Daniel Pi
@BastionBoxeo

Quienes están preocupados por la extensión del dopaje en el deporte en las últimas horas habrán visto sus temores agravados, habiéndose dado a conocer dos positivos en control antidopaje y hallándose sustancias dopantes conectadas con otro púgil más.

El nombre más destacado en este triple escándalo es el del turco Avni Yildirim (a la derecha en la imagen), quien pasó de ser vapuleado por Chris Eubank Jr. a estar cerca de derrotar al excampeón mundial Anthony Dirrell. Pues bien, Yildirim, que sólo un día antes había sido confirmado como el aspirante obligatorio al que David Benavídez debía hacer frente a continuación, ha dado positivo por methylclostebol, una sustancia dopante conocida desde los años 60 y que pertenece al grupo de los esteroides anabólicos. El WBC ha iniciado una investigación.

Por si esto fuese poco, una de las boxeadoras más conocidas en todo Estados Unidos, una Heather Hardy que ha abogado constantemente por mejores salarios para las púgiles y que tuvo una fallida incursión en las MMA, ha dado positivo por furosemida, que está prohibido por su posible uso como diurético y como agente enmascarador de otras sustancias. Hay que destacar que esta fue la primera pelea de campeonato femenino que ha sido objeto de un estricto y prolongado protocolo antidopaje.

Muchos no entendieron cómo Hardy pudo, tras soportar un terrible castigo en el primer round, llegar a la distancia ante la temida Amanda Serrano, si bien ahora sospechan que quizás algo que había puesto en su organismo pudo haberle ayudado, especulación a la que ha abierto camino al haber dado positivo por un agente enmascarador. Hardy alega que el positivo llegó por un medicamento que le recetó su médico, pero esto no es excusa, ya que, primero, podría haber solicitado un TUE, una excepción de uso terapéutico, y segundo, según las normas de VADA el púgil es responsable de cualquier sustancia prohibida que se encuentre en su organismo.

Por último, aunque no menos grave, la eliminatoria IBF del peso superpluma para convertirse en retador de Tevin Farmer ha terminado desembocando en un caso esperpéntico. Y es que el combate entre el sudafricano Azinga Fuzile y el tayiko-ruso Shavkatdzhon Rakhimov, que venció el segundo por KOT, se ha visto envuelto en irregularidades graves. Por un lado, el equipo de Fuzile alega que puede demostrar con un vídeo que, justo en el round anterior a la conclusión, a Rakhimov se le administraron sales inhalables por parte de su entrenador, practica prohibida en el boxeo desde hace décadas pero a la que se ha recurrido desde los comienzos.

Además, en la habitación de hotel de Rakhimov se encontraron jeringuillas y botes de la sustancia prohibida fosfato de creatina. Lo más curioso es que el entrenador del púgil ha reconocido que poseía esas sustancias, pero dijo que eran para su uso y no para el del boxeador, puesto que señala que había padecido una gripe y quería recuperarse rápido para participar en un maratón para el que se estaba preparando.

Sin duda, estas tres noticias no pueden resultar alentadoras, sino que reflejan desafortunadamente una vertiente tramposa del deporte que existe y está muy extendida aunque se quiera ocultar, debiéndose recordar que hace unos días se publicó una información según la cual el todopoderoso equipo keniano de atletismo supuestamente ha dopado con EPO gracias a la ayuda de la federación del país a ocho de sus enviados al mundial de atletismo que actualmente está teniendo lugar. Así que ningún deporte está libre de sospechas y de manchas.

De todos modos, recordando que los tests en el boxeo sólo se han producido desde hace una par de décadas, siendo los protocolos antidopaje serios y prolongados mucho más recientes, que haya positivos no debe de ser visto como un drama sino como una esperanza de que se pueda trabajar en limpiar de tramposos el noble arte, si bien es de esperar que antes de dar pasos significativos en esta lucha muchos otros púgiles caerán en el abismo y muchos otros se librarán.