libra del mundo, invencible y había liquidado a todo oponente con el mínimo chance de sorprenderlo. Un rival que pudiera hacerlo tocar fondo estaba con la misma caracterización que un dinosaurio: extinto.

Sin embargo, casi dos años han pasado y su mundo de entrenamiento colmado de exigencia hasta el límite, llegando hasta el punto tope de sus facultades en el gimnasio, lo ha cambiado por las noches de juerga y la compañía constante de distracciones. Aunque nunca fue un ejemplo fuera del cuadrilátero, siempre que tenía un compromiso programado en su mente sólo calaba una palabra sin objeciones: la victoria. Se había convertido en el enemigo público número uno, y por sus puños pasaban desfilando grandes peleadores que Mayweather los hacía polvo, inutilizados.

EL TIEMPO NO PERDONA
A Sugar Ray Leonard no sólo se le recuerda como un boxeador antológico, sino que también fue cobijado por la terquedad. Quiso regresar al boxeo en 1997 con 41 años frente a Héctor “El Macho” Camacho después de seis años fuera del boxeo y se vio como una caricatura de su grandeza. En cinco asaltos fue noqueado. Hay tantos ejemplos de antaño como de la actualidad, tal es el caso de Ricky Hatton, quien siendo joven con 32 años decidió colgar los guantes tras el nocaut terrorífico sufrido ante Manny Pacquiao. No obstante, sintió que podía volver y llegar nuevamente a las alturas, a pesar de su descuido físico. Regresó para ser noqueado en nueve rounds por Vyacheslav Senchenko.

Muhammad Alí también fue tentado por la pasión del cuadrilátero. Sin tener nada que demostrar decidió subirse otra vez a los encordados, luego que decidiera retirarse en 1978 al vencer en la revancha a Leon Spinks. Larry Holmes y Trevor Berbick aprovecharon a un peleador de 39 años, con síntomas del Parkinson y con el aguijón debilitado. Ese Alí ya no picaba como abeja ni volaba como mariposa.

¿Qué puede pasar con Mayweather? Aunque tiene todo a su favor contra un Connor McGregor carente de habilidades boxísticas, el paso del tiempo no perdona. Si bien es cierto que saldrá como favorito, ese será su talón de Aquiles, el único argumento a favor del peleador de artes marciales mixtas: el peso de las cuatro décadas y los dos años fuera de toda actividad deportiva del estadounidense.