Desde que el 29 de abril de 2000 la WBA despojase a Lennox Lewis del título mundial, la categoría más histórica del boxeo, el peso pesado, no tiene un campeón indiscutible (o undisputed, como proclamaba Michael Buffer), en aquel caso de solo tres cinturones ya que no se tenía en mucha estima a la WBO, pero hasta ahora nadie ha tenido los cuatro de los últimos tiempos, WBC, WBA, IBF y WBO.

La WBA se vio forzada a arrebatar vía fax el cinturón a Lewis por la decisión de un juez de Nueva York, que estimó que se habían vulnerado los derechos de John Ruiz como aspirante oficial a una corona, que por aquel momento, no tenía visos de disputar por los tejemanejes de las televisiones.

Holyfield se erigió como la figura más destacada de los pesados después de ganar en dos ocasiones (como acuñó Garci, «bo-kao técnico» de por medio) a Mike Tyson. Lewis consiguió abrirse paso como campeón mundial WBC. En un caso similar al de Ruiz con la WBA, Tyson cedió el cetro del WBC a manos de Lewis seis años antes de que cruzasen guantes.

Con la expectación de tener a la historia como testigo, Lewis y Holyfield se enfrentaron por primera vez el 13 de mayo de 1999 en el Madison Square Garden de Nueva York. The Real Deal era el favorito de los aficionados estadounidenses, que apostaron mayoritariamente a su victoria. Ni los veinte millones de dólares que se embolsó contentaron a un Holyfield, que midió los esfuerzos ante un Lewis en ascenso. El resultado de combate nulo hizo de la revancha una obligación.

Lewis y Holyfield volvieron a medirse el 13 de noviembre de 1999 en el Thomas Mack & Center de Las Vegas, con varios cambios antes de que sonase la campana: la bolsa se repartiría de forma igualitaria (15 millones de dólares para cada uno), los apostantes confiaron en Lewis, que entró en primer lugar al ring al ritmo de reggae, tras realizarse un sorteo.

Las voces con acento británico resonaron en Nevada con el buen inicio de su compatriota, que lanzó su jab con precisión. Los golpes de Holyfield ganaron potencia con el paso de los asaltos, para desesperación de la esquina de Lewis, que reclamaba que el estadounidense iniciaba sus ataques con la cabeza por delante, de la misma forma que lo hizo ante Tyson.

En tiempos de pantallas azules en Windows 98, Lewis impuso su avanzado «ordenador» para anotarse los últimos y decisivos rounds. En el plató de Vía Digital, televisión que retransmitió la pelea en España, Xabier Azpitarte dijo que las puntuaciones, que otorgaron a Lewis la victoria por decisión unánime, le habían devuelto a Lewis lo que le habían robado ocho meses antes.

El próximo sábado en Riad, Tyson Fury Oleksandr Usyk aspiran a suceder a Lewis como último campeón unificado de los pesos pesados. Un cuarto de siglo después, no serán tres, sino cuatro, los cinturones que estarán juego: WBC, WBA, WBO e IBF.