Daniel Pi
@BastionBoxeo

La irrupción de Jaime Munguía (35-0, 28 KO) (en la imagen) en el peso medio dejó lecturas dispares, puesto que por un lado tuvo una actuación superior a las que ofreció ante Hogan o Inoue, pareciendo que no se fatiga tanto como en un peso superwélter que le costaba alcanzar, aunque por otro lado nuevamente cometió los mismos errores tácticos, permitiendo que su rival pelease mucho rato en la distancia que le interesaba y recibiendo golpes de poder evitables. Todo ello sin poder olvidar que su oponente, Gary O’Sullivan (30-4, 21 KO), no está en el top 15 de ningún organismo y fue abrumado por los tres púgiles de élite a los que se enfrentó anteriormente.

Aun así, la pasada madrugada en el Alamodome de San Antonio (Estados Unidos), Munguía se hizo con una victoria por KOT en el undécimo asalto que le permite mantenerse como número 1 en la lista WBO del peso medio y estar en posición de aspirar en 2020 al cinturón mundial que posee el estadounidense Demetrius Andrade.

En el primer asalto Munguía dejó claro por enésima vez en su carrera que si carga al ataque y encadena golpes es muy difícil de contener, alcanzando con combinaciones a un O’Sullivan que pareció estremecido. Sin embargo, una vez más, el mexicano volvió a renunciar a sus ventajas y, erróneamente, cedió la iniciativa, pareciendo que piensa que la mejora técnica sólo puede mostrarse evitando ser agresivo. Este concepto equivocado le llevó repetidas veces de espaldas a las cuerdas, el único escenario en el que un O’Sullivan más lento, menos explosivo y con menor altura y alcance conseguía conectar sus curvos enlazados.

Durante un instante en el tercer asalto, Munguía volvió a realizar una ofensiva decidida que dañó a su adversario pero, cometiendo el error de quedarse detenido tras su ataque, recibió un gancho diestro al rostro que le estremeció y definitivamente le quitó las ganas de sostener la iniciativa en adelante. Así, la pelea se encaminó a un largo recorrido, en el que un Munguía que caminaba el ring, aunque sin excesiva fluidez, ya que terminaba encerrado muchas veces, imponía su jab, su directo y eventuales combinaciones en gancho, recto y uppercut pero se exponía innecesariamente a las manos de su más lento y limitado oponente.

Como Munguía ha demostrado que retrocediendo sus manos infligen significativamente menos castigo, un O’Sullivan que no se caracteriza por poseer un buen encaje logró mantenerse en la pugna sin recibir daños críticos, siendo los puños más duros que tuvo que soportar repetidos golpes bajos, que le supusieron al mexicano perder un punto en el sexto round. Aun así, Munguía no dejó de conectar golpes ilegales y en el séptimo asalto derribó, sin cuenta, a O’Sullivan con uno de estos ataques antirreglamentarios.

En cualquier caso, enfrentándose un excampeón mundial joven y más grande a un púgil veterano por debajo del nivel de la cumbre, que no soporta excesivamente bien el desgaste y que se había visto afectado por varios golpes bajos, O’Sullivan estaba ya claramente mermado en el noveno round, yendo cada vez a peor y soportando con más dificultades los puños rivales hasta que en el undécimo episodio una prolongada andanada de directos llevó a su esquina a tirar la toalla, si bien esto no evitó que cayese a la lona, tardando demasiado el árbitro en intervenir y parar el choque.

Tras el enfrentamiento, Munguía señaló que quiere enfrentarse a lo mejor del peso medio y citó los nombres de Canelo, Golovkin y Charlo, aunque no fueron pocos los que se preguntaron si con su mera fortaleza física, virtud en la que hasta ahora se ha apoyado esencialmente para sacar adelante la mayoría de sus cruces, le bastará para superar a la élite de la división. Al margen de los tres nombres mencionados por él, el caso es que Munguía parece estar en mejor posición para medirse al elusivo y astuto campeón WBO Demetrius Andrade, un choque que estilísticamente favorece al monarca pero que quizás el mexicano se vea empujado a aceptar por ser en principio su aspirante oficial y por estar ambos en DAZN, plataforma que es consciente de los problemas del estadounidense para encontrar contrincantes.