Durante un tiempo, la pelea más interesante y lucrativa que podía darse en el boxeo mundial fue el duelo de pesos pesados británicos entre Tyson Fury y Anthony Joshua.

Se daban varios hechos que podían convertir el duelo en multimillonario: sería un derbi entre compatriotas, ambos atesoraban todos los títulos mundiales, había tremenda animadversión entre promotores y eran dos estilos de boxeador y ser humano totalmente diferentes.

Como es habitual, Tyson Fury utilizaba las redes sociales para meterse con su potencial adversario, llegando al insulto en diversas ocasiones. Por el contrario, en otras le conminaba a Joshua a entrenar con él si quería vencer a Oleksandr Usyk.

En cualquier caso, el tiempo pasó, Joshua se bajó del Olimpo de los campeones y ha ido reconstruyendo su carrera, mientras que la imagen de Fury ha sufrido un deterioro al medirse a rivales muy inferiores, posponer varias veces la unificación total con Usyk y sufrir contra un luchador de MMA que debutaba en el cuadrilátero como Francis Ngannou.

Ahora se han revitalizado, con la entrada de los petrodólares sauditas, las posibilidades de que Fury y Joshua puedan medirse en el ring, dentro del ecosistema de Riad, ahora preponderante en el boxeo mundial. Se dice que, tras el pleito (o dos, según se dice) de Fury con Usyk, los británicos por fin disputarían ese choque de colosos.

Fury ha ido moderando sus palabras con Joshua con hechos como el encuentro de su padre, John Fury, con su antagonista. El patriarca del clan le dijo a AJ que era un fan suyo y se mostraba agradecido por su oro olímpico y lo que había hecho por este deporte. Así, el aún campeón mundial WBC ha hablado sobre Anthony Joshua en estos términos: “Nos hemos llamado cosas, sí, pero nunca ha sido nada personal por mi parte ni viceversa. Si estuviera aquí ahora, nos tomaríamos una cerveza y un bocadillo, o le llevaría a casa a conocer a mis hijos y hacerse una foto. Hay que distinguir las cosas, no hay mala sangre entre dos boxeadores profesionales”.