Daniel Pi
@BastionBoxeo

Dicen que en la derrota es como mejor se puede conocer a un boxeador y medir sus virtudes, existiendo infinidad de ejemplos en que los púgiles mostraron lo mejor de sí mismos tras padecer un sonoro tropiezo. Sin embargo, hay multitud de casos también en los que los boxeadores responden a la derrota con excusas de todo tipo que parecen un indicativo de sus flaquezas.

En el caso de Deontay Wilder, que padeció su primera derrota oficial como profesional en su revancha ante Tyson Fury, muchos de sus propios seguidores se están mostrando muy decepcionados con la forma en que el estadounidense ha reaccionado ante este varapalo, y no es para menos.

La excusa de que el traje que él eligió llevar para entrar al ring (en la imagen) le había debilitado resultó esperpéntica, más aún sabiéndose que Wilder ha usado muchas veces en entrenamientos chalecos con lastres. Eso por no hablar de que en muchos oficios los trabajadores deben cargar con más peso cada día de forma sostenida. De todos modos, la excusa del traje no resulta tan grave como poner en duda la profesionalidad de un Mark Breland que tiró la toalla para intentar proteger su integridad física. Y es que, a pesar de ser evidente que esta acción era necesaria, Wilder afirmó públicamente que Breland se dejó influenciar en su decisión por un Anthony Dirrell miembro de la otra esquina que le dijo que lo hiciese, si bien se ha demostrado que Dirrell no estaba ni siquiera cerca en el momento en que el desenlace sucedió.

Por si estas y otras afirmaciones no fuesen ya suficientes para dejarle en mal lugar, no está favoreciéndole nada que un grupo de sus seguidores más fanáticos haya inventado una teoría según la cual Fury hizo trampas con los guantes para poder noquearlo, apoyándose en un vídeo que se ha convertido en viral.

No obstante, por el calzón de Fury se puede ver claramente que el vídeo es de la primera pelea y no de la segunda, por lo que no sirve para justificar que fuese vapuleado en la revancha. Asimismo, la supuesta “trampa” es, simplemente, que el guante izquierdo de Fury estaba mal atado y se le escurrió hasta quedar su puño casi a la altura de la muñeca del guante, cosa que puede complicarle mucho al púgil poder manejarse y que de ningún modo da una ventaja. De hecho, han sido varios los que han respondido a este vídeo de acusación haciendo la prueba de ponerse el guante en tal incómoda posición e intentar pegar a un saco o a unas manoplas de esa forma, habiendo afirmado todos, evidentemente, que no lograban ningún tipo de ventaja y que, muy al contrario, se hacían daño en la muñeca y tenían un riesgo serio de lesión.

Sin duda, a Wilder no se le puede responsabilizar de las absurdas teorías que sus seguidores o su entorno quieran utilizar (siempre y cuando no se demuestre que han sido creadas por él mismo), pero muchos creen que un elemento y el otro se combinan, es decir, que las excusas del boxeador alimentan las incoherentes justificaciones de sus fans y que, del mismo modo, no tener a nadie realista a su alrededor para decirle qué cosas no está haciendo bien le afecta de manera muy negativa.

La teoría de que nadie de su equipo le dice la verdad ha sido perfectamente resumida por el exboxeador Paulie Malignaggi, quien además confirmó algo que se rumoreó tiempo atrás y que para muchos demuestra de nuevo la supuesta debilidad psicológica de Wilder: que el ahora excampeón intentó que despidiesen a “Magic Man” por sus criticas como analista de la cadena de televisión Showtime. Malignaggi así lo explicó en un famoso programa:

Deontay dijo en el ring -No voy a poner excusas- y entonces puso 40. No es el primer tío que lo hace, no digo que él lo sea. Mi problema con él, y donde creo que Deontay ha tenido un problema en los últimos dos años, es este: en mi opinión ya nadie es honesto con él. Porque cuando dices ciertas cosas públicamente, ya las has dicho en tu círculo. No dices simplemente cosas aleatorias públicamente que no has dicho en tu círculo. Empezando por la primera pelea alguien debió decirle -Tío, no ganaste esa pelea, di voy a hacerlo incluso mejor la próxima vez, di que sientes que el resultado no fue un robo. Pero no salgas y digas que la gente se ha vuelto loca por pensar que perdiste la primera pelea, en la que te sobrepasaron por habilidad-. Intentó que me echaran de Showtime. Intentó que a mí y a Steve Farhood nos echaran [por las críticas a su actuación]”.

Posteriormente, Malignaggi añadió:

Si avanzamos hasta después de este combate, ahora dijo -Esa cosa pesaba, ese traje pesaba-. Nadie en su equipo tuvo las narices de decirle nada. Yo siempre tuve cerca a mi mejor amigo, y él siempre era honesto. Él me habría dicho -Hermano, cállate la boca, ¿qué estas diciendo?- Y como mejor amigo no lo vas a sacar de tu círculo por ser sincero, siempre necesitas ese tío realista, al menos uno, porque si todo el mundo simplemente te da la razón, pierdes la noción de la realidad. Y siento que al poner Deontay esa excusa es otro signo de que hay demasiados tíos a su alrededor que simplemente dicen que sí a todo. Porque alguien en su equipo debió decirle -Vas a parecer un idiota si dices eso. No lo hagas-”.

Puede que Malignaggi estuviese enfadado por el hecho de que Wilder intentase hacer que perdiese su trabajo y esta valoración no fuese imparcial, pero es difícil negar que “Paulie” lleva razón en buena parte de sus consideraciones, puesto que los hechos han demostrado que varios aspectos del equipo del peso pesado no funcionan como deberían y que él mismo no está encarando las situaciones desfavorables de una manera adecuada. Pocos creen que a estas alturas Wilder pueda cambiar su actitud de forma determinante para ponerse en el buen camino y recobrar el apoyo de los fans que ha perdido con sus excusas de mal perdedor. Pero en su mano está intentar que la historia le recuerde como un boxeador de limitada técnica que llegó más lejos de lo que podía con un único puño y que supo reaccionar en su momento más bajo y no como un producto sobreprotegido que se hundió en sus propias excusas la primera vez que el viento cambió de dirección.