José Manuel Moreno
@josemorenoco

Posiblemente sea la última oportunidad para el «Júnior». Pocos boxeadores como Julio César Chávez Carrasco han tenido más oportunidades que el «Hijo de la Leyenda» para, en sus comienzos boxear progresivamente contra los que más les convenía, para poco a poco acercarse a los títulos mundiales. Protegido, mimado diría yo, por las promotoras, por la prensa y por el WBC, que le han tratado como su propio hijo, Chávez Jr. ha dilapidado su situación de boxeador de élite de forma lamentable.

Se proclamó campeón mundial, nada más y nada menos que del prestigioso peso medio, contra el rival más asequible que se le encontró, el alemán Sebastian Zbik, al que venció en discutida decisión mayoritaria en junio de 2011, en el Staples Center de Los Ángeles. Aprovechando diversas dolencias de «Maravilla» Martínez, al que el WBC situó como campeón en receso, realizó tres defensas exitosas, con más o menos brillantez. Victoria fácil en cinco asaltos contra Peter Manfredo Jr., discutidísima victoria por puntos ante su compatriota Marco Antonio Rubio y con un providencial nocaut ante Andy Lee, cuando iba por detrás en las cartulinas.

Siempre dando la impresión de que le venía grande ser el rey del peso medio. En septiembre de 2012, al fin, «Maravilla» le puso en su sitio, ganándole de cabo … hasta el penúltimo asalto. En el postrer round, Chávez tiró a la lona al argentino, en el posiblemente mejor momento boxístico de la carrera profesional del sinoalense. Y entre problemas varios con los controles antidóping y con su supuesta adicción a la marihuana, llegó el combate, en septiembre pasado, ante el mediocre pero rocoso estadounidense Bryan Vera, quien le puso las peras al cuarto, aunque los jueces, influenciados por su apellido y estirpe, le acabaron dando una sorprendente victoria.

Ahora llega la lógica revancha. Este sábado, en el Alamodome de San Antonio, Texas, o el «Júnior» demuestra que su examen de conciencia y acto de contrición son verdaderos, o ante el propio Vera, que llega con sed de venganza, se acabará la historia de alguien que pudo ser grande (nunca como su padre, claro) y que se quedó, por su falta de profesionalidad, en la mitad de la mitad. Veremos.