Conocía a Bienvenido Alloza desde el Campeonato de España Junior de 1998, donde competíamos tanto su hijo como yo. Aunque mucha gente habrá tenido más años de relación con él, a lo largo de este tiempo hemos mantenido frecuente contacto y no quería dejar pasar la ocasión para lamentar su pérdida y recordar su figura.
No quiero extenderme en el plano personal, ya que creo que pertenece a las personas que han tenido el placer de disfrutarlo, entre los que me cuento. Fue una persona generosa y siempre dispuesta a colaborar, que no tenía una mala palabra para nadie y trataba de mantener las buenas relaciones con los demás. Fue altruista, ayudando a bastante gente o colaborando en proyectos que en ocasiones solo le ocasionaban pérdida de tiempo y dinero. Pero como he comentado, prefiero centrarme en el plano deportivo que era su vertiente más pública.
Gran enamorado del boxeo, era entrenador por placer ya que su vida laboral tenía otro camino. El no ser un profesional quizá le permitió mantener la ilusión a pesar de las piedras que encontró en su camino. Gracias a su empeño Huelva era, y es, especialmente respetada en el panorama nacional del boxeo, y aunque quizá no fue el único entrenador, si el más exitoso de la provincia.
Sus deportistas seguían una misma línea de estilo, fue un precursor de las escuelas de boxeo de categorías inferiores y fue un apoyo sólido para la Selección Española. Durante más de 14 años ha tenido deportistas de forma ininterrumpida en la Selección, tales como su hijo Bienvenido Alloza, Calero, Cristobal Salgado, Diego Ferrer… y sobre todo Kelvin de las Nieves cuya carrera ha estado siempre unida a él. Aunque no sea yo la persona que deba decirlo, para Kelvin fue más que un entrenador, al igual que lo fue para otros muchos. Nunca tuvo interés por el boxeo profesional, sino que siempre trató de evolucionar dentro del boxeo olímpico. Ayudado por su hermano Francisco Alloza, árbitro internacional, y por su infatigable seguimiento a través de internet de los combates internacionales, fue capaz de anticipar las evoluciones del boxeo olímpico.

Se adaptó antes que nadie y consiguió hacer que sus boxeadores se pareciesen, salvando las posibles diferencias, a los internacionales de alta gama. También fue capaz de mantenerse en un segundo plano, consciente de que sus obligaciones profesionales no le permitían más dedicación que la que mantenía demostrando su humildad. También transmitió sus conocimientos en algunos cursos de entrenadores, desgraciadamente demasiado pocos y demasiado cortos. Con él se va parte de su conocimiento sacado de su inconformismo, su empeño y su interminable afición.
Por todo lo anterior, y por otras muchas cosas que me dejo en el tintero, solo quiero despedirme haciendo los más grandes honores a este amigo del boxeo que se nos ha ido.

D.E.P.

Alfonso Sánchez Bernard