Daniel Pi
@BastionBoxeo

Tras haber ofrecido Fury actuaciones muy poco impresionantes ante rivales limitados y estando todavía sacudiéndose los problemas padecidos después de su triunfo ante Klitschko, es difícil considerar que esta pelea llega en el momento óptimo. Sin embargo, este sábado en el Staples Center de Los Ángeles (Estados Unidos), el campeón mundial WBC del peso pesado Deontay Wilder (40-0, 39 KO) y el exnúmero 1 de la división Tyson Fury (27-0, 19 KO) se verán las caras en uno de los mayores duelos en el peso máximo actual, del cual saldrá un fortalecido antagonista a los planes de reinado indiscutido de Anthony Joshua.

Siendo una constante histórica que el peso pesado despierte más interés y llene más páginas en los medios especializados y en los generalistas, incluso si pasa por un momento de crisis, es comprensible la agitación que el Wilder-Fury ha despertado.

Ciertamente, las inapropiadas comparaciones con choques como el Ali-Foreman o el Holyfield-Tyson, han hecho que muchos vean el cruce de este sábado casi como una pantomima, no siendo tampoco comparable el grado de atención que una vez la división tuvo. Pero, a pesar de los estándares actuales y de que el choque no ha llegado en un momento ideal, el Wilder-Fury ha despertado una apreciable expectación que se ha tratado de acrecentar con una insistente promoción. Esto se ha materializado en multitud de declaraciones de los protagonistas cada día y en continuas publicaciones de las reacciones que despierta la pugna entre boxeadores, entrenadores, promotores y analistas.

Entre los que no tienen buenas expectativas del combate, se encuentra, como no, el promotor de Joshua, Eddie Hearn:
“Creo que va a ser una pelea terrible, que va a ser un asco. No me malinterpretéis, Fury lo frustrará, lo agarrá, lo aguantará, lo girará, lo empujará y lo volverá a hacer. Y Wilder quizás irá por detrás después de un par de asaltos. Pero eventualmente le tomará la medida. Y cuando lo haga, pienso que ganará la pelea”.

Esta opinión está muy extendida, por lo que, si bien es visible el interés que el Wilder-Fury despierta en la prensa internacional y en foros y redes sociales, muchos duden de cuál será su éxito en las ventas del pago por visión (tiene un precio de 66 euros en HD). Quizás, el éxito del PPV parezca un extra para una pelea que, teniendo en cuenta las dudas del estado de Fury, podría haber sido emitida en abierto, pero para Wilder resulta una cuestión vital para tener poder en la mesa de negociaciones. Hay que recordar que Hearn señaló que si el Wilder-Fury vende un millón de PPV aceptará una repartición 50-50 para el combate Joshua-Wilder, pero que si se mantiene sobre 500.000 sólo aceptará un 60-40, que se reduciría a 80-20 si hace menos de 300.000.

Por otro lado, otra preocupación económica del choque es la venta de entradas, ya que a inicios de noviembre sólo se habían cubierto 8.000 (en un estadio con capacidad de 19.000), no fueron puestas a la venta todas la butacas del recinto en inicio y no se sacó una segunda remesa de entradas hasta el 21 de noviembre.

De todos modos, más allá del dinero, Wilder sabe que si vence al exnúmero 1, incluso si éste no está en su mejor momento, logrará aumentar su cuestionado prestigio, al menos sobre el papel, y que eso le permitirá presionar a Joshua. Yendo más allá de ello, Wilder señaló sobre su combate contra Fury: “Los mejores peso pesado del mundo están aquí. Este es el momento que he estado esperando toda mi carrera. Vosotros veréis quién es el mejor peso pesado del mundo. Voy a dominar, voy a mostrar mis habilidades boxísticas, voy a controlarlo, entonces lo noquearé”.

Por lo que se refiere a Fury, éste ha indicado que piensa donar los ingresos a la beneficencia y que realmente el único objetivo que tiene en esta pugna no es el dinero sino la gloria y cumplir con un capítulo ya escrito de su vida: “Una vez que supe que volvería a boxear supe que sería campeón otra vez. Sé que es el destino. Si Deontay gana será el mejor peso pesado, pero no me va a ganar. Soy el mejor peso pesado vivo. El fuego en mi interior vuelve a arder. No me han regalado nada en la vida. He trabajado por todo lo que he ganado. Soy el campeón del pueblo y soy quien le da a la gente esperanza. Hace tres años desde que fui a Alemania y batí a Klitschko, ahora voy a hacerle lo mismo al Bronze Bomber”

La confianza que muestra Fury, citada constantemente por quienes le conocen, es lo que muchos ven como un elemento decisivo, pensando que con una determinación inquebrantable, como nunca ha tenido antes, logrará un triunfo que volverá a ponerlo en primera plana. De hecho, desde su campamento de entrenamientos han llegado expresiones de completa sorpresa ante su rendimiento, que se dice que es tan temible que incluso le valió para noquear al potentísimo Joe Joyce (1,98 m y 115 kg).

