Christian Teruel
@Chris_Le_Gabach

“Al otro lado, sentado en esa esquina, hay un millón de dólares. ¿Quieres cambiar tu vida? Ahora es el jodido momento de hacerlo”. Así alentaba el entrenador Rick Ramos, antes de comenzar el décimo asalto, a su pupila Jessica McCaskill en su segunda pelea ante Cecilia Brækhus. Y es que Ramos sabe mejor que nadie, tras años de convivencia en el gimnasio, por todo lo que había atravesado “Caskilla” para llegar a ese crucial punto de inflexión.

“Dame esos dos minutos”, le pedía el entrenador. Los dos minutos de ese último round que le separaban del éxito de defender por primera vez todos los cinturones del peso wélter. Aquellos títulos que meses antes había arrebatado de manera sorprendente a la misma rival, futura miembro del salón de la fama y que le esperaba de nuevo en la otra esquina para vengarse y privarle de la gloria por la que tanto había luchado.

La lucha de McCaskill empieza desde su infancia en Belleville, un pequeño pueblo en el estado de Illinois. Fruto de mestizaje entre madre afroamericana y padre mexicano, fue criada, junto a sus dos hermanos mayores, por su tía, a quien sigue llamando mamá a día de hoy. Cuando ésta se divorció, los problemas económicos empezaron a afectar al núcleo familiar, que apenas podían permitirse menús McDonald’s para el desayuno diario y escuchar una radio a pilas como entretenimiento. Pero todavía no habían tocado fondo. Ahí llegaron cuando se encontraron sin hogar, acabando los cuatro viviendo en una habitación en la parte trasera de la iglesia a la que acudían. Todas estas dificultades sin duda empezaron a forjar el carácter luchador de Jessica, que le acompañaría toda su vida y que demuestra a día de hoy en el cuadrilátero.

Tras mejorar su situación y avanzar en su educación, llegando a graduarse en la universidad y llegando al boxeo amateur a través del kickboxing, Jessica se mudó a Chicago por trabajo. Allí la encontró el que sigue siendo su entrenador, Rick Ramos, derribando a una campeona de los Golden Gloves, prestigioso torneo amateur que ella misma ganaría tres veces.

Llevándola hasta el circuito profesional, su rampa de salida llegó irónicamente después una derrota. Porque perder dando un infierno de pelea a Katie Taylor por el mundial WBA del peso ligero en Londres, cuando era vista como una mera comparsa, fue un espaldarazo a su confianza y le puso en el panorama internacional.

En ese inmejorable escaparate el público general pudo ver las primeras muestras de lo que es capaz McCaskill. Si entendemos como estilo mexicano el ir siempre hacia adelante sin descanso, dando guerra sin miedo al intercambio de cuero y buscando el máximo daño, se nota que en “Caskilla” corre sangre mexicana. Porque es capaz de ofrecer diez rounds así, persiguiendo y dando caza al rival de manera letal como una leona en la sabana. Zarpazos en forma de volados y ganchos con la derecha y la izquierda, como que hizo tambalearse a Taylor, uppercuts tan afilados como colmillos. Resistiendo golpes estoicamente sin bajar el ritmo y con un físico digno de maratoniana.

Jesssica McCaskill ante Cecilia Braehkus

Encantado con su actuación ante Katie Taylor, Eddie Hearn le brindó la oportunidad de seguir aspirando a grandes retos y McCaskill no la desaprovechó. Inmediatamente después de su combate con la irlandesa, Jessica subió a peso superligero, donde en sus tres primeras peleas ganó el título WBC, WBA y la defensa de ambos. El jefe de Matchroom subió la apuesta y le propuso el difícil desafío de retar a la campeona unificada del wélter, invicta e igualada con Joe Louis en el récord de 25 defensas consecutivas con éxito de sus títulos: Cecilia Brækhus. Y con los atributos mencionados antes, “Caskilla” dejó a “First Lady” compuesta y sin cinturones, sin la condición de invicta y sin superar a “Brown Bomber”.

Pero a pesar de todo lo conseguido, quedaba demostrar que llegó a la cima para quedarse. Que la victoria sobre Brækhus no fue un golpe efímero cual canción del verano. Por eso, Ramos quería que Jessica cerrase ese décimo asalto de la revancha y no dejar dudas de que es una de las mejores del mundo. Tomar la última curva de un circuito cuya meta era el reconocimiento mundial. Y así hizo. Se quedaba todos los cinturones que despojados a la noruega y sentándose en el trono del wélter. Pero lejos de hacerlo para brindar por su reinado, lo hace para planear su extensión. Estar más arriba en los ranking, una revancha con una Katie Taylor que la huye, subir de categoría y responder a Claressa Shields a su reto de luchar con todas las campeonas.

Instalada en los puestos altos de las listas de las mejores boxeadoras de todos los expertos y nombrada Peleadora del Año 2021 por The Ring, “Caskill” tiene mucho que decir todavía. Y todo ello mientras sigue en su puesto de trabajo como analista de informes regulatorios para una gran firma de “brokers”. Como dice su lema, “sin días libres”. Palabra de Jessica McCaskill, la otra cara de la otra cara del boxeo.