Si nuestros archivos no nos engañan, en el mes de marzo de 1964, Televisión Española emitió por sus canales, y en diferido, el primer combate de boxeo de su historia, concretamente el Cassius Clay- Sonny Liston. Tal acontecimiento deportivo nos dio pie para iniciar en el ya desaparecido periódico tinerfeño «La Tarde» un espacio que titulamos «Teleboxeo», que fue recogiendo, estimamos que fielmente, todo lo que el referido medio de comunicación nos iba ofreciendo sobre el pugilismo, o sea, no solamente los combates en diferido sino los ofrecidos en directo, desde campeonato mundiales, de Europa y de España, hasta los Juegos Olímpicos y del Mediterráneo, sin olvidar, por supuesto, aquella películas que ya habían sido exhibidas por las pantallas comerciales(«Más dura será la caída», «El ídolo caído», «Marcado por el odio», etc.etc), o aquellos telefilms producidos y proyectados por la misma cadena nacional( «La izquierda de un campeón retirado, de la serie «Los camioneros», etc) que, en aquellas décadas de los 60 y 70 del pasado siglo, representaron vitales imágenes de las que los aficionados a este deporte de contacto nos beneficiábamos.

Después recordarán que, salvo en la época en  que Pilar Miró cogió las riendas de T.V.E., las «pantallas oficiales» de este potente medio de comunicación se apagaron totalmente para el boxeo. Luego, afortunadamente, surgieron las cadenas privadas donde, por ejemplo, y como tabla de salvación-oasis, surgió, primero «Eurosport» y, ahora, «Marca», ¡gracias, muchas gracias,  Marquiegui y compañía!

Recordar es retroceder para quedar donde queremos. Recordar es un volver a vivir aquello que se fue…Y el cronista, de nuevo, quiere seguir recordando, junto a todos los afines a Espabox, y con sus respectivas anuencias, aquellos combates que tuvieron, años atrás, la suerte y el privilegio de ser difundidos por Televisión Española que, no hay que olvidarlo, ejercía un férreo monopolio..

Y los seguiremos recordando a través de las crónicas que hilvanó, en las referidas y lejanas épocas, quien suscribe, con sus posibles aciertos, con sus evidentes errores- que le otorgan su carácter de humano-  y sus puntos de vista tan particulares como sinceros. Respetaremos dichas crónicas en su integridad. Procuraremos no modificar los textos que, reiteramos,  fueron publicados en el ya citado y desaparecido periódico tinerfeño «La Tarde» que, por cierto, atesoraba un director auténticamente inolvidable, don Víctor Zurita.

El espacio, que bajo la generosidad der Espabox, comenzamos a difundir hace ahora casi tres años, reinicia ahora una nueva andadura con la misma y genérica portada: Teleboxeo; luego, el título de la crónica; el escenario del encuentro; la fecha de éste; sus protagonistas; el resultado técnico y el posible título en juego y, por último, el texto y comentario del aludido combate.

Después de este obligado y amplio prólogo, les ofrecemos:

Teleboxeo XXXIX.

Jimmy Ellis volvió a ser «sparring» de Cassius Clay

Houston, 26 de julio de 1971.Cassius Clay venció por k.o.técnico en el 12º asalto a Jimmy Ellis

Cuando Jimmy Ellis se erigió con su ya perdida «media corona» mundial de los pesos pesados,  Cassius Clay, el entonces despojado monarca, dijo, sonriente, a los periodistas:

-Me han robado el título y han hecho campeón a mi «sparring» A este paso hasta mi cocinero será campeón del mundo.

¿Pero de verdad que anoche era el rival de Cassius Clay, Jimmy Ellis, el que hace poco, por televisión, vimos imponer su técnica y estilo ante la bravura de Jerry Quarry? ¿Era aquel Jimmy Ellis que, en estupendo combate, envió en tres ocasiones a la lona al mismísimo «Ringo» Bonavena, el argentino que más tarde se encargaría de amargarle la vida a Clay?

