Darío Pérez
@Ringsider2020

Gervonta Davis (25-0, 24 KO) representa una de las mayores anomalías de la WBA, organismo que, una vez más, ha prometido arreglar todas las situaciones extrañas con sus múltiples títulos de campeón del mundo; «después de liarla», como señala nuestro compañero Jorge Lera.

Se da la circunstancia de que el de Baltimore posee el título de campeón mundial superpluma WBA, el de verdad, pero también cinturones «mundiales» secundarios en las categorías superiores, ligero y superligero. Ganó uno de ellos a Jesús Cuéllar, otro a Yuriorkis Gamboa, y el último a Mario Barrios. «Un combate, un cinturón mundial», podríamos recomendar al desprestigiado organismo como lema.

En su campaña periódica de maquillaje para intentar convencernos de que van a cambiar, como aquella expareja a la que das mil oportunidades y siempre te acaba mostrando su decepcionante cara real, la WBA ha apremiado a Davis para elegir en qué categoría quiere mantener su cinturón. Le dan siete días para decidir qué premio defender para, según argumentan, dar oportunidades a otros deportistas de llegar a lo más alto.

No se sabe nada de la vuelta de Gervonta Davis al ring tras su gran victoria en junio antes del límite ante Barrios. Lo que sí sabemos son las palabras de su mánager y mentor, Floyd Mayweather, resaltando que solamente se enfrentaría a boxeadores del círculo de Al Haymon. Unas declaraciones tan nocivas para el boxeo y su filosofía como deporte, los mejores tienen que enfrentarse a los mejores, como el organismo de Gilberto Mendoza y sus cinturones a voluntad.