Daniel Pi
@BastionBoxeo

Que los rankings mundiales no están configurados de manera lógica o adecuada, o sea que no ordenan de manera descendente a los mejores aspirantes posibles de cada división, es un hecho por todos sabido. De todos modos, casos como esta defensa del cinturón mundial WBO del peso supermedio por parte del campeón Gilberto Ramírez (37-0, 25 KO) ponen de manifiesto hasta qué punto las listas necesitan ser enmendadas, ya que no es posible que Habib Ahmed (25-1-1, 17 KO) estuviese posicionado 4º cuando ni siquiera debería estar remotamente cercano al top 15.

En cualquier caso, no pasando por alto la carga de responsabilidad que tiene el promotor Bob Arum por seleccionar a un oponente tan por debajo del nivel de su boxeador, además para un combate estelar, el resultado de esta disparidad en la calidad de los contendientes se tradujo en un choque de casi nulo interés en el que al fin Ramírez logró poner fin a su racha de victorias a los puntos, todas desde noviembre de 2014, con un nocaut técnico en el sexto asalto.

Con una gran ventaja física en altura y alcance, además de una superioridad técnica manifiesta, Ramírez no tuvo problemas para imponer su jab ante un Ahmed que al inicio a penas hizo otra cosa que errar este mismo golpe y lanzar alguna derecha recta. Sin verse preocupado por las acciones de su oponente, “Zurdo” fue soltándose y combinando manos, por ejemplo, en uno-dos-hook o encadenando uppercuts y ganchos, aunque tampoco se volcó al ataque ni recurrió a una cadencia de golpeo excesivamente elevada. Pese a ello, sólo con ir anotando su golpe ascendente al rostro y sus hooks al torso, el trabajo de Ramírez resultó lo suficientemente complejo para que Ahmed se viese neutralizado y recurriese a lanzar su mano derecha, la que le había dado algunos resultados a la contra, con cierto desespero.

Tan evidente resultaba que el enfrentamiento se encaminaba a una detención que Ahmed trató de realizar alguna precipitada arremetida para disminuir la presión que recibía, pero los pasos atrás del mexicano dejaron estas ofensivas sin ningún efecto. El único inconveniente severo que el monarca sufrió en la pugna fue un corte en su ceja izquierda por cabezazo involuntario en el tercer round, pero nada tardó en hacérselo pagar a su adversario con ganchos al cuerpo que parecieron dañarlo.

Si Ahmed ya se mostraba desordenado y limitado en perfectas condiciones, cuando los apuros aparecieron la situación empeoró, pasando a tratar de aguantar en pie la contienda como fuese, tanto corriendo como con golpes disuasorios, si bien Ramírez intensificó sus ataques y en el quinto episodio lo estremeció con rectos de mano adelantada y diversos hooks. Este fue el presagio de lo que sucedería en el siguiente round, en el que el acecho de Ramírez llegó a ser respondido por Ahmed dándole la espalda y echando a correr, antes de que un gancho diestro lo estremeciese seriamente y precipitase unas andanadas finales que llevaron al tercer hombre a intervenir para detener el encuentro.

Ya hace cerca de dos años que Ramírez se coronó ante Abraham y han sido muchas las frases que él y su promotor han dejado asegurando que querían pactar grandes peleas. En contraste con dichas pretensiones encontramos la negativa a participar en las World Boxing Super Series y ningún intento serio de llegar a un acuerdo para unificar o medirse a un retador de la élite. Como todos los aficionados les reclaman, incluidos los seguidores de Ramírez, ahora es el momento de dar ese paso definitivo hacia adelante y buscar una pelea trascendental que demuestre de qué está hecho el primer campeón que el boxeo mexicano ha tenido en el peso supermedio, puesto que de lo contrario los pretendidos intentos de expandir su fama se verán hundidos en las críticas por el escaso nivel de oposición al que está teniendo que hacer frente.