
Jaime Ugarte
Nadie mejor que Homero, podría contar la historia de la Diosa Tetis.
Casada con un humano, de nombre Peleo, tuvo un hijo que fue Rey de los Mirmidones, pero que no se conformaba solo con eso. Llegaba la hora de las grandes batallas y la hora en la que alguien que quería ser más que un hombre, un héroe, buscaba su sitio en el mundo. Aquiles, apodado «el de los pies ligeros» por su increíble velocidad, buscaba junto con el resto de griegos la venganza contra Troya, pero por encima de todo, el sabor de las grandes gestas.
Tetis, advirtió a su hijo: «Aquiles, si viajas a Troya, la gloria será tuya y todas las generaciones venideras recordarán tu nombre, pero si vas a Troya, morirás joven y no volverás a tu Patria»
El héroe griego no lo dudó y por eso seguimos hablando hoy en día de él.
Creo que Kerman Lejarraga hubiera tomado la misma decisión. Nacido en Morga, un pueblo lleno de ermitas y rodeado de montes y caseríos, muy propio de la Bizkaia verde, el pupilo de Txutxi del Valle ha penetrado en el corazón de todos los aficionados al noble arte por su forma de concebir el boxeo, y sobre todo porque por donde haya pasado, no hay nadie que no alabe su calidad humana.
Kerman es noble, humilde y leal, pero se transforma en el altar del cuadrilátero en un guerrero que a buen seguro hubiera tenido un sitio importante al lado de los épicos héroes que cantaba Homero.
Por eso, a pesar de arriesgar sus magníficas posiciones en los rankings, tanto europeos como mundiales, no ha dudado a la hora de encerrarse en un ring con el actual Campeón de España wélter José del Río, del que ya sabemos gracias a mi amigo del alma Manel Berdonce, que no va a Bilbao de pintxos y a visitar museos.
El balear es otro guerrero que sabe que la noche del 11 de Noviembre puede ser histórica, pero que para ello deberá emplearse a fondo. No en vano va a tener enfrente un púgil con más fundamentos técnicos de los que muchos creen, con un martillo en cada mano, con la determinación y la ambición propia de los grandes, y sobre todo que va lanzado -como Aquiles- cueste lo que cueste, en busca de la gloria.
¡¡Segundos fuera!!