Yendy Hernández
Onda Cero

Una nube de familiares y amigos rodea a Ibrahim López instantes después de ceder el cinturón de Campeón de España del peso crucero. La sangre, en este caso símbolo de derrota, emana desde su nariz desfigurada. De súbito, detiene los abrazos y las felicitaciones para expresar impasible su visión del KO técnico sufrido: “el árbitro se equivocó”.

El púgil tinerfeño lamenta que el colegiado “haya privado al público de Tenerife de los cinco asaltos de espectáculo que restaban”. A pesar de tocar la lona en varias ocasiones, Ibrahim afirma que“podía seguir luchando dentro de un combate que prometía ser muy emocionante al final”.
El árbitro Sr. Alloza detuvo el combate mediado el quinto asalto, explicando que “Ibrahim estaba desorientado y con los brazos bajos. Padecía una fractura nasal y podía acabar muy mal parado, incluso en el hospital. El malestar del público es lógico, pues se trata del boxeador local. No obstante, detener el combate fue lo mejor para él”. Son los argumentos del árbitro justo al descender del ring.

Minutos más tarde, Ibrahim sigue rebatiendo la teoría arbitral, aseverando que “las hemorragias y fracturas en la nariz están a la orden del día”. En este sentido, establece una comparación: “una fractura de nariz para un boxeador es como un esguince de tobillo para un futbolista, algo muy normal”.
Por este motivo, el boxeador canario insiste en que “el combate se paró erróneamente”. Y va más allá en su indignación: “sobre la conciencia del árbitro queda haberme quitado la oportunidad de luchar por el título y privar al público de un excelente combate”.
Aún en caliente, la contrariedad de Ibrahim no es obstáculo para admitir que el nuevo campeón César Córdoba es “un boxeador espectacular”. Cabe destacar que justo al finalizar el combate, todavía sobre el ring, Córdoba le dijo a Ibra una sentencia que demuestra respeto: “Si tuviera que ir a la guerra, eres al primero que llamaría”.
En último término, uno de los abanderados del deporte tinerfeño reconoce emocionado que siente “pena por la familia y toda la gente que ha posibilitado esta aventura”. Ibrahim no arrojará la toalla. Antes al contrario, buscará recuperar el cinturón que cedió en su tierra.