Por contra, muchos cuestionan ese optimismo, entre ellos el propio Wilder, que asegura que Fury, contratando a Freddie Roach como consejero y teniendo un extenso equipo de técnicos, muestra que no tiene claras sus opciones y ha creado un ambiente ideal para la confusión. No obstante, tampoco lo ha tenido fácil el equipo del campeón para preparar esta pugna, ya que se ha señalado que han estado noches sin dormir tratando de descifrar al aspirante.

Combinándose el recordatorio de lo que llegó a ofrecer Fury en su mejor noche con las enormes carencias técnicas de Wilder y sus apuros ante oponentes menos complejos, y siendo todo ello compensado por la incontenible pegada del de Alabama y las flojas actuaciones que “The Gypsy King” ha dejado recientemente, esto ha hecho que las apuestas estén muy igualadas, siendo el monarca favorito por mínimo margen.

Así ha expresado las incógnitas del combate, haciendo un buen análisis de lo que la pelea sugiere, el insigne Lennox Lewis:
“Es una pelea tan difícil de predecir… Los dos tienen talento y poder, no sabremos qué pasará hasta que veamos la pelea. Deontay tiene mucha contundencia, donde quiera que te golpee estarás conmocionado. Si no puede noquear a Fury, ya puede estar preparado para boxear. Tyson Fury es rápido de pies, elusivo, veremos si Deontay puede alcanzarlo. Creo que es un tremendo combate”.

Pese a ello, la opinión mayoritaria, respaldada por nombres como Haye, Cunningham, Whyte, Chisora o Miller, y esbozada arriba por Hearn, es que tras unos asaltos de dominio de Fury llegará una mano de poder de Wilder que sentenciará la pugna. Esto ha sido expresado de manera sencilla por el titular WBC señalando: “Él tiene que ser perfecto durante toda la pelea, yo sólo necesito ser perfecto durante un segundo”.

En cuanto a la táctica, la impresión general es que Fury debería mantenerse móvil al máximo y apoyarse en su buena defensa, en su largo jab y en sus inesperadas respuestas al contragolpe para intentar neutralizar a un Wilder que quizás tenga el peor posicionamiento de piernas de cuantos campeones hay en la actualidad. Por su parte, Wilder, contando con una evidente ventaja en explosividad, necesitará avanzar sobre su rival y, sin caer en sus juegos, estar buscando el hueco para su brutal derecha recta y su gancho zurdo, haciéndolos estallar en uno de esos momentos en que Fury, cansado, descuida totalmente su defensa.

Con todo, aunque hay decenas de ejemplos en los que los combatientes han apoyado con sus palabras este esquema, también se han contradicho, asegurando Wilder que se van a llevar una sorpresa los que piensen que sólo perseguirá a su rival buscando el golpe decisivo, mientras que Fury sugirió, además de un posible posicionamiento como zurdo, la opción de buscar embarrar y luchar en corta (para quitar recorrido a la derecha de su rival) o incluso pararse en el centro del ring eventualmente aceptando intercambios.

Siendo evidente que no habrán podido encontrar sparrings idóneos, Fury, con sus 2,06 m, asegura que usará una defensa como la de Mayweather para desbaratar los planes de su rival, un Wilder que dice que no cometerá el error de Klitschko y que lanzará muchas más manos que él. No obstante, todas estas palabras, teniendo en cuenta lo poco ortodoxos que son, no pueden reflejar los numerosos elementos intangibles que esta pugna tiene.

Lo que sí está claro es que Fury (que dice que venció a Klitschko estando al 50%) podría lograr con esta una de las mayores remontadas de la historia de la categoría, desbaratar los planes de un Joshua-Wilder en 2019 y reducir drásticamente la ganancia potencial de ambos. En cambio, Wilder podría dar un paso más, uno crucial, para acortar la diferencia ante “AJ” en las predicciones de los expertos y reiniciar con inmejorable pie las negociaciones con Hearn.

En cualquier caso, mientras Joshua, según expresó, estará durmiendo (dice que verá los mejores momentos en la mañana del domingo) y esperando una victoria del norteamericano que mantenga viva la mayor bolsa de su carrera, Wilder y Fury deberían ofrecer al público una pelea que resulta interesante en la teoría pero que en el ring podría dejar, para bien o para mal, multitud de imágenes para el recuerdo.

Dando algo menos de peso que en su última pelea, Fury marcó en la báscula 116,350 kg, una perdida total de más de 60 kg respecto a los casi 180 kg que llegó a pesar. Wilder (que se pesó con una máscara), dio un muy ligero 96,400 kg, el peso más bajo desde su debut y un kilo por debajo del que dio ante Luis Ortiz. El encuentro será televisado en EE.UU. en pago por visión por la cadena Showtime, iniciándose la emisión del respaldo a las 3:00 de la madrugada del sábado al domingo en hora peninsular española.