Daniel Pi
@Bastionboxeo

“El mejor ha ganado” señaló Ricky Burns (41-6-1, 14 KO), en el resumen perfecto de lo sucedido, tras ser derrotado claramente por el namibio Julius Indongo (22-0, 11 KO), que por decisión unánime y cartulinas de 120-108, 118-110 y 116-112 se coronó campeón mundial unificado WBA e IBF del peso superligero en The SSE Hydro de Glasgow (Reino Unido), culminando un estelar ascenso en sólo dos peleas.

Hasta diciembre de 2016, Indongo no había realizado ni un solo combate fuera de su Namibia natal, algo que cambió cuando, desde la última plaza del ranking IBF, accedió a una puesta en juego voluntaria del monarca Eduard Troyanovksy, al que noqueó en Rusia en el primer asalto. Ayer, cuatro meses después, Indongo combatió en la segunda pelea fuera de su país y derrotó a un monarca en tres divisiones como Burns para proclamarse titular unificado y apuntar a un duelo ante un top libra por libra como Terence Crawford. Así, un boxeador que no estaba en el top 15 en el ranking de septiembre y que era un gran desconocido, en abril se sitúa al alcance de cualquier oportunidad.

Respecto al desarrollo del choque, el zurdo Indongo dominó prácticamente en casi todo momento. Con un arranque agresivo ya dejó claras sus intenciones, usando sus veloces y larguísimos brazos para lanzar uno-dos y cruzados zurdos que obligaron a correr el ring a Burns. Esta fue la tónica mayoritaria en el cruce, dado que el británico, al igual que le pasó ante Kiryl Relikh, basó sus opciones en un boxeo dinámico muy inefectivo, ya que su defensa o su agilidad no eran suficientemente buenas como para evitar los ataques de su rival, todo ello a la vez que optaba por una frecuencia de golpeo manifiestamente insuficiente.

En algunas ocasiones, como hacia la mitad del encuentro, Indongo redujo su intensidad y Burns pudo anotar algunas manos, principalmente con directo a la contra o con desordenadas series de rectos al ataque, pero, por lo general, el africano controló el encuentro con un preciso jab de derecha, un directo zurdo contundente tanto al rostro como al torso y un cruzado zurdo muy abierto que puede ser considerado su golpe más peligroso. Con todo, también manejó muy bien el croché de mano adelantada para sorprender y estremecer repetidas veces al contraataque o cuando el local se mantuvo estático.

Viéndose desde el octavo asalto hostigado, Burns intentó alguna aislada ofensiva, pero no logró superar ni la envergadura de su oponente ni su mayor rapidez, por lo que, alcanzado con combinaciones de uppercut y cruzado, jab y directo o cruzado y recto, llegó a mostrarse desgastado, tanto que cayó tres veces a la lona en los dos últimos asaltos, aunque el árbitro no realizó cuenta en ninguna de las ocasiones, si bien en al menos una de ellas el knockdown pareció muy claro.

En cualquier caso, terminados los doce rounds, el triunfo de Indongo había sido incuestionable, recibiendo por ello exultante sus dos cetros, que podrían llevarle en el último cuatrimestre del año a una unificación total por los cuatro cinturones de la categoría de los 63,5 kg. Y es que, no sólo es que Indongo pretenda enfrentarse al monarca WBC-WBO Terence Crawford, sino que el estadounidense ha señalado que, si bate el 20 de mayo a Félix Díaz, desea hacerse con las dos coronas restantes, posiblemente como broche final antes de un ascenso al peso wélter.