José Manuel Moreno

Manny Pacquiao está de vuelta. En su pelea de anoche (mañana en China) en el Cotai Arena del Venetian Resort de Macao, impartió una lección de 36 minutos de duración ante 13.200 aficionados, ante un buen peleador como es sin duda Brandon Ríos, pero que sencillamente está en una «liga» inferior a la del filipino, algo así como dos velocidades por encima del estadounidense. Fue en realidad como retrotraerse al segundo anterior al terrible nocaut del 8 de diciembre de 2012. Pacquiao ganaba aquella pelea a los puntos, dominaba, pegaba más que su rival, pero se echaba a ver ese golpe definitivo que tanta fama de diablo sobre un ring le había deparado. PacMan no gana por nocaut desde 2009, ante Miguel Cotto, cuando estaba en el cénit de su carrera. Sigue siendo, como demostró ante Ríos un formidable boxeador, agresivo, incansable físicamente, rápido de pies y mano como solamente lo son los elegidos, pero le falta ese golpe para acabar.

Anoche, además, o al menos a mi me lo pareció, siga temiendo esa contra maldita que le lleve otra vez al sueño de los derrotados, como ante Márquez en diciembre pasado. Por lo demás, la pelea fue un monólogo de Pacquiao, que venció todos y cada uno de los asaltos de este combate en Macao, que destrozó la cara de su rival, con la ceja izquierda manando sangre desde la mitad de la pelea. Pero Ríos tiene ese aguante típico de los mexicanos (sus padres son de allí) y no estaba dispuesto de ninguna de las maneras a ser noqueado, ni siquiera tumbado en ningún momento. Los números esta vez no mienten:
Pacquiao conectó 281 golpes de 790 lanzados (36%), y Ríos 138 de 502 (27%).

Y entre los jueces no hubo afortunadamente ningún «listillo» e impartieron justicia: 120-108, 119-109, y 118-110. Como decíamos, Pacquiao ha vuelto. En su próxima pelea tendrá ya 35 años y, si alguna vez se tiene que enfrentar a Floyd Mayweather (36 años), todos los aficionados imploramos a promotores y boxeadores y cadenas de televisión, que sea en 2014. El boxeo se la merece.