Darío Pérez
@Ringsider2020
Fotos: Esther Lin/SHOWTIME

Un Alamodome con público (y qué alegría nos da verlo), aunque restringido en número, era el recinto en el que se disputaba la velada de PBC que prometía grandes emociones, y no defraudó.

Tras tres KO espectaculares, llegó el combate estelar de la noche. Gervonta Davis (24-0, 23 KO) contra Leo Santa Cruz (37-2-1, 19 KO), uno de los combates más esperados. Un tremendo primer asalto vio a Davis aposentado en el centro del ring y a Santa Cruz, más grande, recibiéndole con buenas contras, sin retroceder ni eludir el cara a cara. Davis acabó en la lona en una mezcla de ser golpeado y trabado, pero el árbitro no consideró que la cuenta era necesaria.

En el segundo round, cambió la iniciativa con el mexicano en el centro y Davis, peligrosísimo, esperándole con la escopeta cargada, lo que dio origen a peligrosos intercambios. La pelea avanzaba con estos parámetros y una intensidad tal que los afortunados espectadores del Alamodome seguían las acciones en pie. Acabado el primer tercio del tiempo estipulado, la pelea era disputada, preciosa; Santa Cruz había impactado en Davis más que sus veintitrés rivales anteriores, pero el de Baltimore también utilizaba los ganchos de izquierda para golpear al azteca con regularidad. Podía pasar cualquier cosa.

En el sexto asalto, se dieron con todo; con todo. Y, en uno de los momentos de mayor incertidumbre en los que cualquiera podía caer a la lona, fue Santa Cruz el que lo hizo. Un nocaut durísimo, por no agarrarse tras recibir un par de golpes de poder y seguir intentando convertir el combate en una guerra. Un gancho vertical, un certero uppercut con la mano izquierda de libro, digno de estudiar en las escuelas de boxeo, acabó con el Terremoto mexicano. Gervonta Davis es un boxeador que puede marcar época en el Noble Arte.

En los combates previos, Diego Magdaleno (32-4, 13 KO) e Isaac Cruz (20-1-1, 15 KO) se enfrentaban abriendo la parte televisada de la velada en combate eliminatorio para el mundial IBF ligero. A los 30 segundos de combate, Isaac Cruz había tirado ya al suelo a Magdaleno con múltiples golpes abajo coronados con un directo al rostro. Antes del minuto, se lanzó cual león a gacela a por su rival, noqueándole sin piedad por segunda vez con tremebundos uppercuts a la barbilla, de la que ya no pudo levantarse el veterano estadounidense. El mexicano Cruz tuvo una actuación sensacional, sin recibir un solo golpe de su rival y venciendo, convenciendo, asombrando en el primer asalto, haciendo honor a su apodo, Pitbull.

Regis Prograis (25-1, 21 KO) y Juan Heráldez (16-1-1, 10 KO) se enfrentaban a continuación. Prograis empezó mandando, contundente y jerárquico. Su derrota por decisión mayoritaria ante Josh Taylor no debe hacernos olvidar la gran trayectoria del de Nueva Orleans en su carrera, mostrándose dominador en todos los combates anteriores. Heráldez, a la expectativa, empezó a trabajar en el segundo asalto, pero poco le duró la alegría. En el tercero, Prograis ejecutó su plan a la perfección: una gran combinación de jab y croché tumbó a Heráldez de manera contundente, ante lo que el californiano se levantó aturdido. Intentó sobrevivir agarrándose a Prograis, pero este se zafó con inteligencia y culminó el combate con más golpes que le supusieron un triunfo por KO técnico. Su carrera vuelve a una posición de privilegio tras la derrota ante Taylor, y pronto podría tener de nuevo una oportunidad por título mundial.

Heráldez-Prograis

El penúltimo combate de la noche era Mario Barrios (26-0, 17 KO) contra Ryan Karl (18-3, 12 KO), por el campeonato «regular» ligero WBA. Dos texanos frente a frente, con Barrios más técnico y Karl en un estilo de constante agresión. Mario «El Azteca» Barrios es uno de esos nombres que hay que apuntar para hacer algo grande en los próximos años, tiene todo el futuro del mundo en sus guantes a los veinticinco años. Cada vez que el voluntarioso Karl intentaba entrar en su guardia, la inteligencia de Barrios funcionaba y le aplicaba una contra, ya fuera con un mero jab o en forma de golpe de poder.

Karl-Barrios

Por todo ello, el «Cowboy» Karl medía más sus acercamientos a Barrios, que ganaba asalto tras asalto de manera clara. Al comenzar el sexto, una mano a la contra cruzada con maestría llevó a Karl a la lona; quedaban dos minutos largos de asalto, y Karl no dudó en morir o matar, y siguió hacia delante con choque de cabezas incluido, pese a los golpes precisos de su rival. El corte, sin embargo, requirió atención médica, y, tras la vuelta a las hostilidades, Barrios pegó una y otra vez a Karl con precisión quirúrgica, volviendo este a caer y decretando el árbitro el final del encuentro.