Emilio Marquiegui
@EmilMarquiegui

En un gran combate memorable, el inglés Anthony Joshua ganó en el undécimo asalto las dos coronas mundiales del peso pesado tras derribar en dos ocasiones al excampeón ucraniano Wladimir Klitschko y parar el árbitro ante la superioridad manifiesta del local, pero fue una pelea que mereció escuchar las opiniones de los jueces, dada la igualdad e intensidad de la batalla. Mucho respeto entre dos grandes boxeadores. El multicampeón Klitschko, con sus 41 años, demostró estar a la altura en una de las peleas del siglo, mantuvo a raya al joven púgil local e incluso le derribó y anduvo cerca de la victoria por fuera de combate en el sexto asalto, lo que hubiera sido una mayúscula sorpresa.

Pero es que en el asalto anterior, el quinto, Joshua tuvo en las nubes a Klitschko, al que puso en posición horizontal y casi noqueó definitivamente, aunque el ucraniano tiró de experiencia y pasó el apuro. Espectacular entrada en el estadio de Wembley (Londres), 90.000 espectadores, una pugna igualada, con dos púgiles que arriesgaron lo justo, conocedores del peligro de su antagonista. Joshua venció, pero no convenció del todo. Debe ser más agresivo para pasar a la historia, y también mostró su debilidad al rodar por el tapiz ante una potente derecha del ucraniano, aunque se levantó como los grandes y venció.

Al final del décimo las puntuaciones estaban igualadas, una caída en cada bando y el resto de asaltos repartidos. En el penúltimo round, el decisivo ataque del británico acabó con un acontecimiento deportivo de altísimo nivel.
Máximo espectáculo para los aficionados, Joshua mantiene su corona de la Federación Internacional de Boxeo (IBF) y consigue la segunda diadema, la de la Asociación Mundial de Boxeo (WBA) de los pesos pesados. Acertamos en nuestro pronóstico, pero hemos de reconocer que esperábamos más de Joshua y menos de Klitschko, aunque ese cóctel ha logrado que vibráramos con una lid espectacular.