Daniel Pi
@BastionBoxeo

Con 2017 siendo ya un recuerdo y estando inmersos en una nueva temporada, se puede hacer un balance de lo que ha supuesto el pasado año para las grandes potencias boxísticas y desde qué posición encararán éstas el 2018. Para ello, basta con señalar qué países son los que cuentan con una mayor cantidad de cinturones mundiales absolutos para tener una idea bastante aproximada de cómo se reparte el peso específico de las grandes naciones pugilísticas en el arranque del nuevo año.

En primer lugar, cómo no, encontramos a los Estados Unidos, que con 14 cetros mundiales encabeza la lista. Dado que es el punto neurálgico del boxeo, donde se concentran el mayor número de veladas por año, icónicas promotoras con ingente poder económico, grupos audiovisuales poderosísimos, una leal y extensa masa de aficionados, una historia profundísima en este deporte y 2.300 púgiles en activo (cifra no superada por ningún otro país actualmente), su posición hegemónica no resulta nada sorprendente. De todos modos, respecto a anteriores temporadas esta primacía no es tan abrumadora, habiéndose sustentado en buena parte por el control casi total que posee en el peso wélter, con dos títulos de Keith Thurman y uno de Errol Spence, y en el superwélter, con monarcas como Jermell Charlo, Jarrett Hurd o Sadam Ali.
Por contra, en categorías en las que recientemente había tenido mucha importancia se ha desvanecido y en otras su posición es débil o podría no ser tan firme. Este último es el caso del peso supermedio con David Benavídez, que venció con polémica a Ronald Gavril, y Caleb Truax, que dio una de las grandes sorpresas del año ante un DeGale que no estaba recuperado de su lesión. Además, figuras destacadas de su boxeo como Floyd Mayweather y Andre Ward, más allá de la controversia que despierten, han supuesto una notable baja.
Sea como sea, varios boxeadores se encuentran en perfecta posición para alcanzar enormes combates durante este año, como el campeón del peso pesado Deontay Wilder, el titular del peso ligero Mikey García o el monarca del peso pluma Gary Russell Jr. Finalmente, el computo de campeones se completa en el peso ligero con Robert Easter Jr. y en el peso supergallo con Daniel Román y Jessie Magdaleno, quienes están llamados a pasar en esta temporada pruebas de fuego que aclararán cuál es su sitio en el boxeo.

En segundo lugar, y a no excesiva distancia, encontramos a Japón, que acaba de ver terminada su temporada de forma inmejorable con una unificación de coronas. Sus 10 títulos mundiales no se han logrado sólo con la inmejorable gestión de diversas compañías explotando las posibilidades del mercado televisivo al máximo, sino que su éxito se debe en gran parte también a la masificación de pequeñas veladas durante todo el año, semana tras semana, y sobre todo a la enorme eficiencia de sus métodos. Hay que recordar que Japón cuenta con 1.000 boxeadores en activo, o sea 1.300 menos que Estados Unidos, y que posee 127 millones de habitantes por los 323 millones de EE.UU, de modo que estar sólo a cuatro cetros de distancia es un logro de grandes proporciones.
Aunque no ha sido el mejor año para las grandes estrellas niponas, retirándose quienes llevaban en sus hombros el mayor prestigio internacional como Uchiyama, Yamanaka y Miura, se las han arreglado para extender un dominio en las divisiones más ligeras. Así, entre las cuatro categorías más bajas en peso poseen ocho cetros, siendo estas las coronas del peso mínimo de Hirota Kyoguchi y Ryuya Yamanka, los dos títulos de Ryoichi Taguchi y uno de Ken Shiro en el peso minimosca, los cinturones de Daigo Higa y Sho Kimura en el peso mosca y, todavía, el cinto del supermosca de Naoya Inoue. Por lo demás, extienden una endeble posición en el peso gallo con Ryosuke Iwasa y en el peso superpluma con Kenichi Ogawa que, si bien se podría perder a medio plazo, debería ser sustituida en estas u otras categorías por prospectos como Takuma Inoue, Hiroki Okada, Masayoshi Nakatani o Satoshi Shimizu, por citar sólo a unos pocos.

