Gabriel Campillo

Por fin ha tenido lugar la tan esperada pelea entre Vasyl Lomachenko y Teófimo López, en la que, tal y como rezaba la promoción: «winner takes all» (el ganador se lo lleva todo) haciendo referencia a todos los títulos que se ponían en juego en la misma. Tres por parte de Lomachenko, y uno de López.

Lomachenko parte como favorito tanto para el público, como para la prensa y medios especializados. Las enormes cualidades pugilísticas, atléticas e inteligencia que muestra en cada presentación, hacen que pocos sean los que se inclinen a pensar en el estadounidense López como favorito. A favor de éste están la pegada, la juventud, y un físico más adecuado para las 135 libras que el del boxeador ucraniano. Lomachenko es algo pequeño para el peso, lo que hace que no se exprima mucho para llegar a la báscula. Esto, que podría parecer una ventaja, ha jugado ésta noche en su contra como ahora veremos.

Ya en el pesaje me di cuenta de que Loma está muy holgado en el peso. Esta circunstancia se puede apreciar en el nivel de sequedad de uno y otro púgil. Tanto a nivel abdominal, como sobre todo en el rostro. Teófimo se presentaba completamente seco, con pómulos marcados y ojos hundidos. Lomachenko fresco, buena cara, buen aspecto, cara rellena, abdomen definido pero sin secar. En otras circunstancias no tendría mayor importancia, e incluso podría ser un punto a favor no haber sufrido mucho para llegar a la bascula. Pero hoy eso se traducía en que López, un pegador de una mano, alguien que cuando conecta un gran golpe el rival cae dormido antes de tocar el suelo, posiblemente rehidrató entre 5 y 7 kilos, mientras que Vasyl difícilmente superaría los 2 o 3. Y eso se notó en el ring, en esos «fríos» primeros asaltos.

Ya metidos en la pelea, vemos un arranque muy frío, muy defensivo del ucraniano, que parece querer estudiar al rival, hacer su ya famosa radiografía de su estilo, antes de lanzarse a un ataque sin tregua. Pero ese ataque no llega, y Teófimo se va anotando asalto tras asalto, ante la aparente ‘apatía’ del campeón.

Mi opinión personal, siempre subjetiva, es que Lomachenko se vio sorprendido por la gran potencia de pegada de un López, que como comentábamos antes, debía de sacarle 4 o 5 kilos sobre el ring. Decidió madurarlo y cansarlo un poco antes de tomar la iniciativa, pero cuando decidió pasar a la ofensiva, Teófimo contaba ya con un buen saldo de puntos en su haber.

Es en la segunda mitad de la pelea cuando las tornas parecen cambiar. Después de un dominio ‘casi’ unilateral (en mi tarjeta personal Lomachenko se anotó un asalto de los primeros seis el campeón ucraniano toma el tempo y el dominio de la pelea a partir del asalto 7. Desde ahí se suceden una serie de asaltos de muy claro dominio del europeo, con algunos momentos complicados incluso para el aspirante. Parece que Loma vuelve a ser Loma. Pero quizá era demasiado tarde para darle la vuelta por puntos a una pelea que se le había puesto cuesta arriba en la primera mitad. Había que buscar algo más, un desenlace contundente por fuera de combate, o al menos alguna caída. Vasyl lo busca insistentemente, poniendo en apuros a Teófimo, pero éste ha venido muy bien preparado, es joven, es fuerte, y tiene mucha hambre de gloria.

Teófimo resiste. Incluso en mi cartulina personal (que me sale idéntica, asalto por asalto, a la que presenta André Ward para ESPN) se anota el último asalto.

La pelea termina, las cartas están echadas. Todo queda en manos de los jueces. No me cabe ninguna duda de que ha sido una pelea cerrada. Y de ahí mi sorpresa cuando escucho las (en mi opinión disparatadas) puntuaciones de los jueces. Un 116-112 ya es amplio para lo que vimos, pero un 119-109 como el de Julie Lederman, es simple y llanamente un insulto para el boxeo, para los espectadores, y para un campeón del mundo como Vasyl Lomachenko y su equipo. No creo que pueda ni deba hablarse de robo en peleas tan cerradas, la decisión puede ir en uno u otro sentido, y sin duda Teófimo López hizo méritos para coronarse campeón (y Lomachenko para conservar su cinturón). Pero desde luego, hay que revisar y poner a prueba la capacitación de algunos jueces, en los que parece recaer más responsabilidad de la que, visto lo visto, son capaces de gestionar.

Como conclusión, diré que me pareció una pelea un tanto aburrida para lo que se esperaba de ella, y aunque se animó en la parte final, creo que muchos esperábamos un duelo de más emoción. Aunque quizá esas eran mis expectativas. Sólo me queda felicitar al nuevo campeón, que hizo un gran trabajo demostrando que sí estaba preparado para medirse a ese monstruo del boxeo que es Vasyl Lomachenko. A mi sí me gustaría ver un combate de revancha. Y por si alguien se lo pregunta o tiene curiosidad, así quedó mi cartulina personal: