Daniel Pi
@BastionBoxeo

Por decisión unánime de los jueces y cartulinas de 117-111, 116-112 y 116-113, el pasado sábado en el weeArena de Bad Tölz (Alemania) el germano-kosovar Robin Krasniqi (48-5, 17 KO) logró la victoria más importante de su carrera al derrotar al coaspirante Stanislav Kashtanov (36-3, 21 KO) y coronarse campeón de Europa del peso supermedio, cinturón que se encontraba vacante. Con todo, aunque dicho éxito le impulsará hacia importantes encuentros, lo cierto es que éste fue controvertido, pareciendo que Kashtanov, tras un mal inicio, hizo lo suficiente para merecer la victoria, siendo un insulto la tarjeta de 117-111 a favor de Krasniqi, especialmente teniendo en cuenta que ni siquiera muchos aficionados alemanes estuvieron de acuerdo con la victoria del local.

Como la velocidad de Krasniqi es claramente superior y sus comienzos siempre son buenos, éste logró una importante ventaja inicial. Para ello se mantuvo siempre que pudo fuera del alcance de su rival imponiendo un rápido jab y aislados golpes de poder al ataque, como un uppercut diestro, o a la contra, como una derecha directa que estremeció a Kashtanov en el primer round. De esa forma, aunque el visitante era el boxeador con más pegada y con más fortaleza, sus cualidades quedaron sin poder aprovecharse en el primer cuarto pese a algún salteado directo de mano adelantada, que anotaba básicamente por buena gestión de los tiempos de ataque y adecuada ejecución técnica, ya que su lentitud no le permitía cruzar jabs con Krasniqi.

A base de paciencia y constancia, Kashtanov logró alcanzar distancias más próximas a su oponente, pero las buenas esquivas del local impidieron que sus ofensivas supusiesen la ruptura que buscaba. Aun así, el ruso, que conectó varios directos y ganchos zurdos en el quinto, comenzó a anotarse asaltos, haciendo que Krasniqi se volviese más precavido y disminuyese su uso del jab y su frecuencia de ataque, por lo que llegó a verse conducido a las cuerdas.

Aunque no podía apoyar mucho peso en sus golpes por la movilidad de su adversario, los bloqueos y la presión ascendente de Kashtanov igualaron las tarjetas, teniendo que encajar Krasniqi varios golpes claros en el noveno y el décimo episodio. Finalmente, fallándole las energías para seguir ofreciendo agresividad al ataque, Krasniqi aceleró mucho sus pasos cercano al ensogado, se mostró atento para eludir puños potentes y entró en clinch cuando fue necesario, pero no evitó ser alcanzado con mucha claridad en los últimos dos rounds, ofreciendo muy poca respuesta.

En cualquier caso, por tercera vez en su carrera la meritoria actuación de Kashtanov ante un rival destacado no fue, de forma polémica, galardonada con el triunfo, sino que la victoria fue a parar con puntuaciones incomprensiblemente amplias del lado del local, un Krasniqi que así ve alejarse la sombra del retiro y se acerca un poco más a la consecución de sus dos objetivos principales. Estos son boxear en su país de origen, concretamente en el Estadio de la Ciudad de Pristina (Kosovo), donde se dice que podría llegar a vender 30.000 entradas, y combatir en un campeonato mundial.

De hecho, estos dos planes se solapan, ya que el campeón continental espera poder pelear en Kosovo en su nuevo asalto mundialista. Ciertamente, Krasniqi no parece tener el nivel para pelear ante la élite mundial, pero tampoco parece capaz de enfrentarse con garantías a la élite europea, por lo que quizás no le importe afrontar un riesgo demasiado grande si la bolsa es cuantiosa y el choque tiene un significado personal, siendo indudable que cualquier monarca mundial que busque una defensa voluntaria asequible y con algo de prestigio debería elegirle como aspirante ahora que entrará en el top 15.