Daniel Pi
@BastionBoxeo

La historia del peso pesado ha ofrecido una constante sucesión de revanchas entre varios de los mayores exponentes de cada generación, pareciendo que cuando dos de los nombres más reconocidos de la división máxima en un determinado momento se enfrentan en un ring hay una elevadísima posibilidad de que vuelvan a hacerlo, ya sea en un combate mítico o en una decepción pero alzando tanto revuelo como el propio deporte puede llegar a causar.

Así, en el último siglo podemos encontrar combates como el Tunney-Dempsey II en la década de 1920, el Louis-Schmeling II en los 30, el Louis-Walcott II en los 40, el Marciano-Charles II en los 50, el Ali-Liston II en los 60 y la saga Ali-Frazier de los 70, el Spinks-Holmes II en los 80, el Tyson-Holyfield II en los 90, el Rahman-Lewis II en la primera década del siglo XXI y en la segunda el Joshua-Ruiz II. En definitiva, los ejemplos son inagotables y tratar de recordar algunos de ellos sólo hace que dejemos por el camino infinidad de otras peleas que pararon la actividad deportiva para centrar todas las miradas.

Alcanzada ya la década de los 20 del siglo XXI, el peso máximo busca sus nuevos referentes en cuanto a revanchas del peso pesado así como nuevos momentos de desquite para recordar, teniendo todavía estos diez años su recorrido casi completo por recorrer pero disputándose ya, un mes después del inicio de 2020, su primera gran revancha: este sábado en el MGM Grand de Las Vegas (Estados Unidos) el invicto campeón mundial WBC del peso pesado Deontay Wilder (42-0-1, 41 KO) y el también imbatido exmonarca mundial unificado Tyson Fury (29-0-1, 20 KO) se enfrentarán por segunda vez, combate que sucederá al que, hace 14 meses, terminó con un empate controvertido.

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Resumiendo la situación, este nuevo duelo entre Wilder y Fury lo tiene todo: choque de estilos, diferente nivel de pegada y técnica, incógnitas sobre el desarrollo estratégico, dos personajes carismáticos y que no suelen dejar indiferente a nadie, una confrontación Estados Unidos vs. Reino Unido, la posibilidad de alzarse al número 1 de la categoría del peso pesado, etc. Por todo ello, el Wilder-Fury II es indudablemente una de las grandes citas de la temporada y, a no ser que el ganador se mida a finales de año a Anthony Joshua o que AJ y Usyk se enfrenten, también es con diferencia el mejor duelo mundialista de la categoría sin límite de peso de 2020.

Un elemento que ayuda a dar incertidumbre e interés a este cruce es la sustitución de Ben Davison como entrenador de Tyson Fury, técnico con el que consiguió asombrar al mundo con su efectividad defensiva en el primer combate contra Wilder y pasar por encima del limitado Tom Schwarz pero con el que tuvo también una actuación mucho menos convincente ante Otto Wallin, quien entraba muy por detrás en las apuestas pero que llevó al británico al borde de la derrota con un grave corte por puño que se teme que se pueda reabrir en esta revancha.

No obstante, aunque su tío y exentrenador, Peter Fury, le pidió que dejase a Davison tras lo sucedido contra Wallin, Tyson ha negado repetidas veces que el motivo de que abandonase a dicho técnico fuese ese combate, afirmando que la razón del cambio es simplemente su voluntad de buscar un KO de la mano de un entrenador de corte más agresivo como Javan “Sugar Hill” Steward. Estas fueron las palabras de Fury al respecto:

Tuvieron que robarle a un hombre que había estado fuera del ring tres años, y aun así no pudieron derrotarle. No voy a por una decisión a los puntos, he tenido demasiadas, 9 de ellas: voy a por un nocaut. He tenido 21 y desde mi corazón eso es lo que pretendo hacer. Es por eso que he contratado a Sugar Hill. Si no quisiese un nocaut no hubiese contratado a un entrenador del Kronk. Si no quisiese un nocaut me hubiese quedado con Ben Davison y habría trabajado en ese estilo de paradas y arrancones”.

