Daniel Pi
@BastionBoxeo

El pasado viernes el formidable boxeador japonés Naoya Inoue (16-0, 14 KO) volvió a sorprender al mundo. Y es que, como hizo ante Narváez en 2014, pero de forma todavía más rápida, utilizó su explosividad ofensiva, su precisión y su velocidad para acabar con un consolidado boxeador como Jamie McDonnell, que no pudo contener las lágrimas tras haber sido vapuleado en menos de dos minutos. Con todo, a diferencia de su coronación como titular del supermosca, que le supuso irrumpir en la primera plana del boxeo mundial, su éxito del viernes fue la certificación de que es uno de los 10 mejores púgiles de todos los pesos actualmente.

No se puede pasar por alto que McDonnell se había impuesto con gran controversia a Kameda y a Solís, y que le cuesta tanto dar el peso gallo que su equipo estalló de alegría cuando logró cumplir milagrosamente con su paso por la báscula. Además, los 12 kg de rehidratación que se dice que subió en menos de 24 horas no pudieron contribuir positivamente a su actuación. Aun así, no estuvo ni remotamente cerca de ofrecer pelea, no siendo superado por un golpe de suerte que le alcanzó en frío, sino que le estalló encima el despliegue incontenible de un sensacional boxeador, al que no podía frenar con su ventaja física, que hasta ahora tanto le ha servido.

Con este fantástico debut en el peso gallo de Inoue, su inclusión en la segunda temporada de las World Boxing Super Series se sellaba con la etiqueta de favorito del torneo, en el que se encontrará a púgiles de la dificultad de Tete, Burnett o Emmanuel Rodríguez. Sin duda, si lograse imponerse en el proceso eliminatorio, el boxeador nipón se convertiría en el mejor peso gallo de la actualidad y se debería barajar con seriedad su candidatura al top 3 de todos los pesos. Por otro lado, aunque no se deja de repetir algo muy diferente, su participación en el torneo le serviría para cumplir otro objetivo: proclamarse campeón en tres divisiones de peso.

Desde antes de que se midiese a McDonnell, la prensa mundial clamó que la victoria de Inoue supondría su coronación como monarca en una tercera división de peso, tras serlo en el peso minimosca y en el peso supermosca. No obstante, esto es total y absolutamente falso. Al batir al británico, Inoue no capturó el máximo cinturón mundial WBA del peso gallo, que posee Burnett, sino uno de los infames títulos menores que el citado organismo tiene en múltiples divisiones, concretamente el cinturón llamado regular.

Con tanto desorden en cuanto a títulos en la WBA, resulta comprensible que los aficionados puedan confundirse respecto a este punto. Pero desde muchos medios de comunicación especializados, y no por un descuido o por un error, han repetido la historia, a sabiendas de que es falsa, de que el boxeador de la región de Kanagawa es campeón en una tercera división de peso, pretendiendo con ello simplemente atraer más atención a costa de contribuir al caos y a manchar la historia del noble arte.

Lejos de contentarse con esta mentira, los medios han ido mucho más allá, asegurando que al capturar el ridículo cinto regular Inoue se ponía al mismo nivel en el peso gallo que los demás titulares que su país ha tenido en la categoría, incluidos los iconos japoneses de la división: Hozumi Hasegawa, Shinsuke Yamanaka y el mítico “Fighting” Harada.

Hay que recordar que la categoría de los 53,5 kg ha sido históricamente una de las más fuertes del boxeo japonés, contando con nada más y nada menos que ocho monarcas absolutos, casi un diez por ciento de su total de campeones en el pugilismo profesional.

Como se ha dicho, uno de los boxeadores más exitosos en este peso fue Hasegawa, a quien Kiko Martínez noqueó en Osaka en el 2014 para lograr la segunda defensa de su cinto mundial IBF del peso supergallo. Mucho antes que esto, Hasegawa se convirtió en un referente en Japón cuando en 2005 venció al tailandés Veeraphol Sahaprom por el cetro WBC del peso gallo. Sahaprom, que había sido campeón de muay thai en tres divisiones, se había coronado por primera en el boxeo de pago en su cuarta pelea, logrando prolongar su segundo reinado durante nueve años, hasta que Hasegawa rompió su racha. Posteriormente, Hasegawa se impuso también en una revancha ante dicho rival, conservando su título durante cinco años, en los que realizó diez defensas ante oponentes de probada dureza y sorprendió a los espectadores por su increíble velocidad de manos.

