Christian Teruel
@Chris_Le_Gabach

No voy a descubrir la fórmula de la coca cola ni poner nada escrito ya, si digo que los organismos son uno de los males del boxeo. De todos es sabido lo mal que gestionan y actúan, y el poco saber estar que tienen. Además, tal es su torpeza que hasta cuando intentan hacer las cosas medianamente bien y de manera decente, alguien sale perjudicado. En este caso el afectado es Regis Prograis.

Y digo esto porque el púgil americano no fue ni siquiera considerado para aspirar (siendo rumoreado que hasta Teófimo López estaría en la terna) a alguno de los dos cinturones del peso superligero (WBA y WBC) a los que Josh Taylor ha renunciado. El organismo de la faja verde y dorada ordenó el Zepeda–Ramírez para disputar su título vacante, algo que parece razonable habida cuenta de que son boxeadores que lo merecen, son los clasificados más altos y es una pelea bien casada, fácil de hacer (ambos están bajo el paraguas de Top Rank) y muy atractiva para los aficionados.

No obstante, Regis “Rougarou” Prograis no fue tomado en cuenta en ningún momento, a pesar de estar involucrado en los mecanismos del WBC para tener la oportunidad de luchar por el titulo después de ganar a McKenna el pasado marzo. Curioso que JC Ramírez sólo haya tenido que pelear una vez para tener ocasión de recuperar el cinturón perdido ante Taylor.

Peor fue lo de la WBA, cuyo método para elegir los candidatos al cinturón vacante fue abrir un proceso de escucha, tipo casting del “Tú sí que vales”, por los cuales los seis mejores situados en sus listas darían sus razones para aspirar a él. Procedimiento en el que el ninguneo a Prograis fue mayor al colocarlo como sustituto de los sustitutos, a pesar de ser un excampeón bien colocado en la lista de este organismo y de venir de tres victorias por KO tras perder la corona. Y todo ello bajando al barro para boxear en veladas circenses de Triller o en Dubai como de semifondo de Sunny Edwards.

Algo que no es para nada indecoroso, menos para una persona que sabe lo que es que ese barro arrase con toda tu ciudad y se trague un hogar al que no volver jamás, teniendo que empezar desde cero como le ocurrió a él tras el paso del Huracán Katrina en 2005. Hecho que, lejos de marcarle, lo ayudó a ser más determinado y alejarse de la vida material para concentrarse en el objetivo de ser el campeón del mundo (el primero que ha dado Nueva Orleans tras la pérdida de tal condición por parte de Willie Pastrano en 1965).

La desconsideración no es desagradable por el motivo de no aspirar a un estatus que, a diferencia de antaño, carece de ser genuino, si no por no valorar merecidamente el esfuerzo de levantarse tras una caída. Situación esta muy en boca de todos, pero poco puesta en práctica.

El apodo de Prograis, “Rougarou”, es el nombre de una bestia de la leyenda cajún, una especie de hombre lobo legendario que se alimenta de almas y vive en los pantanos de Nueva Orleans, una especie de “Coco” con el que los padres asustan a los niños que se portan mal. Actitud esta que
coincide con la de los presidentes de los organismos y que seguramente, conscientes de ello, mirarán debajo de la cama cada noche.