Lo dicho sobre la nación asiática puede extrapolarse a Reino Unido con creces, país con la mitad de habitantes que Japón, y cinco veces menos que Estados Unidos, con sus 65 millones de ciudadanos, pero que, con también 1.000 boxeadores en activo, se asienta en el tercer puesto con 8 cetros mundiales. Sin duda, el trabajo realizado por Matchroom Boxing y por Queensberry Promotions (y también por otras empresas menores) es encomiable, aprovechando todos los recursos a su alcance para, ya sea en grandes estadios o en pequeños recintos, tener en activo a todos sus boxeadores y a los aficionados de cada rincón de las Islas Británicas. De todos modos, nada de lo logrado por dichas promotoras hubiese podido materializarse sin el compromiso masivo de los aficionados británicos, que han rebosado las 20.000 plazas de lugares como el O2 Arena o el Manchester Arena de forma habitual.
Por otro lado, aunque al igual que en Japón el éxito en gran parte ha residido en enfrentar a todos contra todos en la base y a repetir el proceso, con algunos lógicos miramientos más, en el ámbito de la élite nacional, Reino Unido ha contado también con la concentración de cualidades provocada por los efectos de un excelente programa amateur, reforzado para los Juegos Olímpicos de Londres, y por la irrupción de talentos naturales.
La repartición de cetros va desde la doble corona del peso pesado del oro olímpico Anthony Joshua al título del peso supermosca de Khalid Yafai, pasando por los cintos de George Groves en el peso supermedio, de Billy Joe Saunders en el peso medio, de Lee Selby en el peso pluma y por la doble titularidad de Ryan Burnett en el peso gallo.

Bajando del podio, podemos encontrar un empate de naciones en una situación completamente opuesta desde una perspectiva de la historia del boxeo. Y es que quienes comparten el cuarto puesto son México y Rusia con 6 títulos mundiales, cifra que debe saber a mucho a los segundos y a muy poco a los primeros.
En anteriores años, los mexicanos ocupaban una posición que ahora ostentan japoneses, británicos o tailandeses en gran parte. Con sus 2.000 boxeadores y 127 millones de habitantes, con el apoyo semanal de dos grandes televisiones y unas promotoras fuertes desde el punto de vista regional, los datos deberían ser más positivos, pero no ha sido así. Además, la valoración de algunos de sus campeones no es precisamente envidiable, con el campeón del supermedio Gilberto Ramírez, el del peso pluma Óscar Valdez y el del peso supergallo Rey Vargas criticados por lo asequible de sus defensas, su falta de actividad o su insuficiente brillantez y con el monarca del peso gallo Luis Nery dando un positivo en control antidopaje perdonado por el WBC.
En cualquier caso, en el actualmente sin cetro Saúl Álvarez tienen a una de las caras más reconocibles del pugilismo y a uno de los mayores generadores de ingresos, estando a la espera de una revancha ante Golovkin. Asimismo, los campeones Leo Santa Cruz, en el peso pluma, y Miguel Berchelt, en el peso superpluma, tienen una notable consideración y un buen rendimiento, estando ambos destinados a contender en interesantísimos choques, y la cantera de prospectos de la nación es realmente extensa, por lo que México tiene más motivos para la esperanza que para la desesperación.

En cuanto a Rusia, teniendo en cuenta que tuvo, después de la caída de la Unión Soviética, que construir desde cero su boxeo profesional a partir de los 90, esta cuarta plaza es un éxito incuestionable. Ya sea por el inacabable dinero de magnates con influencias en el poder político, por el aprovechamiento de su excelente estructura amateur o por la reconversión de participantes de otros deportes de contacto, el boxeo profesional ruso pasa por una época dorada con veladas habituales en su extensísima geografía y macroeventos en grandes estadios, todo ello con sólo unos 300 boxeadores en activo.
No pasando por alto al campeón del peso superligero Sergey Lipinets, los rusos dominan la división del peso semipesado con los tres cinturones de Sergey Kovalev, Dmitry Bivol y Artur Beterbiev y con los títulos de Denis Lebedev y Murat Gassiev en el peso crucero. Si bien por la enorme disposición a la unificación y a la elevada toma de riesgos de estos (exceptuando quizás a Lebedev) la posición de los monarcas rusos puede estar en riesgo constante, el prestigio que están adquiriendo es enorme y siempre podrán ser suplidos los destronados por oleadas de prometedores púgiles que cada vez llenan más los top 15 mundiales.

