Gustavo Vidal
@Riego357

Cuando la revista The Ring calificó en 1997 a Ray Sugar Robinson como el mejor púgil de la historia, libra a libra, sin duda recogía lo que pensaban los más cualificados expertos…

Fue el mejor boxeador de la historia. Yo aprendí a moverme viéndole pelear (Muhammad Ali).
Primero está Sugar Ray Robinson, y tras él los 10 mejores boxeadores de todos los tiempos (Cus Damato, entrenador de Mike Tyson y Floy Patterson)
Algunas veces me han comparado con Sugar Ray Robinson. Es un honor, pero no hay comparación. Ray Robinson fue el más grande (Sugar Ray Leonard)

Y la lista de entusiastas de Robinson podría prolongarse horas.
En su plenitud fue prácticamente invencible. Si el mítico Jack Dempsey aseguraba que “en el boxeo nadie lo tiene todo”, Ray Robinson constituyó, sin duda, la excepción a la regla. Reunía todo: pegada, encaje, fondo, valentía, genialidad, técnica, estilo, estrategia, juego de piernas, velocidad… Robinson podía derribar a cualquier rival desde cualquier ángulo y distancia, tanto con la izquierda como con la derecha.

Tras once años de profesional, atesoraba 128 victorias y una sola derrota, ante el legendario Jake LaMotta, el toro del Bronx. Solo a partir de los cuarenta años, y por cansancio físico, acumuló derrotas en su récord glorioso de más de doscientas peleas y numerosos campeonatos del mundo en el welter y medio.

De cualquier modo, no olvidemos que entonces se combatía ante gladiadores forjados en el hambre, el dolor y la rabia. Los púgiles peleaban con una frecuencia mareante, no pocas veces bajo la presión de codiciosos hampones y sin tiempo ni oportunidad de restañar los estragos, pues, en recordadas palabras del mismísimo Tex Rickard “Cada día llega un chico nuevo al gimnasio”.

Después de visionar —y deleitarnos— con las peleas que generosamente disfrutamos en internet, solo cabe concluir que Robinson, el boxeador bailarín, se habría ceñido hoy al menos cinco coronas: wélter, superwélter, medio, supermedio y semipesado.

Lamentablemente, Ray Sugar Robinson nos dejó un 12 de abril de 1989. Nos quedan numerosas filmaciones de sus grandes combates. Degustemos sin demora aquel desbordante talento pugilístico.