Daniel Pi
@BastionBoxeo

La segunda temporada de las World Boxing Super Series está siendo un completo desastre desde el punto de vista organizativo. Eso no quiere decir que la primera temporada se mantuviese al margen de las dificultades, ya que hubo también problemas económicos y de aplazamientos de las fechas inicialmente programadas. No obstante, esas complicaciones no fueron tan severas como las que han rodeado a la edición de 2019, que han alcanzado tal punto que incluso amenazan la propia existencia del torneo y que dejan su prestigio por debajo de mínimos.

Según ha sido hecho público, el campeón mundial WBA del peso superligero Regis Prograis (en la imagen) y su promotor Lou DiBella han decidido retirarse del torneo y han presentado una demanda en una corte federal de Nueva Jersey para sacudirse cualquier obligación con las World Boxing Super Series, alegando que se ha incumplido el contrato por él firmado. Por el momento se desconoce si han hecho reclamaciones económicas.

La cuestión es compleja pero, resumidamente, se debe señalar que las WBSS no pusieron en depósito el dinero acordado en el contrato, cosa que se sumaba al hecho de que durante tres meses Prograis no ha sabido qué iba a pasar con su final contra Josh Taylor, que según el contrato no podía producirse más tarde del 7 de octubre, fecha para la que faltan menos de dos meses. La cúpula del torneo aseguró que la fecha podría ser el 5 de octubre a pesar de que DAZN (que emite las WBSS en Estados Unidos y en otros países) no había aprobado esa fecha. Incumpliendo los términos del contrato, las WBSS quisieron modificar las reglas poniendo nuevas fechas y nuevas cantidades para los depósitos y situando como día de la final el 28 de septiembre, de modo que Prograis se encontró de repente a seis semanas de la pelea.

Así, y sumándose a ello que se tardó más de un mes en el pago íntegro de su bolsa de cuartos de final, que se cobró bajo amenaza de demanda, Prograis decidió zanjar su participación en el torneo. El comunicado expone lo siguiente:

No hay nadie más decepcionado por el giro de los acontecimientos que Regis Prograis, que ha expresado su deseo de unificar la división en diversas ocasiones. A Comosa [la filial de Sauerland que actúa como organizadora de las WBSS] le fue dada toda oportunidad para que viese la conclusión de las WBSS pero falló en cada momento en el cumplimiento de sus obligaciones con los boxeadores contratados. Esta acción judicial fue comenzada sólo después de que Prograis y su promotor determinaron, como resultado de la conducta de Comosa, que su participación en esta iniciativa no era posible por más tiempo”.

Como en casi todo conflicto boxístico, se están produciendo diferentes lecturas, y mientras muchos están mostrando su apoyo a Prograis considerando que los púgiles, que se juegan la integridad física en el ring, no pueden ser tratados como juguetes, otros señalan que la decisión del estadounidense ha sido producto de la ambición. Y es que se ha conocido que si hubiese ganado la final ante el dificilísimo campeón IBF Josh Taylor, Prograis se hubiese embolsado 1.800.000 euros, cifra que es muy inferior a la que José Carlos Ramírez ganó (3.500.000 €) con su combate de unificación ante Maurice Hooker. Por ello, se señala que Prograis podría haber buscado esta salida para disputar peleas con mayor ganancia y de un riesgo equivalente o incluso menor.

En cualquier caso, la línea descendente que ha seguido el torneo en esta segunda temporada ha sido incuestionable, mezclándose una actitud arrogante e ineficaz por parte de la organización con desafortunadas bajas y combates controvertidos, algo que llegó a su punto álgido con el espantoso y corrupto espectáculo del Briedis-Glowacki. Por ello, la pretensión de cambio que las WBSS querían suponer para el boxeo no sólo ha fracasado en gran parte, sino que el torneo se ha convertido en un escaparate de la peor cara del pugilismo profesional, pareciendo en ocasiones que, si no han sido saboteados, los organizadores lo han hecho lo peor que se puede hacer.

Semanas atrás las World Boxing Super Series quisieron dar un paso crucial para su supervivencia tratando de pactar un torneo en el peso semipesado para la tercera temporada, llegando a afirmar Kovalev que estaba interesado en participar. No obstante, Arum, que ha sido el mayor detractor de la iniciativa, le dio un revés a las WBSS pactando el Kovalev-Yarde y el Gvozdyk-Beterbiev (el combate, que tiene fecha y sede, se da por hecho aunque no ha habido anuncio oficial), duelos que, estando los vencedores emplazados a verse las caras si Canelo no se pone de por medio, le darían a los aficionados lo que quieren ver, o sea los mejores contra los mejores, y sin necesidad de un formato único que ha padecido brechas por su falta de realismo y su excesiva rigidez.

De ese modo, sintiendo muchos ahora, desfortunadamente, que el cambio deseado en la faceta de negocio del boxeo es más irrealizable de lo que pensaban, y habiéndose fortalecido el sistema de promoción tradicional, la salida de Prograis del torneo es para muchos la confirmación de que las WBSS van a terminar diluyéndose, ya que será enormemente difícil que en adelante vuelvan a convencer a los boxeadores de la élite para que se inscriban en un proceso en el que asumirán peleas arriesgadas sin tener garantizados los pagos, sin saber cuánto tiempo tendrán para prepararse y del que sólo podrán escapar a través de los tribunales.

Por ello, los planes de cinco ramas del torneo con los ocho mejores boxeadores de cada una que proyectaba Kalle Sauerland, o su ambicioso proyecto de dos ediciones del torneo por año, parecen utopías a estas alturas, pudiendo estar contento si la iniciativa sigue adelante de alguna u otra manera. En ese sentido quizás Sauerland sí pueda ejecutar su idea de dar cabida a las divisiones más ligeras o a las categorías femeninas, ya que sin tener que manejar cantidades de dinero tan grandes ni recintos gigantescos quizás pueda asegurar los pagos y mantener vivo el proceso eliminatorio.