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Julio González

La revisión de acontecimientos históricos, enfocados desde un punto de vista político, es una tendencia que debe combatirse como hicieron Paulino Uzcudun y José Legrá sobre el cuadrilátero. En la última semana, dos de las principales cabeceras de España, ABC y El Mundo, han dedicado sendos artículos a dos figuras del boxeo patrio. A la par que los dos gigantes del fútbol español libran su guerra por beneficios del pasado, destacadas plumas del periodismo nacional han puesto sus ojos en el boxeo, lo cual siempre es de agradecer.

El pasado lunes en el diario ABC, Pedro García Cuartango publicó una página completa dedicada al mejor peso pesado que ha dado España, titulada “Paulino Uzcudun, el púgil que sólo cayó una vez”. A pesar de que García Cuartango es un aficionado a este deporte, el artículo no despoja al regiltarra de los tan manidos clichés que se han repetido en los últimos años. Como preludio, el artículo se encuadra en una serie llamada “Juguetes Rotos”. Cierto es que Uzcudun apareció en un trabajo de Manuel Summers con ese nombre, pero su figura dista mucho de ser un hombre fracasado o con un final miserable. El que fuese campeón de Europa del pesado vivió hasta su muerte dignamente del dinero que le reportó su legendaria carrera, sin protagonizar ningún escándalo, principalmente dedicado a su familia. Uzcudun nunca se desligó del boxeo, y en todas las veladas memorables de la década de los setenta estuvo presente en primera fila para animar a compatriotas como Pedro Carrasco o Urtain. Ataviado con sus características boina y garrota, Uzcudun fue (y debería ser) una institución para el boxeo en España.

García Cuartango se equivoca al afirmar que Uzcudun disputó el título mundial de los semipesados, pues siempre boxeó en el pesado, pero ese no es su error más grave. El columnista de ABC insiste en que el de Régil fue una figura del franquismo y eso es falso. La carrera del vasco se inició en 1923 y finalizó en 1935, mientras que la Guerra Civil que aupó a Franco al poder no comenzó hasta 1936, cuando Joe Louis ya había derrotado al español en su última pelea. Durante el conflicto bélico, la cabeza de Uzcudun fue un objetivo de algunos de sus vecinos. El propio Uzcudun afirmaba que la política no era un asunto del que tuviese grandes conocimientos, puesto que lo suyo era el hacha y el boxeo. Su popularidad, solo comparable a la de Ricardo Zamora, lo convertía en una figura de gran valor para levantar los ánimos, como ocurrió con Carnera en Italia o el propio Joe Louis durante la Segunda Guerra Mundial. Finalizado el conflicto, Uzcudun no gozó del trato de favor que tuvieron otros deportistas a lo largo de la historia, y optó por llevar una vida alejada de los focos en la sierra madrileña.

El jueves era el turno de Pedro Simón, quien publicó en El Mundo el reportaje “El último ‘round’ de José Legrá: «Sus amigos desaparecieron cuando ya no había nada que llevarse». A ojos del lector, Legrá es un anciano olvidado que espera la muerte en una residencia. La realidad dista de ser esa, pues además del gran Manel Berdonce, son muchos los antiguos compañeros que siguen visitando al de Baracoa. En España, y según los últimos datos oficiales, 390.000 personas viven en residencias de ancianos, por lo que Legrá no es una excepción. Evidentemente, el hispanocubano no goza de la misma energía que cuando derrotó a Howard Winstone, pero cuántos quisiesen llegar a su edad después haber disfrutado tanto de su paso por este mundo. Legrá ya no ocupa portada, como tampoco lo hacen los coetáneos que siguen vivos a día de hoy, tras la muerte de los Amancio, Luis Aragonés, Luis Ocaña o Ángel Nieto. La situación económica del rey de los pesos pluma ha dado para diversos comentarios, como también podría hablarse de figuras arruinadas como Boris Becker. Sobre la fecha de nacimiento de la persona negra que más salía en el NO-DO junto a Antonio Machín, las referencias son erróneas hasta en el mes, pues no nació en abril sino en marzo.

Como con Uzcudun, unir la historia de Legrá al franquismo es otro de los puntos destacados del artículo. Cuando su carrera debía comenzar a despuntar, el triunfo del castrismo prohibió el boxeo profesional en Cuba, viéndose sin recursos el de Baracoa. Franco fue un seguidor más de las hazañas de Legrá, como tantos millones de españoles, y al igual que otros gobernantes tuvo un trato de favor con una de las figuras de la época.
Sin embargo, el apoyo fue más afectivo que económico. Sirva como ejemplo la manera en la que Legrá perdió el título mundial WBC en 1973 ante Eder Jofre. Los militares brasileños pusieron sobre la mesa todo el dinero necesario para que la defensa del hispanocubano se realizase en el recién estrenado Pabellón de Brasilia, nombrado como Emilio Medici en honor al presidente brasileño de inicios de los setenta, donde Jofre se impuso en una discutida decisión de los jueces.

Tanto Uzcudun como Legrá fueron dos de los españoles más reconocidos a nivel mundial en su momento, pero que nadie lo olvide, por su talento deportivo. Con sus luces, y también sus sombras, no es necesario deformar la realidad para prestar atención a un deporte tan maltratado como el boxeo.