Antonio Salgado
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(Recuerdo de la crónica de Antonio Salgado sobre el oro en los europeos amateur de Juan Francisco Rodríguez en 1971, y fallecido en 2019)

Siempre ha sido fundamental la presencia de una figura para incentivar cualquier tipo de deporte. El boxeo amateur español era faceta que entusiasmaba a una determinada minoría. Pero ahora, por obra y gracia de un pugilista llamado Juan Francisco Rodríguez Márquez, tal faceta se ha colocado en un puesto de privilegio. Este joven, en los recientes Campeonatos de España Amateurs celebrados en Bilbao-1971, fue proclamado como el representante más sobresaliente del torneo; ahora, en los Campeonatos de Europa que, por vez primera tenían como escenario a Madrid; en estos certámenes donde ha concurrido la flor y nata del boxeo universal; en estos enfrentamientos donde hemos visto a consagrados y veteranos líderes de esta olímpica manifestación del músculo, luciendo áureas medallas en campeonatos del más alta calibre, ahora, insistimos, este almeriense ha sido proclamado, con todos los honores, el mejor…

Y no le han regalado nada. Sus méritos los ha demostrado sobre el ring. Y el cronista tiene que confesar que este púgil, de apenas 21 años, le ha hecho vibrar de entusiasmo viéndole actuar en las finales de estos campeonatos ante el polaco Blazynsi, ocho años más viejo que él. Y nos ha hecho vibrar porque en el español atesoramos a todo un campeón. A un líder amateur que sabe perfectamente como comportarse en los tres asaltos de tres minutos. Después de la contienda, al muchacho le hicieron una entrevista por los canales de televisión y volvimos a sorprendernos. Sorpresa gestada ante un rostro sin huella alguna de castigo; sin el menor rasguño; exento de esos estigmas que, de no ser todo un privilegiado, forzosamente tenían que aparecer en su semblante.

Rodríguez Márquez es un fiel intérprete del “golpear sin serlo”. Estuvo a punto de no acudir a estos campeonatos continentales. Vamos a explicarlo. Juan Francisco, campeón español de los pesos gallos, fue incluido casi a última hora en la selección española al comprobarse el mal estado de forma que presentaba el tinerfeño Daniel Rodríguez Figueroa, que era, desde hace algún tiempo, el representante hispano de los moscas. Hay que aplaudir, por tanto, y por partida doble, al preparador nacional, el lanzaroteño Manuel Santacruz “Palenke”, no solo por la visión de la situación sino por dejar en perfectas condiciones, ante la báscula, a un púgil que siempre había militado en los pesos gallos.

Rodríguez Márquez, en líneas generales, es un púgil de una técnica trepidante. En su primera confrontación venció por inferioridad al escocés Keer; a continuación, se impuso también por inferioridad al danés Groth y, en las semifinales, superó por puntos al irlandés McLaugin.

En su último combate con el polaco Blazynsi, que era zurdo, el andaluz desplegó un derroche de efectividad y precisión; de perfecta sincronización en sus movimientos y depurado estilo. Fueron nueve minutos inolvidables. Los jueces, por unanimidad, le otorgaron el triunfo. Juan Francisco, entre otras cosas, había protagonizado la “furia española” en el sentido más puro de la expresión. Brindó tranquilidad en los momentos más comprometidos. Fue oportuno cuando el antagonista pisó el acelerador de la iniciativa.

En los próximo Juegos Olímpicos que tendrán como sede Munich, Juan Francisco será señalado como uno de los mejores en su categoría, situación que tendrá que demostrar una vez más ante la élite mundial del boxeo amateur. Gran responsabilidad la suya. Él ya lo ha dicho con su exquisita modestia, ya ha sentido el “cosquilleo” de un resonante triunfo. Ahora, la Federación Española, tendrá la difícil papeleta de retenerlo en este campo donde las “bolsas” profesionales pueden causarle ciertos devaneos, máxime teniendo en cuenta que en España cuando un boxeador destaca en el campo amateur, los promotores hacen tentadoras ofertas que no suelen ser meras promesas.

Si las medallas en los Juegos Olímpicos han sido metas poco menos que inalcanzables para los colores patrios, en Rodríguez Márquez tenemos una seria esperanza. Sería lamentable que la echáramos por la borda. Nuestros máximos organismos rectores deben tenerlo muy en cuenta. Y no olvidar tampoco a los otros, a los derrotados, no sobre el cuadrilátero, sino en las cartulinas de algunos jueces. El boxeo español en Munich podría dar la campanada. Ya hemos tenido un anticipo en estos Campeonatos de Europa, sueño que acarició, llevó a la práctica y realizó con extraordinario éxito, Roberto Duque, un presidente que está apuntalando nuestro pugilismo español como no lo había hecho ningún otro.

Como simple y nostálgico recordatorio de los citados Campeonatos de Europa celebrados en la capital de España, hay que añadir que al oro conseguido por Juan Francisco, en los pesos moscas, le había precedido la medalla de bronce que, en pesos mosca ligeros, alcanzó José Sánchez Escudero. El resto de la representación española fue la siguiente: Luis Otero Rodríguez (gallo), Antonio Rubio Fernández (pluma), Jerónimo Lucas González (ligero), Cristóbal Rosado Ramírez (superligero), Alfonso Fernández Fernández (wélter), Moisés Fajardo Pérez (superwélter), Víctor Varón González (medio), José Antonio Gálvez Gálvez (semipesado) y Casimiro Martínez Inarra (pesado). Rusia y Hungría, con tres medallas de oro cada una, coparon los primeros puestos en la clasificación general por equipos, seguidas de Polonia (2); y España, Alemania Democrática y Yugoslavia, con una.