Antonio Salgado
Crónicas históricas ante el televisor

(Madrid, 1 de octubre de 1965. Juan Albornoz «Sombrita» vence por puntos al italiano Luigi Braccini)

Si hemos de ser sinceros, diremos que el match no fue precisamente un camino de rosas para el paisano, para Juan Albornoz Hernández “Sombrita”, actual campeón de Europa de los pesos superligeros, tras su triunfo, en Tenerife, ante el italiano Sandro Lopopolo.

Y no fue fácil a pesar de las cinco caídas que sufrió su rival, el trasalpino Luigi Braccini. El combate estaba concertado a la distancia de diez asaltos. No había, por supuesto, ningún título en juego. Luigi, boxeador veterano en edad (29 años), pero no así en número de combates celebrados (30), se nos antojó, desde el primer cambio de golpes, como un púgil intranquilizador, sobre todo para el campeón continental, gran blanco para las derechas antagónicas, arma que el extranjero lanzaba en alocados swings que, a veces, ofrecían una trayectoria fácil de predecir.

Braccini, sin estilo, tosco en su deambular por el ring, agazapado en una hermética guardia, ripostador en aisladas ocasiones, sustituyó, a última hora, al argelino Mohamed Ben Sai, al que la Federación Francesa no le otorgó el permiso de desplazamiento.

Sombrita empezó muy alegremente su enfrentamiento, pero a partir del segundo asalto, cuando encajó un “inesperado” derechazo de su rival, adoptó las precauciones de rigor. Era el primer combate que el tinerfeño realizaba después de conquistar la citada diadema europea. Es inexplicable que un boxeador como Sombrita, con un título de tal categoría en sus sienes, auténtico cheque en blanco en todos los cuadriláteros del Continente, haya estado apartado de los rings por espacio de casi tres meses.

Ahora que tiene la gran oportunidad de su vida no ha sabido o no ha podido aprovecharla al máximo, porque en su caso era como para haber celebrado un par de combates más, aireando su liderato por escenarios donde las bolsas hubiesen compensado, con creces, los sacrificios a que se tuvo que someter para alcanzar su actual y privilegiada situación.

Frente a Braccini evidenció, no obstante, excelente forma física, detalle esperanzador para su próximo y comprometido encuentro con el zurdo alemán Willy Quator, por el título europeo de los superligeros, combate que se llevará a cabo, como ya se ha confirmado, en Berlín, y donde el paisano percibirá, dada su situación de campeón, una respetable bolsa de 540.000 pesetas.

Frente a Braccini, Sombrita puso de manifiesto, una vez más, la matemática precisión de sus impactos, que aunque no llevaban el signo de KO (con aquella movilidad no puede existir apoyo y contundencia en el golpear) sí lograban el aturdimiento momentáneo de un pugilista que no podía esquivar la rapidez de aquellos dos puños lanzados por una anatomía, que en apariencia era doble, pero que en la romana, había arrojado el mismo peso.

En técnica, estilo y habilidad, la diferencia era casi abismal. Así lo pudieron presenciar los millones de televidentes que, por primera vez, y a través de Televisión Española, veían una actuación completa del paisano a través de la micropantalla.