Daniel Pi
@BastionBoxeo

De nuevo, el campeón mundial WBO del peso superwélter Jaime Munguía (33-0, 26 KO) se enfrentaba a un boxeador bastante por debajo del nivel de la élite de la división y que entraba al combate sin que se le diesen posibilidades en las apuestas como el australiano de origen irlandés Dennis Hogan (28-2-1, 7 KO) pero, una vez más, el boxeador mexicano padeció graves dificultades para lograr una victoria cuestionada por muchos y en la que volvió a evidenciar sus numerosos defectos.

El triunfo del local Munguía en el Arena de Monterrey (México) llegó por decisión mayoritaria y tarjetas de 114-114, 115-113 y 116-112, de las cuales la primera puede ser la más acorde a lo sucedido, siendo significativo que el propio campeón señalase tras la pelea que él pensaba que hasta el último asalto el encuentro estaba empatado. Por su parte, Hogan manifestó su desacuerdo: “Sé que gané la pelea. Esto es malo para el boxeo y es malo para mí”.

Continuando la inconsistencia estratégica de su carrera, tras ser muy criticado por la pésima defensa mostrada ante Liam Smith y recibir incluso más críticas por boxear sin iniciativa y ser embestido por Takehsi Inoue, esta vez el equipo de Munguía le seleccionó una nueva táctica equivocada y que no aprovechó sus cualidades.

Y es que el mexicano, en lugar de intentar apoyarse en una elevada frecuencia de golpeo y cargar al ataque como hacía antes de coronarse, se mostró excesivamente cauteloso en sus ofensivas, buscando en general golpes aislados ante un rival al inicio muy móvil, ágil de piernas y veloz de manos. Así, Hogan pudo evitar muchos de los espaciados puños del campeón y contragolpearlo con precisos directos y ganchos zurdos.

 

Dado que Munguía no es un boxeador caracterizado por su astucia de ring, el australiano-irlandés Hogan encontró numerosas facilidades, llegando en el tercer round con una derecha que movió ligeramente al local. Entonces Munguía aceleró sus pasos e intensificó sus acciones y, lógicamente, tuvo mejores momentos, llegando con derechas y ganchos al hígado, pero ese ritmo elevado no se mantuvo, sino que en adelante siguió midiendo y eligiendo sus ofensivas en lugar de intentar desbordar por agresividad.

Como la inteligencia de ring, la rapidez y los recursos defensivos estaban del lado de Hogan, éste pudo, cuanto menos, hacer una pelea muy contendida respondiendo gancho por gancho, encontrando huecos para contragolpear e incluso llevándose eventualmente la mejor parte en los intercambios dando repetidas veces un paso atrás y regresando.

Dicho esto, Munguía en el quinto, sexto y séptimo round llegó con buenos golpes de poder en derecha y hook de mano adelantada, dañando un tanto a un Hogan que consiguió evitar males mayores respondiendo a los golpes al torso de su rival con su directo arriba, encontrando la ocasión para llegar con sus ganchos y apoyándose en esquivas dinámicas.

Sin embargo, pese a estar presionado y visiblemente cansado, en el octavo el retador aprovechó la falta de regularidad al ataque de su rival para interrumpir su desplazamiento lateral y súbitamente realizar arremetidas con gancho diestro y directo de esta misma mano, muchas veces agachándose inmediatamente después, que alcanzaron con claridad al monarca. Es más, en el noveno round Munguía pareció quedar algo tocado por uno de los hooks de su adversario, si bien tiró de coraje para replicar explotando el cansancio del visitante.

Aunque Hogan estaba bastante desgastado, en el décimo asalto llegó con claros contragolpes con croché diestro, gancho zurdo y directo ante un Munguía que fue desequilibrado, ya que, por sus graves brechas defensivas, presentaba siempre oportunidades para un púgil hábil. No fue el mexicano tan claramente impactado en los últimos dos asaltos como en ese round, ya que Hogan a penas tenía fuerzas, pero con lo que le quedaba le bastaba para sacar algún puño y resistir, no sin apuros, los de su oponente, teniendo que recurrir el aspirante en el último asalto a los clinches para evitar males mayores.

Terminado el encuentro Munguía se justificó alegando que el aspirante usaba la cabeza y le daba golpes bajos, protestas que resultan sorprendentes teniendo en cuenta que él impactó golpes en la nuca de Hogan infinidad de veces, forcejeó en los agarres y pegó después de que el árbitro pidiese que pararan de hacerlo.

En cualquier caso, Munguía insistió en que los problemas para dar el peso superwélter afectaron a su actuación, indicando que quizás el siguiente paso pueda ser directamente un ascenso al peso medio. Seguramente pueda encontrarse físicamente mejor en dicha categoría y no se debe pasar por alto que sólo tiene 22 años y mucho tiempo para mejorar, pero Munguía ya es campeón mundial y no es un prospecto, de modo que no se puede permitir tener esa cantidad de problemas ante un adversario, sobre el papel, asequible para su nivel, menos aún si en sus miras está una división con una élite tan compleja como la del peso medio.