Darío Pérez
@Ringsider2020

Previo a la conexión televisiva de DAZN para la gala del Katie Taylor vs. Miriam Gutiérrez, la velada comenzó con el triunfo en el peso semipesado de Thomas Whittaker Hart (5-0, 2 KO) sobre Jermaine Springer (7-2, 1 KO) por puntos, en decisión del juez único, por 79-74.

En el segundo combate de la gala, el británico nacido en Pakistán Kash Farooq (14-1, 6 KO) se medía al mexicano Ángel Avilés (20-6-1, 6 KO). Diez asaltos dentro del peso gallo que vieron a un aguerrido Avilés lanzando más manos que Farooq en los asaltos iniciales, pese a la ventaja técnica del local.

Avilés se había pasado del peso pactado y fue de más a menos, reduciendo el volumen de golpes en beneficio de un Farooq que iba entrando en su distancia. Al inicio del quinto asalto, Farooq comenzó a meter una marcha más, y combinaba en la cabeza y el tronco del azteca con certera precisión. Esa era la tónica de la parte media de la pelea, mostrando Avilés una destacable resistencia al castigo y Farooq cierta falta de contundencia.

Alguna mano a la contra del mexicano, cómodo de espaldas al ensogado, hizo que Farooq prefiriese dejar las florituras para otro día y asegurar el triunfo, lo que redundará en confianza tras su derrota de hace un año. Se centró en ganar recibiendo el menor daño posible, y así fue: decisión unánime a favor de Ukashir Farooq con puntuaciones de 100-90, 100-91 y 99-91 y el título intermedio WBA de rigor.

El peso supermedio contemplaba a John Docherty (9-1, 7 KO) y Jack Cullen (19-2-1, 9 KO) en el combate previo a los tres mundiales femeninos que vendrían a continuación. Era una eliminatoria para disputar el título británico, y, tras un pesaje con cierta agresividad, el combate no defraudó. A los pocos segundos del primer sonido de campana, con ambos contendientes ocupando el centro del ring, primera (y sería la única) caída: Cullen besaba la lona tras varias manos cruzadas, pero sin sufrir daño relevante.

Los púgiles no rehuían el cara a cara, con la mayor parte de la acción en la corta distancia. Ya desde el tercer asalto, tanta cercanía de cabezas y golpes cercanos provocaba el primer corte serio, en la ceja de Docherty. La tónica del combate era parecida según avanzaban los rounds, pero el cansancio hacía mella y lo que antes era corta distancia, en el ecuador de la pelea era media; en todo caso, difícil de puntuar.

Cullen parecía estar en mejor condición física y conservaba su fortaleza intacta, lo que confirmaba el hecho de que Docherty «dejó caer» el bucal al suelo dos veces en el minuto final del octavo episodio. Se consumieron los treinta minutos de boxeo y parecía que Cullen había hecho una segunda parte de la pelea mucho mejor que Docherty, aunque era la hora de los jueces: 96-94, 96-94 y 95-94 confirmaban la victoria de Jack Cullen, aunque curiosamente dos de ellos no tuvieron en cuenta la caída del primer asalto.

Llegaba la hora de la verdad. Tres combates femeninos y tres representaciones de nuestro país, en una u otra medida. El primero de los combates, que teóricamente iba a ser en disputa del título mundial WBA gallo, se quedó sin premio en forma de campeonato del mundo, ya que ambas boxeadoras se pasaron del límite de la categoría (Rachel Ball inducida por la promotora, ante la previsible diferencia entre ambas). Estaría en juego finalmente el WBC supergallo interino para Ball, un cambio de última hora que no habla muy bien de la seriedad de estos organismos.

Jorgelina Guanini, que fue avisada del combate con poco más de una semana de antelación, no pudo ni siquiera cumplir con el supergallo pese a raparse la melena en el intento. El combate en sí mostraba una diferencia de altura notabilísima en favor de la pelirroja británica, por lo que Ball intentaba controlar la distancia con el jab. Guanini buscaba moverse para evitar los largos brazos de la local y entrar en la distancia, pero no lo hacía con la frecuencia exigida para ganar por puntos (sobre todo, siendo la visitante).

La diferencia de altura era tan acusada que Guanini tenía casi imposible llegar con crochés por fuera de la guardia, golpe que intentaba varias veces en cada asalto. Otro envite en el que los jueces tenían trabajo arduo para puntuar lo que se veía entre las dieciséis cuerdas, porque la igualdad, dentro de la propuesta de cada boxeadora, parecía insalvable.

Finalizados los diez asaltos, los oficiales daban su veredicto: 99-91, 99-91 y 99-92 para Rachel Ball, unas puntuaciones que no reflejaban lo igualado de la pelea.