Daniel Pi
@BastionBoxeo

Resumiéndolo rápidamente, lo que se pudo presenciar la pasada madrugada en el combate estelar del evento organizado en el T-Mobile Arena de Las Vegas (Estados Unidos) fue corrupción del más alto nivel, una de las muestras más vergonzosas y evidentes de esta lacra que azota al pugilismo.

Y es que, aunque el sueco Otto Wallin (20-1, 13 KO) abrió un horrendo corte por puño legal en la ceja derecha de Tyson Fury (29-0-1, 20 KO) que debió llevar a la detención de la pelea y a la victoria del no favorito por KOT, el infame Tony Weeks volvió a comportarse rastreramente para favorecer los intereses de la gran industria pugilística permitiendo que “The Gypsy King” siguiese combatiendo y llegase a una lectura de cartulinas que era inevitable que le resultase favorable. El triunfo unánime de Fury llegó con puntuaciones de 116-112, 117-111 y 118-110.

Tras una entrada de Fury con carroza incluida que por la reiteración en las excentricidades del inglés resultó ya más grotesca que simpática (parecía que se intentaba caricaturizar a sí mismo), el combate dio inicio con el excampeón mostrándose, como era de esperar, mucho más solvente que su adversario, un Wallin que con voluntad intentó llegar con su directo al torso y con eventuales puños al rostro pero que se vio detenido por el jab de su adversario y sus contundentes directos a la contra.

No obstante, en el tercer asalto llegó la sorpresa: un golpe de izquierda del zurdo Wallin abrió un terrible corte en la ceja derecha de Fury, brecha que parecía imposible que le pudiese permitir combatir en el siguiente round.

Con todo, aunque por cortes la mitad de la mitad de graves se han parado muchos enfrentamientos al instante, la pelea siguió, y no lo hizo un asalto o dos, sino que continuó los doce episodios simple y llanamente porque el tercer hombre Weeks sabía que el tajo había sido provocado por puño y no por cabezazo y que si se detenía la pugna debía dar un KOT favorable a Wallin. Así, el árbitro, conocido por los numerosísimos golpes ilegales que permitió a Ward sobre Kovalev en la revancha entre ambos, tras llevar una única vez a Fury con el médico para que le revisase el corte, increíblemente no volvió a hacerlo, dejando claro que temía que el favorito, que está emplazado a un choque millonario con Wilder en febrero, viese truncados sus planes.

Es más, la realización de ESPN (que estaba a cargo de la emisión internacionalmente) dejó de pinchar entre rounds la cámara que estaba al lado derecho de Fury para evitar que el corte pudiese apreciarse del cuarto episodio en adelante. Además, llegó un momento en el que Weeks incluso hizo volver a Fury a su esquina no para que le quitasen vaselina, sino para que le pusiesen más encima. Hasta este punto llegó la falta de vergüenza y de dignidad de este lamentable árbitro.

Teniendo en cuenta que Wallin debería haber alcanzado ya en ese instante una de las victorias más inesperadas en el peso pesado de lo que llevamos de siglo XXI, puede que incluso más que la de Ruiz sobre Joshua (tanto hasta ahora como antes del Joshua-Ruiz se considera mayoritariamente a Fury número 1 de la división, además el mexicano había peleado con Parker en un mundial antes de pugnar contra AJ mientras que el rígido Wallin no se había medido nunca a un rival de nivel alto), seguir comentando el enfrentamiento debería haber resultado innecesario, pero Tony Weeks quiso destruir la ocasión del escandinavo para catapultar su carrera hasta las más altas cotas.

Agobiado por el corte, Fury se mostró perdido, encajando muchos golpes de corto recorrido que normalmente habría esquivado con suma facilidad. Asimismo, la pelea se volvió un tanto desordenada y caótica, con ambos enredándose en clinches y oscilando en los intentos de atacar, ya que Fury temía que detuviesen el combate y Wallin quería intentar que lo parasen. De todos modos, en torno al ecuador Fury tuvo sus mayores problemas, permaneciendo más rato en las cuerdas y siendo alcanzado por algún recto y crochés.

Sin embargo, en el último cuarto de pugna, Fury, verdaderamente a la desesperada, puesto que incluso lanzó largas series de ganchos en corta con cierta frecuencia pese a no ser algo habitual en él, comenzó a reaccionar, a recuperar el terreno perdido y, finalmente, a distanciarse en las tarjetas, conectando brutales curvos enlazados en el décimo y dejando tocado a su contrincante en el undécimo por un golpe al torso. Aun así, y si bien esto le valió para asegurarse el triunfo a los puntos, Fury volvió a pasar apuros en el último round, en el que Wallin lo estremeció con un croché zurdo y terminó con agresividad.

El boxeo, en teoría, es un deporte en el que todo puede pasar, y hasta un prodigio defensivo, enorme y hábil como Fury puede ser alcanzado por un golpe nítido y decisivo que le lleve a la derrota, algo que Wallin nos quiso recordar con ese puño aislado que acompañó más tarde con mucho coraje, aunque terminase siendo táctica y técnicamente inferior. Sin embargo, los grandes poderes económicos del boxeo quisieron una vez más dejar claro que no todo puede pasar, que un sueco desconocido, con poco recorrido amateur y que se pretendía utilizar como un mero rodaje antes de una pugna ya acordada entre Fury y Wilder, no podía salir con el brazo en alto, ni siquiera aunque su historia (tuvo que combatir fuera de su país al comienzo de su carrera por existir hasta hace poco prohibiciones al boxeo profesional en Suecia y se subió al ring el sábado pensando en el reciente fallecimiento de su padre) pueda ser verdaderamente una lucha de superación más limpia que la de un Fury que, no lo olvidemos, dio positivo en test antidopaje por nandrolona y afirmó que era debido a comer carne de jabalí sin castrar…

¿Qué nos queda? Lo mismo de siempre, lo mismo que después del Ward-Kovalev II o de su predecesor, o de los Canelo-Golovkin o de tantos otros combates: que mientras muchos aficionados volverán a mirar con desprecio el boxeo o incluso decidirán cambiar de canal cuando lo vean, los restantes se deberán conformar, a pesar de saber que no es justo, con lo que la industria les quiera dar a continuación, que en este caso será un, eso sí interesante, Wilder-Fury II. Obviamente, también nos queda esperar que todo algún día cambie, pero todos sabemos que no será así: Tony Weeks, Adelaide Byrd y todos los que hacen posible la manipulación entre bastidores del magnífico noble arte seguirán recibiendo trabajo en las más importantes ocasiones boxísticas, dado que los promotores siempre podrán confiar en ellos para que no se les trunque un buen negocio.