Daniel Pi
@BastionBoxeo

A Vyacheslav Shabranskyy lo destruyó en dos asaltos, pero como éste no cuenta con un gran encaje ni con una buena defensa faltaba por ver a Sergey Kovalev (32-2-1, 28 KO) ante un boxeador mucho más sólido para comprobar hasta qué punto el cambio de actitud en la forma de encarar su trayectoria podía hacerle recuperar su mejor boxeo. Pues ante este mayor test, el que disputó la pasada madrugada en el Madison Square Garden de Nueva York (Estados Unidos) contra Igor Mikhalkin (21-2, 9 KO), el monarca WBO del peso semipesado volvió a hacer gala de su apodo “Krusher“ (triturador) dañando el rostro de su adversario hasta forzar la detención en el séptimo episodio.

Muy activo con sus directos arriba y abajo y notablemente efectivo, Kovalev dejó claro desde el arranque que no pensaba dejar que la pugna llegase a las tarjetas, cosa que resultó todavía más evidente tras un segundo round en el que llegó con fuertes derechas, aisladas o encadenadas con directos zurdos, y con combinaciones de hooks o de uppercuts y ganchos. Si Mikhalkin dejaba trabajar a Kovalev, el monarca llegaba con demoledores golpes de poder, pero si el aspirante intentaba atacar se veía contragolpeado con igual contundencia, por lo que la pelea pareció tácticamente rota desde muy pronto.

A pesar de las dificultades y del muro de directos que se encontraba, el zurdo Mikhalkin intentó sorprender entrando desde la larga con algún directo de izquierda aislado a la cabeza o con ganchos de esta misma mano al torso, pero salteadas ofensivas poco podían entorpecer el despliegue del campeón, que se mostraba mucho menos rígido defensivamente que en otras ocasiones.

Aunque hay que reconocer que Mikhalkin mostró mayor resistencia que anteriores oponentes de Kovalev y fue un tanto incómodo por su posición zurda, llegado el duelo al quinto asalto el retador se vio estremecido claramente por primera vez con un directo, éxito que hizo que el titular acelerase sus acciones en el siguiente round para hostigar a su oponente, que acabó el episodio ensangrentado y con graves cortes en el pómulo, en el párpado derecho y en el tabique nasal a causa del tensísimo jab y los potentes uno-dos y dos-uno que tuvo que encajar. De todos modos, el castigo no se prolongó mucho más, dado que en el siguiente round, ante el terrible estado que presentaba el rostro de Mikhalkin y su total inferioridad, el árbitro pidió al médico que revisase al boxeador antes de decretar el nocaut técnico.

Más rápido de piernas y manos que en el pasado, con mejores desplazamientos y recursos defensivos, igual o más incontenible ofensivamente, y lo que es mejor, insatisfecho con su buena actuación, Kovalev parece capacitado para volver a instaurar una hegemonía en la división, o al menos intentarlo con serias posibilidades de éxito pese al fantástico nivel actual de la categoría del peso semipesado.

Si Kovalev y su promotora pudiesen elegir un camino ideal que seguir, éste pasaría por un triunfo de Badou Jack sobre Adonis Stevenson en el campeonato mundial WBC y por una posterior unificación ante el sueco, con quien en teoría sería perfectamente viable un acuerdo, al contrario de lo que ha sucedido durante tantos años con “Superman”. De todos modos, como se debe esperar hasta mayo para conocer el resultado de dicho combate y el ganador probablemente reciba la orden inmediata de medirse al titular interino que salga del combate entre Gvozdyk y Amar, el plan ideal está lejos de realizarse.

Sea como sea, llegue este encuentro o no, lo que está claro es que las polémicas derrotas ante Andre Ward sólo han hecho que espolear el ansia de logros y victorias insignes de Kovalev que, por uno u otro camino, afirma que tratará de buscar las mayores peleas posibles, las mejores bolsas, aunar todas las coronas de la división y seguir contentando a los aficionados y a sí mismo con su boxeo.