Darío Pérez
@Ringsider2020

En la mañana de este martes, hemos asistido a una nueva exhibición de uno de los mejores púgiles del globo.

Naoya Inoue (22-0, 19 KO) retuvo sus títulos IBF y WBA gallo contra el tailandés Aran Dipaen (12-3, 11 KO), un aspirante que demostró, como se preveía, estar varios peldaños por debajo del japonés.

Desde el inicio del combate fue más que evidente que sería un trámite para Inoue, con un Dipaen precavido que quería coger confianza alejándose de los martillos que gasta el campeón en los puños. El Monstruo fue encajando más y mejor paulatinamente en el retador, que empezó a sangrar por la nariz producto de los muchos impactos recibidos; era frustrante la pelea para Dipaen, porque su opción de no recibir castigo era atacar, pero en cada ofensiva se comía al menos una mano sólida a la contra, lo que le hizo empezar a estar muy dañado en el séptimo asalto.

Sin embargo, fue en el octavo cuando acabaron las acciones, pues Dipaen sufrió un aparatoso derribo en secuencia cuerdas-lona tras una combinación de Inoue. Pese a levantarse, el primer golpe que sufrió a continuación fue suficiente al árbitro para decretar la inferioridad del tailandés. Una victoria más para el campeón, que debería lanzarse a peleas de élite sin perder ni un segundo con rivales como Dasmariñas o Dipaen.