Daniel Pi
@BastionBoxeo

Muchos fueron los que consideraron, la primera vez que se habló de un posible enfrentamiento entre la estrella del boxeo Floyd Mayweather (49-0, 26 KO) y la estrella de las artes marciales mixtas Conor McGregor (0-0, 0 KO), que esto sólo era una treta para llamar la atención ideada por parte de dos de los combatientes más polémicos, conocidos y extravagantes de los deportes de contacto. Pero, hoy, con el pesaje ya cumplido por ambos contendientes y estando a la espera de subirse al ring, lo que para muchos era inicialmente poco más que una broma ha terminado siendo una incuestionable realidad.

Si durante toda su trayectoria Mayweather ha hecho valer un principio, éste ha sido el de que se hablase de él a cualquier precio, incluso si era para mal, cosa que se ha mantenido hasta este encuentro, que seguramente será, esta vez sí, el último de su carrera activa. Y es que, nuevamente, ha logrado generar un enfrentamiento en el que los aficionados, en este caso más allá del boxeo, se han polarizado y apasionado en gran medida tanto en las fervientes críticas como en el firme respaldo, algo que no ha hecho otra cosa que llenar páginas y páginas de artículos de todo tipo en medios boxísticos, de MMA, deportivos e incluso generalistas de gran parte del mundo, centrándose así la atención en su promoción.

Con todo, no sólo “Money” ha puesto de su parte para que las miradas se centrasen en el duelo sino que McGregor, con su peculiar personalidad, ha hecho otro tanto, destacando entre las infinitas confrontaciones verbales que ha tenido en los últimos meses la sostenida ante el excampeón Paulie Malignaggi con motivo de la filtración de un fragmento del vídeo de una sesión de sparring, discusión a priori trivial pero que ha hecho correr ríos de tinta, llegándose a hacer enteros estudios del Mayweather-McGregor en base a estos segundos de grabación.

Esto es sólo un ejemplo entre muchísimos otros del grado de complejidad, e incluso absurdidad, que ha llegado a rodear a este encuentro, principalmente a consecuencia de una única incógnita: ¿Cómo peleará McGregor en su combate de debut como boxeador profesional?

Dicha pregunta, unida al deseo de los detractores de Mayweather (casi tan numerosos o incluso más que sus fervientes seguidores) de ver por fin a alguien que le derrote, ha sido el motor del éxito promocional de este combate. Puede que usar la palabra éxito cuando todavía no se conocen las cifras generadas pueda parecer osado o inapropiado, pero que se llene el T-Mobile Arena de Las Vegas, Estados Unidos, se colapsen los medios de comunicación y que se pueda superar el millón de ventas de PPV, es un verdadero logro para una pelea que para la mayoría de críticos y aficionados será de un sólo lado y un recital de Mayweather, uno de los mejores boxeadores de corte defensivo de la historia.

Ciertamente, la inevitable impresión es que, si Mayweather no pudo ser noqueado por, entre otros, José Luis Castillo, Arturo Gatti, Sharmba Mitchell, Zab Judah, Shane Mosley, Óscar de la Hoya, Juan Manuel Márquez, Miguel Cotto, Saúl “Canelo“ Álvarez, Marcos Maidana y Manny Pacquiao, un peleador que nunca ha realizado ni una sola pelea a cuatro asaltos como boxeador profesional será incapaz de lograrlo. Por lo tanto, si se desvanece el nocaut, se diluye la única posibilidad de triunfo del irlandés, ya que se considera imposible que pueda imponerse a los puntos a un maestro de la efectividad ofensiva y defensiva.

De todos modos, de esta lógica presunción a considerar que McGregor es un luchador carente de peligro absoluta y plenamente hay una gran diferencia. Si bien “The Notorious” nunca ha realizado una pelea como boxeador profesional, su habilidad con los puños es más que notable y uno de los puntales de lo que ha conseguido en su carrera en el MMA, deporte en el que es considerado uno de los mejores luchadores de todos los pesos. En todos sus combates más importantes, su buen desempeño con los puños ha sido crucial, destacando su uso de ellos en la victoria en la revancha ante Nate Díaz y su espectacular nocaut en trece segundos de combate para destronar al mítico José Aldo, al que fulminó con una temible izquierda a la contra.