Más tiempo aún que Hasegawa se mantuvo en su trono Yamanaka, que prolongó su posesión del cinto WBC del peso gallo casi seis años, hasta que fue batido por Luis Nery, que dio positivo en control antidopaje tras el combate. Si bien este tropiezo le impidió establecer un nuevo récord de defensas consecutivas en Japón, en su reinado, consistente en doce defensas exitosas, Yamanaka se situó como número 1 de la división, alcanzó el top 10 de todos los pesos y derrotó a seis campeones mundiales como Vic Darchinyan, Suriyan Kaikanha, Tomás Rojas, Malcom Tunacao, Liborio Solís y Anselmo Moreno. Algunos discuten si este récord es suficiente para alcanzar el Salón de la Fama, pero es incuestionable que su reinado fue meritorio y en él dio muestras de una excelente técnica y una izquierda recta como pocas han habido en las divisiones ligeras.

De todos modos, si equiparar a Inoue con Hasegawa o Yamanaka en el peso gallo por tener en sus manos el cinto regular ya resulta absurdo, lo es todavía más igualarlo a una leyenda como “Fighting” Harada. Aunque su carrera merecería varios artículos y una extensa explicación su coronación, basta con recordarla brevemente para poner de manifiesto lo injusta que resulta dicha comparación.

El 18 de mayo de 1965, Masahiko “Fighting” Harada consiguió derrotar a Eder Jofre para proclamarse campeón mundial indiscutido WBA y WBC, entonces los únicos dos organismos existentes. Para quienes no conozcan los logros de Jofre, que darían también para varios textos, se debe decir que para muchos es considerado el mejor peso gallo de la historia y uno de los 15 mejores púgiles latinoamericanos de todos los tiempos. Además, Jofre es valorado por muchos expertos como uno de los 15 mejores boxeadores tanto de los años 60 como de los 70, mientras que The Ring lo situó, en 2002, como el 19º mejor boxeador de los últimos 80 años, colocándolo el famoso ranking de ESPN en el número 36 de todos los tiempos.

Dicho esto se puede apreciar mejor el valor de la coronación de Harada ante éste, al que el japonés batió en una revancha un año después, ya que lo igualado del primer combate generó cierta controversia, si bien los medios de la época en líneas generales estuvieron de acuerdo en la victoria de “Fighting”. En cualquier caso, la actuación de Harada fue, pese a un insistente uso del clinch en un tramo, una enorme muestra de coraje, paciencia y resistencia física, lanzándose sobre su rival en fieras y larguísimas combinaciones que llegaron a dañar a Jofre. El brasileño no se rindió y también dejó tocado a Harada, que igualmente mantuvo hasta el final sus saltos y su insistente jab, con el que preparó sus fantásticos ganchos.

Aunque una polémica derrota ante Famechon le impidió convertirse en monarca en dos divisiones, Harada, que realizó cuatro defensas como campeón indiscutido, es considerado uno de los 5 mejores peso gallo de la historia y uno de los 100 mejores boxeadores de todos los tiempos, estando situado en el citado ranking de The Ring como el número 32. Finalmente, por todo ello, Harada, el único púgil que consiguió derrotar a Eder Jofre, entró en el Salón de la Fama y es valorado unánimemente como el mejor boxeador de la historia de Japón y como uno de los mejores púgiles de presión de la historia.

Habiendo hecho este repaso, ¿Cómo un medio puede asegurar que Inoue con la captura del título regular WBA se sitúa a la par de los tres mejores boxeadores japoneses que ha habido en el peso gallo? Yendo más allá, ¿Cómo alguien puede considerar que Inoue ya ha superado a “Fighting” Harada? Esto no pretende ser ninguna crítica a Inoue, puesto que es verdaderamente sensacional y podría conseguir un enorme logro en el peso gallo si lograse imponerse en las WBSS. Pero Inoue todavía no se ha coronado en esta última división y no se le puede considerar uno más entre los grandes campeones japoneses de los 53,5 kg, menos aún compararlo con una figura como “Fighting” Harada, cuyas victorias ante Jofre merecen mucho más respeto que equipararlas a un triunfo por un cinto de papel.