Es para desorientarse. En efecto, sabíamos que Ellis había sido, años atrás, «sparring» de Clay; pero lo que nunca imaginamos es que cuando el alumno tuviere enfrente a su maestro  volviese a interpretar el digno y oscuro papel de «sparring». Pero ¡cuidado!, un maestro con cien kilos de peso, que procuraba disimularlos enfundándose en «bermudas»; un maestro que si estuvo bailando durante los escasos doce rounds-¿pero que clase de entrenamientos hace este hombre?- también bailó su grasa, su adiposidad, su evidente pesadez.

No. Clay no era ahora el maestro de antaño. Ni creemos que lo será jamás. Ha sufrido cuarenta y dos meses de inactividad. Ha engordado. Tiene muchos michelines reñidos con el gimnasio. Ahora, por la pequeña pantalla, jugó con Jimmy Ellis, pero no caigamos en el espejismo. No volvamos a cometer la torpeza de lanzar las campanas al vuelo como cuando pulverizó en su combate de reaparición al rocoso Jerry Quarry, víctima de un  impacto genial, ya que Ellis, en esta contienda, salió muy acomplejado, con respeto, casi, casi, de esclavo, impotente en la ofensiva, pueril en los contragolpes, con miedo de dañar el rostro de su antiguo «amo», que con su látigo de izquierda parecía todo un domador ridiculizando los torpes desplazamientos de su antagonista, que con su cabellera «hippie» hacia aún más hilarantes aquellas escenas de un pseudo combate que tenía como finalidad buscar un nuevo rival para el joven Joe Frazier.

El Clay-Ellis nos hizo recordar los entrenamientos de Pepe Legrá en la idílica localidad gomera de Tecina. Allí, el cubano-español tenía que entrenarse, de vez en cuando, con muchachitos de dicho rincón sureño para «coger reflejos». Y se dejaba golpear poniendo su faz a mereced de aquellos improvisados «sparrings» . ¿Por qué haces esto, Legrá?, le preguntamos en una ocasión. Y nos respondió: «Esos golpes son caricias. Lo que yo necesito es coger agilidad, moverme, adquirir  reflejos. Y ellos, con su entusiasmo, me lo proporcionan».

El Clay-Ellis fue eso, un puro entrenamiento. Pero un entrenamiento con taquilla.Y cara. Había que satisfacer a la concurrencia. Había que desechar un engaño. Y Clay, en el último asalto,  lanzando sus puños con más coraje que precisión-porque hasta eso ha perdido- hizo que el árbitro detuviese la desigual contienda. Un combate sumamente cómodo en el que Clay hasta no tuvo oportunidad de ofrecer sus habituales gestos altisonantes, despectivos que, algunas veces, constituyen un poco de su  «show Clay».

Para nosotros, esta contienda ha despejado algunas incógnitas que, en el futuro, podrían ser distorsionadas por la genialidad de Clay. Y es que Cassius con 29 años, con 100 kilos y con un lastre de 42 meses de inactividad, es muy difícil que recupere la forma física que le distinguió como insuperable hace cuatro años. Clay, en estas precarias condiciones, podrá seguir batiendo a púgiles acomplejados y medrosos; a boxeadores previamente desmoralizados, obsesionados, aún, por la fama de» aquel otro Clay»; pero aquel «loco de Louisville», que «electrocutó» al desaparecido Sonny Liston; que se ensañó con Floyd Patterson; que tiñó de rojo a Henry Cooper; que postergó a Brian Loindon ; que sin zapatillas de ballet interpretó magistral danza ante Karl Mildenberger y que demostró clase y estilo «sui generis» ante los Cleveland Williams, Ernie Terrel  y Zora Folley …A ese ego llamado Clay, no lo volveremos a ver…

Y ahora, con estos antecedentes, podemos afirmar que Cassius Clay no está en condiciones de anular y frenar la cintura, rapidez y ritmo trepidante del joven Joe Frazier, que habrá tenido que frotarse las manos de satisfacción, al comprobar la paulatina decadencia  de un ídolo llamado Cassius Clay.

Antonio Salgado
ansalpe38@hotmail.com