Respecto al resto de cetros, estos están repartidos por diez naciones con una desigual importancia en el boxeo, grupo en el que podemos encontrar países en estancamiento y retroceso, potencias intermedias y otras en auge y proceso de expansión. Empatando en el quinto puesto están Kazajistán y Tailandia con 3 cetros. Es cierto que el único campeón kazajo es Gennady Golovkin (exceptuando a un Lipinets que combate bajo bandera rusa aunque nació en Kazajistán), pero si tenemos en cuenta que el boxeo profesional kazajo se encontraba en los 90 en una posición todavía peor a la rusa, que su pugilismo amateur está funcionando a la perfección y que hay un puñado de prospectos que pronto se darán a conocer en la élite de sus divisiones, el futuro no pinta nada mal para ellos.
Por lo que se refiere a Tailandia, en los campeones del peso mínimo Wanheng Menayothin y Thammanoon Niyomtrong tienen sólidos baluartes y la irrupción en la primera plana de la actualidad internacional de Wisaksil Wangek (apodado Srisaket Sor Rungvisai), el verdugo del top 3 de todos los pesos Román González, es una muestra del buen estado de salud por el que pasa el deporte de las dieciséis cuerdas en dicho país.

Pasando al sexto puesto, Puerto Rico, Filipinas y Ucrania empatan con 2 coronas. Mientras la isla americana está en una época de renovación, habiendo perdido con la retirada de Miguel Cotto su última estrella, y se tiene que conformar con las perspectivas que generan en el peso superpluma Alberto Machado y en el peso mosca Ángel Acosta, los otros dos países experimentan un proceso de expansión. Que el campeón del peso superpluma Vasyl Lomachenko esté en el número 1 del ranking de todos los pesos de muchas grandes publicaciones y que el monarca del peso crucero Oleksandr Usyk esté intentando unificar la división sólo es la punta de lanza de una magnífica generación que todavía no ha terminado su irrupción. Mientras Filipinas, con Donnie Nietes en el peso mosca y Jerwin Ancajas en el peso supermosca, tiene su posición firmemente establecida y se aproximan varios asaltos mundiales a tener en cuenta.

Finalmente, Australia, Canadá, Cuba, Letonia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Venezuela poseen un campeón mundial, aunque sólo tres tienen buenas perspectivas: todo parece indicar que el australiano campeón del wélter Jeff Horn perderá su título ante Terence Crawford, que al neozelandés Joseph Parker, monarca del peso pesado, le sucederá algo similar ante Anthony Joshua y que el letón Mairis Briedis, titular del peso crucero, difícilmente podrá manejarse con la habilidad de Oleksandr Usyk. En cambio, Erislandy Lara, campeón del peso superwélter y único titular en un mal año para Cuba, el sudáfricano Zolani Tete, campeón del peso gallo, y el venezolano Jorge Linares, monarca del peso ligero, parecen capacitados para disputar enormes peleas sin estar cerca en ninguna de ellas de la etiqueta de víctimas propiciatorias. En cuanto al canadiense Adonis Stevenson, campeón del peso semipesado, su continuidad estará condicionada a su capacidad para eludir los mayores peligros.

Para terminar este artículo hay que destacar diversas ausencias que ponen de manifiesto que ni siquiera se tienen garantías con mucho talento, gran número de veladas o boxeadores, apoyo televisivo, grandes promotoras y otros requisitos aparentemente necesarios para alcanzar el éxito. Y es que Alemania, Argentina, Colombia, China y Francia, que poseen recursos superiores al de otros países en diversos ámbitos, ya sea económico, en cuanto a talento o en tradición boxística, no poseen coronas mundiales.