José Manuel Moreno
@josemorenoco

El excampeón mundial del peso crucero, el norteamericano Steve Cunningham, ha estado en un montón de duras peleas a lo largo de su prolífica carrera, pero él es el primero en confesar que ni sus duros combates ante peleadores de la talla de Tomasz Adamek, Marco Huck o Joan Pablo Hernández se pueden comparar con la experiencia vivida estos últimos días. Y es que su pequeña hija Kennedy, de tan solo 9 años, ha sufrido nada más ni nada menos que un trasplante de corazón. La niña nació con un defecto en el lado izquierdo de su corazón y el pasado viernes fue objeto de dicho trasplante en el Hospital Infantil de Pittsburgh (Pennsylvania). «A ella le ha devuelto la vida, está reaccionando muy bien y estamos todos muy contentos» declaró emocionado «USS», de 38 años y que fuera campeón mundial en 2007 de la IBF, en Katowice, Polonia, ante el boxeador local Krzysztof Wlodarczyk.

Perdió en su segunda defensa ante el también polaco Tomasz Adamek en una recordada batallas de puños, y volvió a recuperarlo en 2010 ante el canadiense Troy Ross. «Queremos darle las gracias al donante y a su familia, ya que alargar la vida de nuestra pequeña vale más que cualquier victoria en el boxeo». Cualquiera lo firmaría. Cunningham lleva tres victorias consecutivas tras ser noqueado en siete asaltos por el británico Tyson Fury y volverá, con la moral por las nubes, el 14 de marzo, en la velada en Quebec cuyo combate de fondo será Pascal-Kovalev. Cunningham peleará, ya en el peso pesado en el que se estableció hace un par de años, ante otro polaco, Vyacheslav Glazkov. De momento, a su hija la ha salvado la «campana» de la solidaridad. Bonita historia.