Por ello, no hay que dejarse engañar por el ridículamente tenue golpeo al saco que ha mostrado en las últimas semanas ni por los brevísimos clips de sus sesiones de sparring, ya que McGregor indudablemente sabe golpear. De todos modos, es evidente que pasando de llevar guantes de cuatro onzas de MMA a guantes de boxeo de ocho onzas la disminución en su pegada resultará enorme y una clara desventaja para sus intereses. A este respecto cabe mencionar que la reducción del tamaño de los guantes de 10 onzas a 8 onzas, y el ilógico giro en las apuestas consecuente, no ha sido una concesión amable de Mayweather para beneficiar a su rival, al contrario, sólo hace que afianzar la ventaja en adaptación del estadounidense, dado que éste en 46 de sus 49 combates ha combatido con guantes de 8 onzas y sabe perfectamente cómo ejecutar su táctica predilecta con ellos.

Por otro lado, aunque, desde la pésima imagen mostrada en los videos de la sesión de sparring ante Chris Van Heerden, McGregor habrá evolucionado mucho, simplemente no resulta posible que en estos meses de entrenamiento haya acumulado el suficiente conocimiento del boxeo y haya hecho una plena transición de un deporte a otro, cambiando la forma de posicionar las piernas y el centro de gravedad y habiendo aprendido a la perfección nuevas formas de ejecutar golpes y las bases de la compleja defensa pugilística. Eso por no hablar de los pequeños detalles que sólo con bagaje de ring de calidad se pulen y adquieren.

Así, en contra de la victoria de Mayweather sólo se encuentran aspectos físicos, como la ventaja en altura y alcance de su rival, su mayor fuerza y, especialmente, su juventud. El propio “Money” ha intentando jugar esta baza para dar la impresión de que el combate está más abierto, señalando una y otra vez que la edad le está pasando factura, algo que se suma a su inactividad durante casi dos años. En cualquier caso, aunque la disminución del rendimiento por la edad puede llegar de forma inesperada, resulta poco probable que de estar en claro deterioro Mayweather hubiese aceptado este combate, en el que pondrá en juego su invicto buscando superar la marca de Rocky Marciano y dejar el récord de imbatibilidad en 50-0.

En principio, Mayweather ha afirmado públicamente que será mucho más agresivo, especialmente más que en la decepcionante pelea ante Pacquiao, por la cual se considera en deuda con los aficionados. De todos modos, aunque su confianza en la victoria pueda ser tan grande como para lanzarse a por su oponente, esto sería un error que le podría dar la única posibilidad a McGregor. Éste es un luchador veloz y con muchos reflejos, que cuenta con una buena izquierda recta, curva o en ballesta y que sabe intercambiar puños sin espacios, como ha demostrado múltiples veces, por lo que, no siendo nadie inmune al puño de nocaut, Mayweather, a pesar de su destreza y su técnica, correría un riesgo, pequeño, pero innecesario. En cambio, lo más conveniente para los intereses del invicto campeón en cinco divisiones sería que gestionase la distancia para, con su preciso boxeo dinámico, dominar y anular al contragolpe a un púgil que, como tantos otros, trate de encerrarlo y quebrarlo con más voluntad que acierto.

Sea como sea, lo que parece más claro es que si McGregor tiene una posibilidad, ésta debería llegarle durante los primeros asaltos, puesto que, si se llega al ecuador de la pelea, su falta de experiencia y la frustración por no poder sentenciar el encuentro deberían jugar en su contra, sobre todo ante un boxeador que es el rey del oportunismo táctico. Puede que la heterodoxia, el factor sorpresa, un golpe de suerte y un plan secreto trabajado durante meses, combinados con una debacle física y errores clave de Mayweather, le permitiesen a McGregor, en el escenario ideal, apuntar a una de las mayores sorpresas de la historia del boxeo, que recibiría un duro golpe en ese caso. Pero, siendo realistas, es infinitamente más probable que no sepa responder ante el excelente jab de Mayweather y a su rapidez de manos y que éste pueda desbordarlo con sus largos derechazos y sus ganchos y uppercuts a la contra, logrando una amplia victoria que ponga fin a una carrera que, como su último combate, a pocos ha dejado indiferente.

La victoria de Mayweather se paga a 1,25 € por euro apostado, mientras que la de McGregor a 4,50 €. Sportium, la casa de apuestas líder en España, te permite apostar a este combate pinchando aquí y entrando en el apartado «Próximos Combates». Condiciones especiales para los lectores de Espabox. ¡Suerte!