Daniel Pi
@BastionBoxeo

Parece que las malas relaciones entre Bob Arum y Mikey García encontrarán indirectamente este sábado otro lugar para la confrontación, puesto que la mayor pelea de la carrera del imbatido campeón mundial WBO del peso pluma Óscar Valdez (23-0, 19 KO), un ídolo en ascenso entre los mexicanos de ambos lados de la frontera con Estados Unidos y que pertenece a la escuadra de Top Rank, se producirá a la vez que el campeón en tres divisiones realizará, en otro evento y en otra cadena, su asalto mundialista en el peso superligero.

La coincidencia es fruto de la casualidad, dado que el calendario de eventos había sido pactado entre Arum y ESPN desde hace tiempo y fue necesario aplazar hasta el primer fin de semana posible el encuentro de Mikey García por una lesión de Lipinets, pero a consecuencia de esta simultaneidad en las peleas ninguna de las dos partes verá sus números alcanzar cifras ideales por la ineludible división de la atención entre los mexicano-estadounidenses.

Sin recurrir a comparaciones deportivas con el campeonato García-Lipinets, la cuarta defensa de Valdez, la que realizará este sábado en el StubHub Center de Carson (Estados Unidos), será verdaderamente estupenda, ya que la realizará ante el excampeón mundial del peso supergallo Scott Quigg (34-1-2, 24 KO), un durísimo peleador que será un formidable test para las ambiciones del invicto monarca y una perfecta forma de intentar aumentar su prestigio. Con todo, si bien la pelea será contabilizada como una puesta en juego de Valdez, el británico no podrá aspirar a la corona al fallar en la romana nada menos que por 1,300 kg.

Aun así, y aunque esta desventaja ilícita debería relativizar el resultado o la actuación del titular, este se considera el momento apropiado para que Valdez se sacuda muchas críticas que se han ido acumulando por su actuación ante Miguel Marriaga y, especialmente, por su duelo más reciente ante Genesis Servania. A pesar de que en ambos casos logró una victoria clara y evidenció su fantástica técnica y potencia, las dos veces sufrió serios problemas, siendo estremecido y desgastado ante el colombiano y viéndose derribado y hostigado por el filipino, considerando muchos que poco durará su reinado si pasa por tantas dificultades ante púgiles que no son parte de la élite.

Para replicar a estas valoraciones negativas, Valdez se mide a un Quigg que es actualmente uno de los aspirantes mejor valorados del peso pluma y una garantía de exigencia por su enorme encaje, su gran resistencia física y su tremenda pegada, virtudes que deberían preocupar a un Valdez que erróneamente se está empeñando en cruzar golpes con boxeadores igual o más fuertes que él.

Dicho esto, igualmente el favorito para imponerse será Valdez, que posee una técnica infinitamente superior, un boxeo muchísimo menos rígido, que es más rápido de manos y piernas y que ejecuta sus acciones de una forma manifiestamente mejor. Además, aunque Quigg ha vencido con bastante contundencia sus pugnas desde que entrena con Freddie Roach, su defensa no ha mejorado ni un ápice, siendo su guardia un absoluto coladero en su última pelea ante Oleg Yefimovich, en la que venció a base de pegada y tolerancia a los puños recibidos.

Así, combatiendo contra un Valdez ante el que no se podrá permitir ese lujo, Quigg parece destinado a perder si no aborda la pelea con mayores precauciones y cierta dosis de astucia, más aún si el campeón explota a distancia las vulnerabilidades del británico y no le deja desplegar su boxeo a base de frecuencia de golpeo y dinamismo. Con todo, será difícil que, en su falta de constancia estratégica y en su empeño por contentar al público, Valdez no se vea llevado a cruciales intercambios, cuyos resultados podrían decidir la pelea. En esta situación tendrá que andarse con mucho cuidado con los ganchos diestros y los uppercuts de un Quigg que en la corta verá la mejor opción de decantar de su lado una pelea que con toda probabilidad será trepidante.

Como se ha dicho más arriba, en el paso por la báscula Quigg dio 58,400 kg, un kilo y doscientos gramos por encima del límite del peso pluma. Como la cifra supera por más de 900 gramos el peso en que se debería haber producido este mundial, la comisión californiana no permitió, según sus normas para proteger a los boxeadores, que Quigg tratase de bajar este exceso. Por lo que se refiere a Valdez, éste dio 57,100 kg y se mantuvo por debajo del límite de los 57,200 kg.