Curiosamente, Wilder señaló precisamente lo contrario, afirmando que es capaz de vencer también a los puntos, aunque de todas maneras no pudo obviar el hecho de que su pegada es su principal virtud:

Por supuesto que puedo ganar un combate en las tarjetas. Todo es posible en boxeo. No estoy preocupado por mi inteligencia de ring o mi nivel de habilidad. Confío mucho en lo que hago y en lo que digo, y eso me hace ser quien soy. Es por eso que todavía estoy invicto y cada púgil ha probado la lona. Cuando entro ahí no es que esté intentando jugar con fuego, perder rounds o lo que sea. Nadie quiere perder rounds. Cuando tienes un poder devastador, como yo lo tengo, no te preocupas por ello demasiado. Es una pelea de 12 asaltos. 36 minutos. Alguien tiene que cometer un error, y vas a cometer más de uno. Ellos tienes que ser perfectos durante doce asaltos, yo sólo tengo que ser perfecto durante dos segundos”.

De todos modos, aunque hasta el momento esta valoración de Wilder respecto a sus opciones de sentenciar el combate tarde o temprano hayan resultado ciertas, el hecho es que su pérdida constante de asaltos resulta una innegable debilidad. Y es que, si tenemos en cuenta que hasta que no logra el KO suele mostrar una inferioridad táctica sostenida, eso implica que un boxeador lo suficientemente agresivo puede explotar sus brechas para causar daños de forma recurrente. Dicho de otra forma, si Ortiz pudo vencer siete rounds contra él y llegar con alguna buena mano, un Fury que consiguió anotar varios contundentes golpes de poder en el último tramo del combate, y que se mostró capaz de soportar dos de los temibles mazazos del estadounidense, tiene una clara opción de triunfo.

En cualquier caso, y siendo todavía una incógnita qué resultados tendrá en su rendimiento el supuesto aumento muscular que Fury ha perseguido en su último campamento de entrenamiento, es también evidente que “The Gypsy King” nunca ha sido tampoco un boxeador de una elevada combatividad excepto cuando su rival era muy asequible, algo que no sucede con un Wilder que, dentro de su heterodoxia o incluso su torpeza, desmonta cualquier estrategia anotando la mano definitoria en el momento decisivo, sobre todo cuando sus rivales se confían o pierden la concentración.

Por ello, Wilder, que quizás es el campeón que más errores comete en un combate y el que mayor capacidad tiene de enmendarlos, es en estos momentos el favorito en las apuestas para imponerse en el enfrentamiento (las cuotas han oscilado varias veces en estos meses), considerándose que un planteamiento elevadamente combativo de Fury expondrá a este aspirante a los mejores golpes de “The Bronze Bomber”. Esto es debido a un principio básico del boxeo: cada vez que se lanza un golpe se crea una abertura que puede ser explotada y cuantas más veces se creen esos huecos más posibilidades hay de encajar golpes de poder que causen daños, algo peligrosísimo contra un temible noqueador de explosiva velocidad de manos.

No obstante, dado que Wilder ha apuntado que aumentará su cadencia de golpeo, buscando también realizar combinaciones más largas de puños (lo contrario a su arma habitual, las manos aisladas) para responder con ello a la destreza defensiva de su contrincante, existe también la posibilidad de que sus acciones enlazadas, previsiblemente muchas de ellas mal ejecutadas, puedan darle a Fury la posibilidad de medir un contragolpe. Asimismo, al aumentar su ritmo Wilder podría padecer una mayor fatiga, algo que Peter Fury cree que le daría una gran oportunidad a su sobrino, que según él debería tomar pocos riesgos en la primera mitad y en la segunda usar su ventaja en peso para buscar un combate físico y de desgaste con limitados espacios en el que poder mermar al monarca a través de astucia, forcejeos y clinches.

Sea como sea, la posibilidad de que ambos contendientes terminen en pie los doce asaltos si, como dicen, buscan el KO, no será elevada, siendo posible que el enfrentamiento deje más momentos de tensión y espectáculo que su predecesor. Pero, logre la pegada de Wilder romper otro combate cuando parecía que estaba perdido, o consiga Fury imponerse encontrando la forma de conectar golpes contundentes pero sin exponerse en el intento, en principio ambos están emplazados a una tercera pelea en verano que volverá a presentar numerosísimas incógnitas y gran interés y que completará una trilogía histórica para el peso pesado del siglo XXI.

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Esta velada, que contará con el mundial Navarrete-Santisima entre otras peleas, será emitida en España en directo por DAZN desde las 3:00 de la madrugada del sábado al domingo, una hora menos en las Islas Canarias.