Daniel Pi
@BastionBoxeo

El objetivo del campeón mundial WBO del peso superwélter Jaime Munguía (30-0, 25 KO) era vencer su pelea ante el exmonarca Liam Smith (26-2-1, 14 KO), su aspirante obligatorio, antes del noveno asalto, momento en el que el británico fue derrotado por “Canelo” Álvarez. Con todo, lejos de culminar esa meta, Munguía vio finalizar su racha de triunfos antes del límite al imponerse por decisión unánime en un combate entretenido, y por momentos muy contendido, en el que hizo valer su superioridad física y su potencia pero en el que la astucia de Smith se hizo notar para que el titular fuese alcanzado de forma repetida y con extrema claridad. Las tarjetas fueron de 119-108, 119-110 y 116-111, de las cuales la primera es horrendamente injusta y la última la más acertada.

El enfrentamiento, que fue el estelar del evento disputado en el Hard Rock Hotel & Casino de Las Vegas (Estados Unidos), comenzó con un muy buen desempeño de Smith, que aprovechando la pésima defensa de Munguía lo alcanzó con ganchos zurdos, derechas a la contra y repetidos jabs, todo ello a la vez que bloqueaba muchos golpes y dejaba fuera de distancia a su oponente con convenientes pasos atrás, que hicieron que muchas manos del mexicano golpeasen el aire. Esta línea se mantuvo posteriormente, con el valiente Smith plantado delante de su adversario esquivando repetidamente los abiertos y previsibles curvos de Munguía y contestando a los ganchos impactados por éste con derechazos, jabs y uppercuts zurdos tanto a la contra como al ataque.

De todos modos, aunque en el tercer asalto “Beefy” llegó con claros ganchos de mano adelantada, con nítidas combinaciones gancho-directo y con secos jabs, en el cuarto episodio Munguía comenzó un cambio de tendencia con un gancho de izquierda que estremeció al retador, lanzándose a por él con agresivas arremetidas. No obstante, el sólido Smith aguantó con pasos laterales en los momentos oportunos, entradas en clinch y puños disuasorios.

Igualmente, en el quinto asalto Munguía salió a arrollar a su rival, si bien gastó sin medida su energía, permitiendo que Smith, siempre ordenado y pensando en las respuestas necesarias, resistiese e incluso en el sexto round ofreciese una breve contraofensiva con uppercuts y ganchos zurdos. Pese a ello, en este mismo episodio un hook de izquierda a la cabeza derribó a Smith, que pudo parecer que se encaminaba a la detención, aunque con bloqueos, esquivas de cintura y un buen jab, con el que contenía el avance de su contrincante, el británico aguantó la intensificación de las ofensivas de Munguía, que se aplicó con series de curvos en corta durante los siguientes asaltos.

Pese a sus esfuerzos, el desgaste de Smith resultó inevitable, quedando en el noveno episodio dañado por ganchos al torso de un Munguía con gran resistencia física, si bien el excampeón contestó con coraje en intercambios de golpes e incluso encadenó grandes esquivas con las manos bajas en los momentos en los que estaba más afectado. Finalmente, el choque se cerró con Smith tratando de anotar manos decisivas, a pesar de que las constantes series de curvos de Munguía siguieron imponiéndose por número y contundencia.

Así, terminado el combate, el Munguía-Smith había dejado varias lecturas claras. Una de ellas es que el excampeón Smith es un boxeador con una inteligencia de ring fantástica, con la que es capaz de compensar sus puntos débiles, dejando siempre meritorias actuaciones que demuestran la importancia de tener sólidos fundamentos, ya que dominando lo más básico y teniendo voluntad y tenacidad un boxeador sin un talento excepcional puede llegar más lejos que un púgil extremadamente hábil pero sin disciplina ni constancia.

Por otra parte, Munguía muestra una vez más que su potencia y fortaleza son tremendas y casi incontenibles para un peso superwélter, afianzándose como una evidente amenaza para cualquier oponente en la división. Sin embargo, aunque subiéndose al ring para este campeonato del peso superwélter (69,9 kg) pesando 79,8 kg (por encima del límite del semipesado) tiene una ventaja física evidente sobre la mayoría de posibles rivales, su actuación dejó muchísimo que desear, especialmente por su defensa verdaderamente nefasta, que perfectamente puede considerarse la peor de la élite de la categoría.

Además, en muchos momentos se pudo ver a Munguía lanzando golpes con los pies muy mal colocados (incluso en el aire o cruzados) y su gestión de las fuerzas fue muy ineficiente, por lo que el campeón de 21 años tiene que mejorar muchísimos puntos de su boxeo, algo de lo que, afortunadamente, es consciente, prometiendo en la entrevista posterior al combate (y sin que se le preguntase por sus fallos) que iba a trabajar en ello de cara a su próxima subida a un ring.